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EXAMINA BÍBLICAMENTE TUS
NECESIDADES SENTIDAS
"Temed a Jehová, vosotros sus
santos, pues nada falta a los que le temen"
(Salmo 34:9)
Cuando
pasas tiempo ante el trono de Dios, las cosas se ponen en perspectiva. Las opiniones de los demás son menos
importantes, y aun nuestras opiniones acerca de nosotros mismos parecen ser
menos importantes. Quizá eso es todo lo
que necesitamos. Las visitas diarias a
la corte del Señor curan el temor al hombre. Pero ¿qué haces si sientes que tus
necesidades no están siendo satisfechas?
¿Qué haces si la autoestima sigue siendo una preocupación
agobiante? El temor del Señor es el
corazón del tratamiento en contra del temor al hombre, pero no es el único
tratamiento. La liberación del temor al
hombre tiene tres componentes: debemos tener un conocimiento bíblico de Dios,
de las demás personas y de nosotros mismos.
En este capítulo consideraremos más de cerca lo que Dios dice acerca de
nosotros mismos y nuestras necesidades.
Paso 5: Examina dónde tus deseos han sido muy grandes. Cuando tememos a la gente, la gente es
grande, nuestros deseos son aun más grandes, y Dios es pequeño.
La
pregunta es esta: ¿Cuál es nuestra forma básica dada por Dios o nuestra
identidad? La noción prevaleciente es
que hemos sido creados con necesidades psicológicas. La puedes hallar en las librerías, ya sean seculares o
cristianas. La puedes escuchar en las
salas de consejería. Y es parte de la
conversación casual tanto en la iglesia como en el mundo.
·
"Si tan sólo mi esposo me animara más"
·
Si tan sólo mi esposa me respetara"
·
Si tan sólo mis hijos me obedecieran"
·
Si tan sólo mostrara algo de interés en mí"
·
Si tan sólo mis padres me dieran más
independencia"
¿Puedes escucharlo? Las tazas de
amor están vivas. "Lléname de ____,
y entonces seré feliz".
Tendemos a vernos como personas que necesitamos algo de alguien para
poder cambiar.
La perspectiva popular acerca de la gente
Visto en conjunto, un punto de vista
popular acerca de la gente se ve como sigue:
1.
Nuestra forma básica es aquella de un recipiente -
una taza - que tiene necesidades psíquicas.
2.
Tenemos una larga lista de necesidades psíquicas,
pero estas necesidades tienden a agruparse alrededor de las necesidades básicas
de amor y significado.
3.
Cuando estas necesidades no son satisfechas,
caemos en un déficit, y por lo tanto nos sentimos vacíos.
4.
Debemos ser cuidadosos de quién es el que llena
estas necesidades. Miraremos ya sea a
la gente o a Cristo para satisfacernos.
¿Qué son las
necesidades?
Al considerar estas cuatro ideas, el
lugar natural para comenzar la decodificación de la perspectiva sobre nosotros
mismos, es entendiendo nuestras propias necesidades. ¿Qué dirías que realmente necesitas? Tus respuestas te llevarán
al corazón del punto de vista que tienes acerca de ti mismo.
La respuesta para mí es fácil. Necesito que mi esposa me ame. Necesito tener un sentimiento de que
contribuyo en algo con mi trabajo. Necesito
que mis hijos me obedezcan, especialmente cuando hay otra gente en nuestro
hogar. Necesito dinero, por supuesto. Pienso que eso es todo por el momento.
¿Cómo responderías a la pregunta?
Una manera de responder sería haciendo otra pregunta: "¿Qué quieres decir
con el término necesitar?"
Ciertamente la palabra puede tener varias connotaciones. Si estuvieras perdido en el desierto y
muriéndote de sed, tu respuesta sería "agua". Si tu pastor te hace la pregunta durante un
sermón, y especialmente si te dice "¿Realmente
qué necesitas?", entonces tu respuesta probablemente sería,
"Jesús". No obstante, si
alguien te hiciera la pregunta alrededor de una taza de café, la respuesta
probablemente sería: respeto, amor, comprensión, alguien que me escuche,
autoestima, hijos obedientes, seguridad, control, algo emocionante - la lista
termina donde terminan la imaginación y los deseos humanos.
