La Supremacía de Dios Através de la Adoración

por John Piper

 

Las misiones no son la última meta de la iglesia.  La adoración lo es.  Las misiones existen porque la adoración no existe.  La adoración es lo último, las misiones no lo son, porque Dios es lo último, no el hombre.  Cuando se acabe esta era, y los incontables millones de redimidos postrados ante el Trono de Dios, los misiones no existirán más.  Es una necesidad temporal. Pero la adoración permanecerá para siempre.

 

La adoración, por lo tanto, es lo que mueve, el combustible y la meta de las misiones.  Es la meta de las misiones porque en las misiones nosotros simplemente pretendemos incorporar a las naciones en el gozo candente de la gloria de Dios.  La meta de las misiones es la alegría de las distintas clases de gente en la grandeza de Dios.  "Jehová reina, regocíjese la tierra, alégrense las muchas costas." (Salmo 97:1)  "Te alaben los pueblos, oh Dios; todos los puebos te alaben." (Salmo 67: 3-4) 

 

Pero la adoración es también el combustible de las misiones.   La pasión por Dios en la adoración precede al ofrecimiento de Dios en la predicación.  No puedes alabar lo que no quieres.  Los misioneros que no pueden decir de lo profundo de su corazón lo siguiente: "Yo me regocijaré en Jehová...me alegraré y me regocigaré en ti, cantaré a tu nombre oh Altísimo".  (Salmo 104: 34, 9:2), nunca proclamarán el versículo que dice: "Alégrense y gócense las naciones".   Las misiones empiezan y terminan en la adoración.

 

Si la búsqueda de la gloria de Dios no tiene prioridad por encima de la búsqueda del bien del hombre en los afectos del corazón y las prioridades de la iglesia, el hombre no será bien servido ni Dios será honrado ni reverenciado debidamente.  No estoy abogando por una disminución de las misiones sino que magnifiquemos a Dios.  Cuando la llama de la adoración se quema con el calor del valor verdadero de Dios, la luz de las misiones brillará y alcanzará a la gente más aislada en la tierra.  ¡Y anhelo que ese día llegue!  Cuando la pasión por Dios es débil, el ardor por las misiones será débil.  Las iglesias que no entran en la exaltación de la majestad y belleza de Dios apenas encienden un deseo ferviente de "declarar su gloria entre las naciones" (Salmo 96:3)  Aún los no creyentes perciben la discrepancia entre lo marcado de nuestras declaraciones para con las naciones y la suavidad de nuestro compromiso con Dios.

 

El procesamiento (acusación) de Albert Einstein.

 

Por ejemplo, Charles Misner, un especialista científico en la teoría de la relatividad general, expresó el escepticismo de Albert Einstein en cuanto a la iglesia con palabras que debieran despertarnos de la superficialidad de la experiencia nuestra con Dios en la adoración.

 

"El diseño del universo...es sumamente magnífico y no se debiera pasar por alto.  Más bien, creo que es por esto que a Einstein le importaba poco la religión organizada o de institución; aunque me da la impresión de que él era un hombre básicamente muy religioso.  El debe haberse fijado en lo que el predicador decía de Dios y debe haber percibido que blasfemaba.  El había visto mucho más majestad de la que jamás hubieran los demás imaginado, supongo que simplemente él percibía  que las religiones por las que él pasó no tenían ni brindaban respecto al Creador del Universo."

 

La acusación de blasfemia es grave.  La clave en cuanto a la gravedad de esta acusación es que no se le refleja a Dios en nuestro culto de adoración.  A Dios se le disminuye sin intención.  Para aquellos que se dan cuenta de la magnitud o grandeza de lo que Dios ha hecho, sin mencionar, la grandeza infinita del

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Creador, les parece que a Dios se le ha disminuído en su impresionante grandeza por las rutinas aburridas y repetidas de los domingos en la mañana para llegar a perder contacto con la Realidad la cual consta del Dios de grandeza irresistible

 

Es posible que uno se distraiga de Dios al tratar de servirle a Él.  Así como Marta, descuidamos la única cosa de necesidad, y pronto empezamos a representar a Dios como si Él estuviera ocupado y nervioso.  A. W. Tozer nos advirtió lo siguiente:  "Con frecuencia nosotros representamos a Dios como si estuviera ocupado, ansioso, un Padre algo frustrado con afán de buscar ayuda en cuanto a cumplir Su Plan bueno de llevar paz y salvación al mundo. . . . . Muchísimos llamados misioneros se basan en esta frustración imaginaria del Dios Todopoderoso."

