La
Palabra de Dios en el ministerio de aconsejar:
por Pablo David Tripp
Un método que usa el consejero bíblico es la tarea que regularmente se asigna al aconsejado, que aplica los principios bíblicos que van a gobernar su problema. Una tarea adecuada y bien pensada puede jugar un papel esencial en el proceso de cambio. El escritor cristiano Jay Adams escribió: «Los consejeros bíblicos han descubierto que la tarea que se asigna, es uno de los aspectos más vitales y eficientes que pueden ayudar en el ordenamiento del ministerio de consejos». ¿Por qué la asignación de tareas? Por cierto que no hay un texto que lo pruebe. Por lo tanto, ¿es la asignación de tareas simplemente cuestión de descubrir por casualidad una técnica que ha sido demostrada en forma pragmática? ¿Goza de apoyo bíblico?
Las
tareas para el aconsejado han sido un énfasis consecuente en el ministerio de
consejos bíblicos porque el uso de tareas está regido por doctrinas bíblicas
fundamentales. Para el consejero bíblico la teología no es sólo una cuestión
del contenido de la fe y la práctica.
La teología bíblica también aborda el proceso
de modificación de creencias y comportamientos: tanto los métodos de consejería
(por parte del consejero) como la santificación progresiva (por parte del
aconsejado). Los métodos para los consejos bíblicos emergen de la Biblia. Lo
que el consejero bíblico realiza durante las sesiones de consejos (y pide que
hagan los aconsejados) debe estar en un todo de acuerdo bíblicamente con lo que
él o ella dice. Como método, la tarea
asignada es una prolongación lógica y práctica de aquello que hace de los
consejos bíblicos algo singular y distintivo.
En
estos dos artículos hablaré de cinco doctrinas que rigen el uso de tareas que
se asignan al aconsejado.
1. La doctrina de la
Escritura
Manuel
había sido miembro de la iglesia durante un largo tiempo. En los últimos años
había enfrentado dificultades: su esposa murió luego de una larga enfermedad;
su empresa farmacéutica se vio afectada por nueva competencia; una vieja lesión
deportiva recrudeció y comenzó a hacerlo cojear; y la congregación se
comprometió a un programa de ampliar el templo a pesar de la oposición de
Manuel. Su carácter se fue volviendo cada vez más áspero a medida que las cosas
no salían como él quería. Él está amargado, desilusionado, infeliz, lleno de
quejas, disgustado con Dios, con el prójimo y con las circunstancias. ¿Cómo
ayudar a Manuel? ¿Qué función puede tener la tarea que se asigna?
Por
definición, los consejeros bíblicos están comprometidos a reconocer la
autoridad y suficiencia de las Escrituras. En razón de este compromiso ellos
consideran los problemas humanos desde la perspectiva de la verdad de la
Palabra de Dios. Por ejemplo, la Biblia trata en detalle el problema de Manuel
en los muchos pasajes sobre el problema de las «quejas» por lo que anhelamos o
por el temor en situaciones de estrés (Nm. 11-21; Fil. 2:14-16; etc.). Se
desprende, entonces, que los consejeros bíblicos quieren ayudar a sus
aconsejados a pensar bíblicamente sobre las cuestiones de la vida. La mente de
Manuel necesita ser renovada; él necesita procesar las dificultades de la vida
como Dios lo indica.
El
consejero bíblico proporciona mucho más que un oído atento y palabras
alentadoras de comprensión y apoyo: escucha, se conduele con un hombre tentado,
probado y que a veces falla, pero también conduce a Manuel a entenderse a sí
mismo y a su problema bíblicamente a la luz de quién es Cristo. El
entendimiento bíblico conduce a acción, a hacer lo que es bíblicamente
apropiado en cada fase de la situación. El consejero bíblico, entonces, trabaja
para que el aconsejado vaya a la Palabra de Dios a fin de que el programa
diario del aconsejado sea cada vez más bíblico. Tal vez Manuel quiera descargar
quejas y quiera probarse a sí mismo y probarle a usted que la vida es
deplorable. Dios quiere que Manuel se arrepienta de las quejas y que en los
tiempos difíciles viva para gloria de Dios.
La
tarea asignada al aconsejado le permite extraer por sí mismo las riquezas de la
Escritura para obtener entendimiento, convicción, promesas y dirección en la
vida. La tarea pensada bíblicamente le da al consejero la agradable oportunidad
de sorprender al aconsejado con la sabiduría personal y práctica de la Escritura
que habla a los aspectos específicos de su vida particular al decir:
«Consideremos el ejemplo de quienes pasaron por dificultades y cómo fueron
tentados a responder en esa situación (Nm. 11-21). Consideremos lo que Dios
quiere hacer en medio de esas dificultades en que la gente se da cuenta de cuán
frágil es la vida (Dt. 8). Consideremos a lo que Dios quiere que usted haga
para el problema de sus quejas y por volverle la espalda a Él (Fil. 2:1-16)».