Bienvenidos a la palabra
"necesidad", uno de los términos más confusos del idioma
español. Todo mundo lo usa, pero puede
expresar ideas que no tienen ninguna relación entre sí. Por ejemplo, "Necesito unas
vacaciones" es una manera cultural de decir que me estoy cansando de la
rutina del trabajo. "Necesito el
respeto de mi esposa" revela la creencia de que experimentaré un déficit
psicológico si mi esposa no satisface esta necesidad psíquica percibida. "Necesito agua" es una manera de
expresar una necesidad biológica verdadera que cuando es negada, nos llevará en
realidad a una salud pobre o a la muerte.
"Necesito sexo" típicamente expresa un corazón de lascivia,
pero el corazón se engaña a sí mismo pensando que sólo esta pidiendo llenar una
necesidad biológica.
Algunos significados casi son
neutrales: una esposa dice a su esposo, "Necesitamos un galón de leche y
una paquete de pan". Otros
significados están cargados de complicaciones: el esposo reclama, "Necesito
que me dejes en paz". Entre todos
estos usos de la palabra "necesidad", hay tres diferentes niveles de
significado: necesidades biológicas, necesidades espirituales y necesidades
psicológicas.
Necesidades
Biológicas. Las necesidades
biológicas son bastante claras. Necesitamos
comida, agua y habitación; de lo contrario, morimos. Este es un uso común de la palabra "necesidad" en las
Escrituras. Jesús nos exhortó a no
afanarnos por lo que comeremos, comeremos o vestiremos, porque nuestro Padre
Celestial sabe que necesitamos estas cosas (Mat. 6:32).
Esta categoría ha llegado a ser
confusa recientemente. Por ejemplo,
"Necesito cerveza" ha estado inmigrando hacia esta categoría por
décadas. El alcohol ya no es lo que
satisface el deseo resultante de la experiencia, práctica y deseo; en vez de
esto, la "necesidad" es percibida como un impulso biológico que es
casi irresistible. O considera el
popular "necesito sexo". Cuando
se le saca de la categoría de deseo y lascivia, y se percibe como algo
biológico, la suposición es que el sexo es una necesidad biológica, casi
idéntica a la necesidad de comida y agua.
El razonamiento es que siendo una necesidad biológica, el autocontrol
sexual es algo no natural, y la única opción es practicar el sexo
"seguro". Por lo tanto, la abstinencia
es algo añejo e imposible biológicamente.
Necesidades
Espirituales. Un segundo uso de la
palabra "necesidad" es el de necesidad espiritual". Sin Jesús somos personas desesperadas y
necesitadas. Estamos muertos en
nuestros pecados, somos enemigos de Dios, estamos condenados delante de él,
somos esclavos de Santanás y de nuestros propios deseos, estamos sin esperanza
e incapaces de remediar nuestra situación o de agradar a Dios. Claramente estas nos nuestras necesidades
más profundas.
No obstante, nuestro Dios trino no
nos deja solos. Jesús es el que
satisface. En Jesús, Dios nos da vida,
nos reconcilia consigo mismo, y nos llama amigos, nos perdona legalmente, y nos
redime de la esclavitud del pecado y de Satanás. De acuerdo con la Escritura, Jesús satisface todas nuestras
necesidades para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3).
Necesidades
Psicológicas. Aquí es donde las
cosas se ponen escabrosas. Los límites
de esta tercera categoría son más difíciles de encontrar. Estas son llamadas necesidades
psicológicas. La lista de las
necesidades psicológicas puede ser larga, pero típicamente tienen que ver con
lo que deseamos en las relaciones: importancia, aceptación, respecto,
admiración, amor, pertenencia,
significado, etc. Algunas
personas colapsan toda esta lista en una sola cosa: la necesidad de amor.
En los Estados Unidos, típicamente,
se asume que la necesidad de amor es tan básica en la naturaleza humana como
las necesidades biológicas y espirituales.
Puede ser tan fuerte como nuestras necesidades de comer o dormir.[1]
Como notamos en el capítulo 5, los libros tales como Love Is a Choice (El amor es una decisión) declaran que tenemos
“una necesidad de ser amados de nacimiento y proveniente de Dios. Es una necesidad legítima que debe ser satisfecha
de la cuna a la tumba. Si se priva a
los niños de amor – si esa necesidad primaria no se satisface – ellos llevan
las cicatrices de por vida.”[2] Pero hay dos preguntas que rara vez se hacen
acerca de esta necesidad de amor.