 

Los científicos saben que la luz viaja a una velocidad de 5.87 trillones de millas al año.  También saben que la galaxia de la cual nuestro sistema solar es parte tiene un diámetro de 100,000 años-luz, esto es casi 587,000 trillones de millas.  Es una de casi un millón de dichas galaxias en el alcance óptico de nuestros telescopios más poderosos.  En nuestra galaxia hay como 100 billones de estrellas.  El sol es uno de ellos, una estrella modesta que arde a una temperatura de como 6,000 grados centígrados sobre la superficie, y viaja en una órbita a 155 millas por segundo lo cual quiere decir que se llevará como unos 200 millones de años para llegar a completar toda una vuelta alrededor de la galaxia.

 

Los científicos saben estas cosas y tienen pavor reverencial debido a toda esta maravilla.  Y ellos dicen lo siguiente : "Si hay un Dios personal, como los cristianos dicen, que habló y este universo llegó a existir o ser, entonces hay un cierto respeto, reverencia, maravilla y pavor que se producirían al hablar nosotros acerca de él y cuando lo adoramos."

 

Nosotros que creemos la Biblia sabemos esto aún mejor que los científicos porque hemos oído algo aún más increíble :

 

"¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.  Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio."  (Isaías 40 : 25 - 26)

 

Cada una de los billones de estrellas del universo está allí por la indicación específica de Dios.  Él sabe su número (la cantidad).  Y, lo más asombroso de todo, él las conoce por nombre.  Ellas cumplen el mandato de Dios como sus agentes o representantes personales.  Al sentir el peso de esta grandeza en los cielos, nosotros sólo hemos llegado a tocar la orilla de sus prendas.  "He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos; ¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!  Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?"  (Job 26 : 14).  Es por esto que nosotros clamamos : "¡Exaltado seas sobre los cielos, Oh Dios!"  (Salmo 57 : 5).  Dios es la realidad absoluta que todos en el universo deben reconocer y aceptar.  Todo depende completamente de Su Voluntad.  Todas las otras realidades comparadas con él vienen a ser como las gotas de lluvia al caer en el océano, o también como un hormiguero comparado al Monte Everest.  El ignorarlo a él o el minimizarlo a él es una locura incomprensible y suicida.  ¿Cómo es que uno pueda ser el emisario de este gran Dios sin haber temblado ante él pasmado por  una maravilla gozosa?

 

 

 

 

 

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La Segunda Actividad Más Grande del Mundo.

 

 

El asunto más crucial en las misiones es la centralidad de Dios en la vida de la iglesia.  Ahí donde la gente no está pasmada por la grandeza de Dios, ¿cómo, entonces, puede enviárseles con el mensaje resonante, "Porque grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; temible sobre todos los dioses."  (Salmo 96 : 4) ?  Las misiones no son lo primero ni lo último :  ¡¡¡ DIOS LO ES !!!   Y estas no son sólo palabras.  Esta verdad es el alma de la inspiración misionera y su resistencia.  William Carey, el padre de las misiones modernas, quien se embarcó a India desde Inglaterra en 1793, expresó lo siguiente :

 

"Cuando salí de Inglaterra, mi esperanza de la conversión de India era muy fuerte; pero entre tantos obstáculos moriría a menos que sea sostenida y sustentada por Dios mismo.  Entonces, tengo a Dios, y su Palabra es verdad.  Aunque las supersticiones de los paganos fueran mil veces más fuertes de lo que son y el ejemplo de los europeos fuera mil veces más malo; aunque todos me abandonaran y todos me persiguieran, aún así mi fe, fija en la Palabra segura, saldría victoriosa venciendo todos los obstáculos y estorbos y vencería toda prueba.  La causa de Dios triunfará."

 

El señor Carey y miles como él han sido movidos y motivados por la visión de un Dios grande y triunfante.  Esta visión debe mantenerse en primer plano.  El saborearla através de  la adoración prima sobre el esparcirla através de las misiones.  Toda la historia se dirige hacia una gran meta, la adoración candente de Dios y su Hijo entre toda la gente de la tierra.  Las misiones no se constituyen esta meta.  Más bien son el medio de esta meta.  Y, por esta razón, es la segunda actividad humana más grande del mundo. 

 

 

La Pasión de Dios hacia Dios mismo es la base o fundamento para nuestra pasión.