Primero, aunque todos estamos de acuerdo en que el amor es un deseo humano universal, ¿Cómo
justificamos la elevación de un deseo
a la categoría de una necesidad dada
por Dios? Existe una diferencia
importante ente las dos palabras.
Segundo, y quizá aun más importante, ¿Cuál es propósito de tener
satisfecha esta necesidad?
La respuesta a la primera pregunta
usualmente es, “Dios nos creó a su imagen y dijo que no era bueno que
estuvieramos solos. Por lo tanto,
necesitamos a las demás personas”. Esto tiene sentido bíblicamente. En un sentido, necesitamos a la gente. Pero esto nos deja la segunda pregunta:
¿Para qué necesitamos a la gente de acuerdo con la categoría de las necesidades
psicológicas? De acuerdo con la
categoría de las necesidades espirituales, necesitamos a la gente para
alertarnos del engaño del pecado, para indicarnos el camino del amor a Jesús,
para ayudarnos a sobrellevar las cargas, y para muchas otras cosas. ¿Qué de la categoría de las necesidades
psicológicas?
Aunque esta pregunta raras veces se
hace, la respuesta usualmente aparece en muchos libros que asumen la existencia
de las necesidades psicológicas. De
acuerdo con el pensamiento popular, estas necesidades deben ser satisfechas
para que podamos alcanzar nuestro potencial, para que tengamos felicidad,
estabilidad psicológica y autoestima.
Diciéndolo con menos tecnicismos, nuestras
necesidades psicológicas deben ser satisfechas para sentirnos bien con nosotros
mismos.
Necesidades
Biológicas
|
Necesitado
de vida física |
Comida,
agua, ropa, habitación |
Necesidades
Espirituales |
Necesitado
de vida espiritual, fe, obediencia … |
Perdón de
pecados, adopción, santificación, glorificación. |
Necesidades
Psicológicas |
Necesitado
de felicidad y aceptación |
Amor,
significado, seguridad y autoestima |
Sabemos que somos creados para vivir en relación con otras personas, y en
estas relaciones debemos amarnos, animarnos y confortarnos unos a otros, pero
¿es la elevación de nuestra autoestima el propósito de estas relaciones? A primera vista la Escritura puede apoyar la
idea de que tenemos la necesidad de mostrar
amor a otros, pero es más difícil encontrar una porción que diga que
tenemos una necesidad, por parte de Dios, de recibir amor para que podamos
sentirnos mejor con respecto a nosotros mismos. ¿Dónde en la Biblia se hablan de estas necesidades?
Cuando se les deja definidas
parcialmente, las necesidades psicológicas parecen bastante normales, pero
ahora, habiendo revelado su propósito, estas necesidades particulares parecen
bastante egoístas, y puede ser difícil encontrar la evidencia bíblica que las
apoye. Sin embargo, inclusive las
personas cuidadosas, han creído encontrar estas necesidades en la Escritura. Ellos proponen que estas necesidades dadas
por Dios pueden ser encontradas en cualquiera de estas dos categorías bíblicas:
La persona como cuerpo-alma-espíritu
y la persona creada a la imagen de Dios. Tal vez no esperaban una aclaración
teológica en el rumbo que llevábamos hacia el tratamiento del temor del hombre,
pero nuestras vidas proceden de nuestra teología – nuestro entendimiento de
Dios y de nosotros mismos. Por lo
tanto, es esencial examinar estas suposiciones teológicas.
La
persona como tres substancias. El
punto de vista tripartita de la persona – es decir, que somos cuerpo, alma y
espíritu – fue la primera categoría bíblica a la que se le pidió que llevase el
peso de las necesidades psicológicas.
La idea popular es que el cuerpo físico tiene necesidades físicas, el
alma necesidades psicológicas, y el espíritu tiene necesidades
espirituales. De acuerdo con esto, la
persona con necesidades físicas necesita ir con el médico, la persona con
necesidades psicológicas necesita ir con el psicólogo o consejero, y la persona
con necesidades espirituales necesita ir con un pastor.
No obstante, esta fórmula básica,
así de tan simple y bíblica como parece, tiene algunas implicaciones no
intencionales. Esencialmente le ha dado
permiso a la psicología secular para moldear un tercio de la persona. El “alma” viene a ser una categoría en
blanco que ha de llenarse con teorías psicológicas especulativas. De la misma como la medicina ha contribuido
con muchos detalles a la categoría del cuerpo, así también la psicología
secular puede ahora contribuir (o explicar completamente) nuestro entendimiento
del alma. Y de alguna manera, la
necesidad de un análisis cuidadoso de lo que decimos de esto, parece pasar
inadvertida; tal parece que ya cumplimos con esto simplemente llamando a esta
categoría con el nombre de “alma”. Sin
embargo, primero debemos preguntarnos si es que en realidad tenemos un alma que es claramente
distinta al espíritu.
El punto de vista existe debido a
que hay diferentes matices de significado de las palabras espíritu y alma. Como la mayoría de las palabras, estas dos
tienen límites borrosos. No son
palabras técnicas tales como “elección”, sino son como la palabra “necesidad”,
que deriva del contexto mucho de su significado. Sin embargo, la pregunta es que si estos matices de significado
son suficiente razón para sugerir que el espíritu y el alma son dos substancias
creadas distintas. O ¿son el alma y el
espíritu (al igual que el “corazón”, “la mente”, “la consciencia”) perspectivas
ligeramente diferentes de la única e inmaterial persona interior. (2 Cor.
4:16)?
Cierto número de pasajes bíblicos
sugieren que la persona es mejor entendida si se considera como teniendo dos
substancias – física y espiritual – que van juntas aunque pueden ser separadas
por la muerte. Desde este punto de
vista, los términos “espíritu” y “alma” enfatizan diferentes aspectos de la
misma substancia. Son esencialmente
intercambiables, pero ofrecen diferentes perspectivas de la persona inmaterial. Por ejemplo, Mateo 10:28 sugiere que la
persona consiste de dos substancias, el cuerpo material y el alma inmaterial:
“Y no temáis a los que matan el cuerpo (substancia material), mas el alma
(substancia inmaterial) no pueden matar; temed más bien a aquel que puede
destruir el alma y el cuerpo en el infierno?”
1 Corintios 7:34 también sugiere que somos dos substancias – material e
inmaterial – pero se les menciona como cuerpo y espíritu, en vez de cómo cuerpo
y alma. Santiago 2:26 es consistente
con esta dualidad y se refiere a ella usando la palabra “cuerpo” y “espíritu”:
“el cuerpo sin el espíritu está muerto”.
Los dos pasajes citados con mayor
frecuencia para apoyar el punto de vista de “tres partes” o tricotómico de la
persona son Hebreos 4:12 y 1 Tesalonisenses 5:23. Hebreos 4:12 declara, “porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón”. Algunos
piensan que esto se refiere a una disección de las partes de la personas. Esto es, que la Palabra de Dios puede separa
el alma del espíritu; por lo tanto, éstas son dos substancias separadas que son
parte de la persona total. Sin embargo, si la intención del pasaje fuera
hablar técnicamente acerca de las partes de la persona, entonces hay por lo
menos cuatro substancias que componen
a la persona total: el alma, el espíritu, el cuerpo (coyunturas y tuétanos), y
el corazón (el cuál se divide en pensamientos e intenciones). Es más probable que el pasaje esté
sugiriendo que la Palabra de Dios penetra el aspecto indivisible de la
persona. La palabra llega hasta las
grandes profundidades del ser de la persona.
Penetra la substancia de la persona, no
va entre las partes como si estuviera cortándonos en piezas bien
definidas. El hecho de que la persona
interior se menciona como el alma, espíritu, y corazón es un recurso poético
común para enfatizar que está involucrada la persona total. Por ejemplo, Marcos 12:30 nos indica que
debemos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, y con toda nuestra
alma y con toda nuestra mente y con toda nuestra fuerza. La acumulación de estos términos se usa para
expresar la idea de totalidad. Es una
manera dramática de enfatizar que el amor a Dios es una respuesta de la persona
total.
Lo más que la Biblia dice acerca de
la distinción entre el alma y el espíritu es que “alma” enfatiza la existencia
débil y terrenal de la persona, en tanto que “espíritu” subraya el hecho de que
nuestra vida se deriva de Dios. Ninguno
de estos términos sugiere que hemos sido creados con una categoría distinta
llamada “necesidades psicológicas”. En
vez de esto, son palabras que se traslapan que se refieren a la persona
interior, al aspecto inmaterial de nuestra humanidad, o a la persona que vive
ante el Dios santo. Por lo tanto, no podemos encontrar necesidades psicológicas
aquí.
La
imagen de Dios en el hombre. La
otra categoría que es usada como el trasfondo bíblico de la idea de las
necesidades psicológicas es el concepto de la imagen de Dios en el hombre.