 

 

Una de las cosas que Dios usa para que esta verdad llegue a impactar a una persona e iglesia es la comprensión asombrosa de que es así también una verdad para Dios mismo.  Las misiones no son la meta final de Dios, la adoración a Dios sí lo es.  Y cuando esta verdad se profundiza dentro del corazón de una persona, todas las cosas cambian.  El mundo a menudo se encuentra de cabeza.  Y todo se ve distinto, inclusive la obra misionera.

 

La base o fundamento final para nuestra pasión de ver a Dios glorificado es su propia pasión de ser glorificado.  Dios es central y supremo en su propio cariño.  No hay rivales para la supremacía de la gloria de Dios en su propio corazón.  Dios no es un idólatra.  Él no desobedece el primer y gran mandamiento.  Con todo su corazón y alma y fuerzas y mente él se deleita en la gloria de sus perfecciones múltiples.  El corazón más apasionado para con Dios de todo el universo es el corazón de Dios.

 

Esta verdad, más que cualquier otra cosa que sé, sella el convencimiento de que la adoración es lo que enciende y la meta de las misiones.  La razón más profunda del por qué nuestra pasión para con Dios debería encender las misiones es que la pasión de Dios para con Dios enciende las misiones.  Las misiones son el desborde de nuestro deleite en Dios porque las misiones son el desborde del deleite de Dios en ser Dios.  Y la razón más profunda del por qué la adoración es la meta en las misiones es que la adoración es la meta de Dios.  Esto se nos confirma através de lo que se registra en la Biblia en cuanto a

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la busca implacable de Dios de la adoración entre las naciones.  "Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle."  (Salmo 117 : 1).  Si esto es la meta de Dios, debe ser la nuestra también.

 

 

El fin principal de Dios es el glorificar a Dios y disfrutarse a Él mismo para siempre.

 

 

Todos mis años de predicar y enseñar de la supremacía de Dios en el corazón de Dios han probado que esta verdad impacta a la mayoría de la gente como si fuera un camión cargado de una fruta desconocida.  Si sobreviven al impacto, descubren que es la fruta más suculenta del planeta.  He sacado a la luz esta verdad acompañada con discusiones extensas en ciertos sitios en que he estado.  Por esto, sólo daré una reseña breve de la base Bíblica.  Lo que estoy afirmando es que la respuesta a la primera pregunta del Catecismo de Westminster es la misma cuando preguntamos en cuanto a Dios como cuando preguntamos en cuanto al hombre.  La pregunta : "¿Cuál es el fin o propósito principal del hombre?"  La respuesta : "El fin o propósito principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutarlo a Él para siempre."  La pregunta : "¿Cuál es el fin o propósito principal de Dios?"  La respuesta : "El fin o propósito principal de Dios es glorificar a Dios y disfrutarse Él mismo para siempre."

 

Otra forma de decirlo es simplemente que Dios es justo.  Lo contrario a la justicia es valorar y disfrutar lo que no es verdaderamente valioso ni provechoso.  Esto es la razón por la cual a la gente se le llama injusta en Romanos 1 : 18.  Ellos suprimen la verdad del valor de Dios e intercambian a Dios por cosas creadas.  De esta manera, conceden poca importancia a Dios y descreditan su valor o mérito.  La justicia es todo lo contrario.  Quiere decir el reconocer el valor verdadero de lo que es, estimarlo y disfrutarlo en proporción a su valor verdadero.  El injusto o inicuo en 2 de Tesalonicenses 2 : 10 se pierde porque rechaza amar la verdad.  El justo o salvo, por lo tanto, es aquel que le da una buena acogida al amor por la verdad.  La justicia es reconocer, acoger, amar y apoyar o defender  lo que es verdaderamente de valor.  Dios es justo.  Esto quiere decir que él reconoce, acoge, ama y apoya o defiende con celos y energía infinitos lo que es infinitamente valioso, a saber, el valor o mérito de Dios.  La pasión de la justicia de Dios y su deleite consisten de demostrar y sostener o defender su gloria infinitamente valiosa.  Esto no es una conjetura vagamente teológica.  Esto mana inevitablemente de docenas de textos Bíblicos que muestran a Dios en la busca implacable de adoración y honor desde la creación hasta la consumación. 

 

Probablemente no hay mejor texto de la Biblia que revele la pasión de Dios para su propia gloria más claramente y de modo terminante que el de Isaías 48 : 9 - 11 donde Dios dice :

 

     "Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte.  He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción.  Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro."

 

He encontrado que para mucha gente estas palabras vienen a ser como 6 martillazos sobre una manera centrada en el hombre de ver el mundo :

 

¡Por amor de mi nombre!

¡Para alabanza mía!

¡Por mí!