“Y creó Dios al hombre a su imagen,
a semejanza de Dios lo creo; varón y hembra los creó” (Gen. 1:27).
Esta es la doctrina principal para
entender a la persona. Es tan
importante que cada estudiante de la Biblia debería tener una definición rápida
de lo que significa, y la diferencia que produce el haber sido creados a la
imagen de Dios. ¿Encontramos aquí las
necesidades psicológicas? Si no, entonces no son necesidades establecidas en
nosotros por Dios.
La mayoría de los cristianos
sugieren que la imagen de Dios en el hombre tiene que ver con lo que es similar
entre Dios y nosotros. De acuerdo con
la teoría de las necesidades psicológicas, lo que es similar es que tanto el
hombre como Dios tienen un deseo profundo de relaciones (o amor). Este anhelo es definido como una experiencia
subjetiva que es más profunda que las emociones. Es una pasión por las
relaciones. Para Dios, esto significa
que él existe en una relación gozosa con él mismo – el Padre, el Hijo, y el
Espíritu Santo. También significa que
Dios tiene un anhelo de restaurar la relación con sus hijos.[3]
Por lo tanto, de acuerdo con esta
teoría, la esencia de la imagen de Dios en nosotros es que “todos anhelamos
disfrutar de aquello para lo cual Dios nos diseño: relaciones sin tensiones
llenas de una aceptación profunda y amorosa, y con oportunidades para hacer la
diferencia en la vida de otra persona.”[4]
“Cada uno de nosotros fervientemente deseamos que alguien nos vea tal y como
somos, con todos nuestros defectos, y no obstante, nos acepte.”[5] Sin estos anhelos satisfechos, somos tazas
vacías.
La pregunta “¿Cómo manejaré mis
deseos? “ se convierte la pregunta principal de la existencia humana. De acuerdo con la teoría, respondemos esta
pregunta de una de dos maneras. Ya sea
que actuemos independientemente de Dios y busquemos satisfacernos con otros
objetos o personas, o que busquemos a Cristo y satisfagamos nuestras
necesidades de relación en él.
Cuando este modelo es evaluado por
nuestra experiencia, parece corresponder a la realidad perfectamente. Al igual que otros modelos influyentes, este
modelo tiende a “funcionar”. Parece
totalmente obvio. Pero ¿parece ser
obvio por la influencia cultural o por la enseñanza clara de la Escritura?
Notemos una de sus implicaciones con
respecto a Dios. No cabe duda de que
Dios ama a su pueblo, pero la perspectiva de los “anhelos” de Dios produce
algunas preguntas problemáticas. ¿No
suena la palabra “anhelo” muy parecido a “un deseo desesperado” o “necesidad”?
¿No sugiere que Dios está incompleto si no tiene una relación con nosotros? ¿No
sugiere que Dios mismo tiene un déficit que debe ser llenado con nosotros? La
verdad es que Dios nos ama debido a su propio placer soberano y para su propia gloria. Su gloria es aun mayor cuando nos damos
cuenta de que no necesita amarnos.
También notemos lo que sugiere
acerca de nosotros la teoría basada en las necesidades. Nos dice que tenemos un problema de anhelos
que, por lo menos, es igual de profundo que nuestro problema con el
pecado. En la práctica significa que si
un pastor trata el chisme de una persona como pecado, el chismoso puede decir
que el consejo es superficial. “El pastor
no entendió el meollo de mi problema.
Mi problema es que necesito relaciones.
Estoy muy solo”. Aunque puede
ser cierto que el chismoso desee desesperadamente tener una relación, también
es verdad que la explicación más profunda para su chisme es su propio
pecado. Su chisme es la expresión de un
corazón que demanda: “Yo quiero”. Es lealtad al Yo, y en contra de Dios. La causa del pecado es ... el pecado. Asumir que la soledad es el verdadero meollo del problema significa
minimizar la naturaleza del pecado y permitir que el culpable le eche la culpa
a otro.
Si pensamos que el pecado es
superficial en cualquier manera, entonces no estamos entendiendo la verdadera
naturaleza del pecado.
Cuando las necesidades psicológicas
se ven como nuestro problema principal en vez que el pecado, no sólo se ve
afectado el entendimiento de nosotros mismos, sino también el evangelio es
cambiado. Una teoría de las necesidades
sugiere que el evangelio en su más profunda intención, tiene el propósito de
satisfacer las necesidades psicológicas.
En otras palabras, el evangelio tiene como meta solucionar nuestro
problema de autoestima. Está orientado
a corregir nuestra tendencia de vivir en nuestros fracasos. Tiene la intención de ser una declaración
del amor de Dios que dice que “Dios no crea chatarra”.
Esto suena demasiado bueno para
nosotros, pero no es el evangelio. Las
buenas noticias de Jesús no tienen la intención de hacernos sentir bien con
nosotros mismos. Por el contrario, las
buenas noticias nos humillan. En Isaías
6, por ejemplo, la presencia de Dios destruyó la perspectiva que Isaías tenía
de él mismo, luego lo purificó y lo liberó de sí mismo y de sus propios deseo
pecaminosos. Después de su purificación
y liberación simbólica, Isaías fue hecho libre para estar menos centrado en sí
mismo y más enfocado en el plan de Dios.
Jesús no murió para aumentar nuestra
autoestima. En vez de esto, el murió
para traer gloria al padre al redimir a su pueblo de la maldición del
pecado. Por supuesto, la cruz tiene muchos
beneficios, uno de ellos es que ya no somos echados fuera de la presencia de
Dios y que tenemos intimidad con el Santo.
Pero la cruz trata con nuestro problema de pecado, nuestra necesidad espiritual.
Las relaciones humanas, también, son
afectadas por la teología de estas necesidades. Por ejemplo, el matrimonio se convierte en una satisfacción mutua
de necesidades. A primera vista, esto
parece corresponder con la experiencia del matrimonio, y también parece cuadrar
con el punto de vista bíblico del amor. Se le ordena a la gente que ame porque
(de acuerdo con esta perspectiva) necesitamos amor. Sin embargo, ¿es posible que hemos sido llamados a amar no porque
la gente está vacía y necesita amor (para sentirse mejor con ellos mismos) sino
porque el amor es la manera en la que imitamos a Cristo y traemos gloria a
Dios?
Notemos qué es lo que pasa cuando un
esposo necesita amor de su esposa que se manifiesta en respeto hacia él. Su pensamiento es que Dios lo creó con esta
necesidad, y su esposa está obligada a satisfacerla – Dios mismo se lo
ordena. Como resultado, él cree que se le
debe respeto, y que tiene el derecho de estar enojado cuando su esposa no
satisface esta necesidad.
Cuando tenemos un deseo de ser respetados y no lo somos,
nos sentimos heridos. Si tenemos una necesidad de respeto, somos devastados o
nos enojamos.
Los mandatos que Dios hace de amar,
escuchar, llevar las cargas y lavar los pies, no implican que tenemos
necesidades psicológicas de estas cosas.
Quizá podamos decir que necesitamos practicarlas,
pero la Escritura no sugiere que
debemos recibirlas para sentirnos bien con nosotros mismos. En vez de esto, la Escritura cuestiona el
propósito total de las necesidades psicológicas. Nos habla acerca de la negación de uno mismo en vez de hablar de
sentirnos mejor con nosotros mismos. Nos habla del orgullo, no de una mayor
autoestima. También es un error lógico
encontrar una conexión entre los mandamientos de Dios y nuestra “necesidad” de
recibir aquello que es mandado. Si
aplicas esa lógica al mandamiento de considerar a los demás como superiores a
uno mismo (Fil. 2:3), llegarías a la conclusión claramente equivocada. Concluirías que puesto que Dios le ha
ordenado esto a los demás, tú debes tener una necesidad, establecida por Dios,
de sentirte más importante que otras personas.
¿De dónde
vienen las necesidades psicológicas?
Entonces, ¿Cómo debemos entender
bíblicamente estás “necesidades” sentidas? ¿Dónde podemos encontrarlas en la
Escritura? No hay evidencia clara de que son una parte distintiva de nuestra
naturaleza dada por Dios, no obstante son reales. Si la Biblia no habla de esto, entonces sería silenciosa de una
experiencia humana prominente y casi universal.
En vez de buscar este concepto en la
época de la creación, cuando fuimos creados a la imagen de Dios, quizá
deberíamos buscar en la época que vino después del pecado de Adán. Aún después de la caída en el pecado, la
gente siguió portando la imagen de Dios, pero la desobediencia de Adán trajo
cambios fundamentales en nuestra habilidad para reflejar la imagen de
Dios. La dirección del corazón humano
se orientó hacia el “yo” y no hacia Dios.