¡Por amor de mí mismo!

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¡Para que no sea amancillado mi nombre!

¡Mi honra no la daré a otro!

 

 

Sobre lo que este texto martilla, y lo cual nos llega, es la centralidad de Dios en su propio cariño.  El corazón más apasionado para con la glorificación de Dios es el corazón de Dios.  La meta final de Dios es defender, sostener y demostrar la gloria de su nombre.

 

"entre todas las naciones por amor de su nombre."

 

Pablo aclara totalmente en Romanos 1 : 5 que su misión y llamado al apostolado son por el nombre de Cristo entre todas las naciones : "recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre."

 

El apóstol Juan describió el motivo de los primeros misioneros cristianos de la misma manera.  El escribió para decirle a una de sus iglesias que deberían enviar hermanos cristianos en una manera "digna de Dios".  Y la razón que él da es que "ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los gentiles."  (3 Juan 6 - 7)

 

John Stott comenta así de los dos siguientes textos en Romanos 1 : 5  y  3 Juan 7 :

 

"Ellos sabían que Dios había superexaltado a Jesús, colocándolo a él a la diestra de su Trono y dándole a él el rango más alto para que cada lengua deba confesar su señorío.  Ellos anhelaban que Jesús recibiera el honor debido a su nombre."  Este anhelo no es un sueño sino una certeza en lo profundo de toda nuestra esperanza, cuando todo lo demás no sirve, nosotros nos afianzamos en esta gran realidad : el Dios infinito; el Dios todo suficiente es infinita, inquebrantable, y eternamente entregado a la gloria de su gran y santo nombre.  Por el amor de su fama o reputación entre las naciones, él actuará.  Su nombre no será amancillado para siempre.  La misión de la iglesia saldrá victoriosa.  Él justificará a su pueblo y su causa en toda la tierra. 

 

La ausencia de la pasión de Brainerd por Dios es la gran causa de la debilidad misionera en las iglesias.  Esto era el parecer de Andrew Murray hace 100 años :

 

"En tanto que buscamos saber el por qué, considerando los millones de cristianos, el ejército verdadero de Dios que lucha las huestes de la oscuridad es tan reducido, la única respuesta es la falta de corazón.  El entusiasmo del reino hace falta.  Y es debido a eso que hay tan poco entusiasmo por el Rey."

 

El celo de la iglesia por la gloria de su Rey no surgirá hasta que los pastores, los líderes de misiones y los profesores del Seminario enfaticen mucho más el Rey.  Cuando la gloria de Dios mismo sature nuestra predicación, enseñanza, conversación y escritos, y cuando él predomine por encima de nuestra charla de métodos, estrategias, palabras psicológicas y tendencias culturales, de esta manera la gente podría empezar a sentir que él es la realidad central de su vida y que la propagación de su gloria es más importante que todas las posesiones y todos sus planes.

 

 

 

 

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El llamado de Dios.

 

Dios está llamándonos sobre todo lo demás a ser la clase de gente cuyo tema y pasión es la supremacía de Dios en toda la vida.  Ninguno podrá surgir a la magnificiencia de la causa misionera que no siente la magnificiencia de Cristo.  No habrá ninguna visión grande del mundo sin un Dios grande.  No habrá pasión de incluir a otros en nuestra adoración donde no hay pasión para con la adoración.

 

Dios busca con pasión omnipotente un propósito universal de reunir a los adoradores gozosos para sí mismo de cada tribu, lengua, gente y nación.  Él tiene un entusiasmo incansable por la supremacía de su nombre entre las naciones.  Por lo tanto, empatemos nuestro afecto con el suyo, y, por amor de su nombre, dejemos, renunciemos a la búsqueda de comodidades mundanas, y unámonos a su propósito universal.  Si hacemos esto, el compromiso o entrega omnipotente de Dios a su nombre estará sobre nosotros como un estandarte, y no perderemos a pesar de muchas tribulaciones  (Hechos 9 : 16 y Romanos 8 : 35 - 39).  Las misiones no son la meta final de la iglesia.  La adoración lo es.  Las misiones existen debido a que la adoración no existe.  La Gran Comisión es primero para que te deleites tú mismo en el Señor (Salmo 37 : 4).  Y luego para declarar : "¡Alégrense y gócense las naciones!" (Salmo 67 : 4).  De esta forma Dios se glorificará de principio a fin y la adoración facultará la obra misionera hasta la llegada del Señor.

 

"Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso ; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.  ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado."  (Apocalipsis 15 : 3 - 4)

 

John Piper.