En el jardín, el hombre comenzó a repetir la mantra que persistirá hasta
que Jesús regrese. Adán dijo: “Yo quiero”. “Yo quiero gloria para mí mismo en lugar de darle toda la gloria
a Dios”. “Yo amo mis propios deseos en
lugar de amar a Dios”. Esto llego a ser
conocido como envidia, deseos desordenados, o idolatría.
¿Es posible que el “Yo quiero” de
Adán es la primera expresión de las necesidades psicológicas? Es posible que
los deseos psicológicos vienen cuando nos rehusamos a amar a Dios y a recibir
su amor? ¿No fue con Adán que el movimiento de la vida humana comenzó a ir
hacia adentro, hacia los deseos del “yo”, en vez de ir hacia fuera, hacia un
deseo de conocer y hacer la voluntad de Dios?
Esto no quiere decir que el pecado
original fue el deleite en sentirse amado.
Ciertamente no. Puesto que
fuimos forjados por El Dios Amante, debemos deleitarnos en amar y ser amados. Sería algo inhumano el no deleitarse en el
amor. También sería inhumano si no nos
sintiéramos heridos profundamente cuando otros nos rechazan o pecan en nuestra
contra. El problema no es que deseamos
amor, el problema es cuánto lo
deseamos o con qué propósito lo deseamos.
¿Lo deseamos tanto que pone sombra sobre nuestro deseo de imitar a Dios?
¿Lo deseamos para nuestro propio placer o para la gloria de Dios?
Los anhelos tienen mucho en común
con los deseos desordenados. Comienzan
bien (el deseo de sentirse amado) pero
acaban por esclavizarnos. Elevar
nuestro deseo de amor y otros placeres hasta el punto en que se convierten en
necesidades o anhelos fervientes, es exaltar pecaminosamente el deseo de tal
manera que se convierte en un delirio de deseo. Nos grita: “Yo quiero”, “Tengo
que tenerlo”, “Mi deseos son los bloques básicos que forman mi mundo”.
Considera los momentos en los que te
has sentido controlado por otras personas – aquellos momentos en los que “te
hicieron” enojarte o deprimirte. Ahora
mira debajo de tal esclavitud. ¿Cómo
completarías la oración “Yo necesito _______” o “Yo anhelo ________”. ¿Podría expresarse exactamente lo mismo
diciendo “Yo quiero ______”´ (amor,
seguridad, significado, poder) y ¡no lo estoy obteniendo!” “Demando tener ______” “Insisto en tener ______” o “No puedo
funcionar/vivir/obedecer sin ________”
Esto explica por qué Cristo algunas
veces no es suficiente para nosotros.
Si estoy delante de él como una taza vacía esperando ser llenada con
satisfacción psicológica, nunca me sentiré suficientemente lleno. ¿Por qué? Primero, porque mis deseos son
ilimitados; son insaciables por naturaleza. Segundo, porque Jesús no tiene la
intención de satisfacer mis deseos egoístas.
Al contrario, el tiene la intención de romper la taza de las
“necesidades” psicológicas (deseos), en vez de llenarla.
Una película cristiana mostraba a un
adolescente que se acercó a Cristo con la promesa de obtener mejores
calificaciones a partir de su conversión.
Confía en Cristo, obtén mejores calificaciones – ¡suena grandioso! Simplemente agrégale algunas cosas más como
dinero, una pareja atractiva y el carro de la familia, y se convertirán todos
los adolescentes. ¿Pero no es acaso
esto una apelación a los deseos en vez de ofrecer liberación y perdón de ellos? El evangelismo practicado por los israelitas
nunca sugirió que sus vecinos idólatras debían comenzar a adorar al Dios
verdadero porque Jehová les daría mejores cosechas que los ídolos. En vez de esto, la gente fue y es llamada a
volverse de los ídolos porque la idolatría están en contra de Dios.
Ir a Cristo para satisfacer nuestras
necesidades psicológicas percibidas es cristianizar nuestros deseos. Le pedimos a Dios que nos de lo que
queremos, para que podamos sentirnos
mejor con nosotros mismos, o para
que podamos tener más felicidad, en vez de santidad, en nuestras vidas.
Esto nos recuerda que una de las
formas que tenemos es la forma de pecadores.
El ser pecador ya no es nuestra forma primaria o identidad, pero es una
identidad que todavía retenemos. Algún día seremos la esposa totalmente
hermosa, pero hasta ese día permanecemos siendo pecadores que pecan.
El “yo quiero” residente es más que
algo que hacemos ocasionalmente. Está
entretejido en la tela de nuestras vidas de tal manera que es parte de lo que
somos. Por ejemplo, ¿dejas de ser
pecador cuando duermes? Seré más específico.
¿Dejas de ser pecador cuando duermes y no sueñas? La respuesta bíblica
claramente es “no”. Es como si me
preguntaran, “¿Sigues siendo Ed
cuando duermes?” El “ser pecador” es
una descripción, en el tiempo presente, de todos nosotros, incluyendo de
aquellos que han puesto su fe en Cristo.
Por supuesto, han sido justificados todos aquellos que han llamado
“Señor” a Jesús, lo cual quiere decir que ya no son considerados como
culpables. También, les ha sido dado el
Espíritu, el cual los hace siervos de Cristo en vez de ser siervos del
pecado. Pero todavía son
pecadores. La perfección nos aguarda en
la eternidad.
Como pecadores que pecan, estamos en
deuda con un Dios Santo. Le debemos
perfecta lealtad, gloria, alabanza y honor, pero no le hemos pagado porque
hemos sido totalmente destituidos. Por
lo tanto, una de nuestras necesidades más profunda es el perdón. “Perdónanos nuestras deudas”, oramos, y Dios
en Cristo perdona nuestra deuda (Mat. 6:12).
Ahora realmente estamos en deuda con Dios, pero no es una deuda que
avergüence. Estabamos endeudados por
nuestro pecado, y éramos personas avergonzadas. Ahora, estamos endeudados por su perdón, y estamos llenos de
gratitud. No obstante, este no es el
límite de nuestra deuda presente.
Nuestro Padre Celestial nos ha hecho también sus hijos y herederos. Nos ha dado una nueva familia y una nueva
identidad. Además, este es sólo el
anticipo que garantiza lo que está preparado para nosotros. Nos ha sentado en los lugares celestiales –
en la mismísima presencia de Dios – y nos da el privilegio de morar con él para
siempre.
Nos ha cancelado la deuda pero no
nos dejó como mendigos sin deudas, sino
que también nos hizo ricos. Esa es una
deuda que puede llevarnos al regocijo.
Ahora comprendo qué es lo que me
mantenía bajo el temor del hombre aun cuando conocía el evangelio muy
bien. No sólo necesitaba crecer en el
temor del Señor, sino también necesitaba arrepentirme. Mis necesidades sentidas, deseos, o pasiones
era grandes. Eran tan grandes que
buscaba a todos para ser llenado, tanto a Dios como a la gente. Temía a los demás porque ellos eran grandes,
mis deseos eran aun más grandes, y
Dios era pequeño.
La razón principal por la que hay un
vacío epidémico es que hemos creado y multiplicado nuestras necesidades.[6]
Este capítulo ha revelado un eslabón
perdido de la manera como frecuentemente tratamos con el hecho de ser
controlados por otras personas:
Olvidamos que debemos arrepentirnos de nuestros deseos egoístas. Sin arrepentimiento, nuestros deseos
permanecen siendo el punto focal en vez de serlo la gloria de Dios.
Toma tiempo y considera cuántas de
tus “necesidades psicológicas” han sido en realidad demandas y deseos
disfrazados.
[1] Tom Whiteman and Randy Petersen, Love Gone Wrong (Nashville: Nelson, 1994), 90.
[2] Robert Hemfelt, Frank Minirth, and Paul Meier, Love Is a Choice (Nashville: Nelson), 34
[3] Larry Crabb, Understandig People (Grand Rapids: Zondervan, 1976), 94
[4] Larry Crabb, Inside Out (Colorado Springs: NavPress, 1991), 53-54
[5] Crabb, Understanding People, 112
[6] Los deseos desordenados no son la
única razón del vacío. Otra explicación
de ese vacío surge del hecho de que vivimos en un mundo pecaminoso donde pecan
contra nosotros, y estamos viviendo en un mundo que está bajo la
maldición. Por ejemplo, si tu cónyuge
muere, te sentirías vacío. Te deberías
sentir vacío. Algo hermoso ha sido
retirado de tu vida. Hay un gran
sentimiento de pérdida. No obstante,
este vacío es el resultado de la maldición y la muerte causando dolor en
nuestra psiqué, y no es el resultado del haber sido creado con necesidades
psicológicas.