La
tarea bíblica requiere compromiso. Al inicio mismo de las sesiones de consejos,
la tarea pone al aconsejado bajo la autoridad de Dios en la Escritura. Todos
los caminos de Dios son rectos y todas sus palabras son verdad, de manera que
la tarea asignada requiere que el aconsejado aprenda a examinar cada pregunta
según la Escritura. Requiere que los aconsejados se esfuercen por estudiar de
manera de llegar a una sabiduría bíblica funcional en las cuestiones de la
vida. La tarea asignada necesita que el aconsejado haga a un lado su propia
interpretación y adopte la de Dios. Requiere que el aconsejado tenga una vida
regida y moldeada por los principios de la Biblia, no por emociones o deseos
personales.
En
resumen, la tarea asignada aplica de manera práctica la doctrina de la
autoridad y suficiencia de la Palabra de Dios en la vida del aconsejado.
Requiere razonamiento y acción acordes con la enseñanza de la Escritura. Nuestra doctrina de la Escritura requiere
que en tareas asignadas, los aconsejados vayan a la Biblia.
2. La doctrina de la
responsabilidad humana
Cuando
entraron a mi oficina, Guillermo y Alicia ofrecían un espectáculo patético.
Guillermo estaba rígido y silencioso, mientras que Alicia rompió a llorar antes
que comenzara el diálogo. Finalmente hice mi primera pregunta: «Díganme por qué
vinieron a verme. ¿Cuál es el problema que tienen?» Al mismo tiempo ambos
dijeron una palabra que resumía la evaluación de su problema matrimonial.
Guillermo dijo: «Alicia». Alicia dijo: «Guillermo».
Como
consejero, quien estaba en problemas era yo. Ni Guillermo ni Alicia habían
venido como aconsejados. Cada uno pensaba que el problema era del otro. Cada
uno estaba diciendo que si el otro se componía, todo se iba a arreglar. Para un
consejero ésta es una situación difícil ya que nadie está asumiendo la
responsabilidad por los problemas de la relación o por los cambios que deben
ocurrir. Los consejos así no llegarían muy lejos a menos que cada uno comenzara
a aceptar la responsabilidad por los problemas existentes y por los cambios
necesarios. ¿De qué manera la tarea que se asigna ayuda a que los aconsejados
concentren su atención donde corresponde?
Obviamente,
el tema de las responsabilidades es de importancia crucial para el consejero
bíblico. La Escritura indica que cada uno de nosotros es responsable ante Dios.
Cada persona dará cuenta de cada palabra y cada acción. Dios nos llama a un
autoexamen sincero, a confesión sincera y a arrepentimiento sincero. La
Escritura nos llama a preocuparnos más por la viga en nuestros ojos que por la
paja del prójimo (Mt. 7:3-5). Dios pide que la gente cambie los dedos
acusadores por un examen del corazón.
La
doctrina de la Escritura requiere que en las tareas asignadas los aconsejados
escuchen a Dios. Esta doctrina de responsabilidad humana requiere otra clase de
tarea: el mirarse a uno mismo. La función de la tarea asignada es dirigir el
enfoque del ministerio de consejos. Un adecuado autoexamen hace que el enfoque
principal no sean las acciones de otros sino la manera en que el aconsejado
responde a las circunstancias. La tarea que se asigne a Guillermo y Alicia hará
que ellos sean responsables por su participación momento a momento y día a día
en el proceso de cambio. La tarea asignada se centra en lo que se espera de
ellos. Hace que la gente deje de creer que otras personas o circunstancias
cambiarán y harán más fácil la vida. Lleva a la gente a dejar de esperar que el
consejero realizará maravillas que producirán cambio. Concentrarse en la
responsabilidad personal hace que la esperanza esté en Dios y en el poder del
evangelio para cambiar al aconsejado.
La
tarea que se le asigna requiere que el aconsejado comience a entenderse a sí
mismo ante Dios, a confiar su vida a Dios y a caminar en forma responsable ante
Él. Además la tarea contribuye a que el aconsejado sea responsable por los
cambios que deben tener lugar en relación a Dios y al prójimo. Él no va a la
sesión de consejos para sentarse pasivamente ante un padre espiritual, sino que
el consejero es guía y maestro y le muestra al aconsejado la parte que debe
tener en el proceso de cambio.
Los
seres humanos son responsables, y de este hecho surgirá una tarea adecuada para
el aconsejado. Esto es importante porque va en contraposición al impulso y
dirección de la caída del hombre y de nuestra cultura. Guillermo y Alicia viven
en una sociedad que ha institucionalizado el hábito de echar culpas. A esto se
agrega la tendencia natural que tienen los corazones humanos de erigir
elaborados sistemas de excusas y culpa, y al mismo tiempo cerrar los ojos al
mal que hay en nosotros. Uno comienza a comprender qué importante puede ser la
tarea asignada que conduce al aconsejado a tener parte activa autoexaminándose
y realizando cambios en virtud de la esperanza en Dios y la dependencia de
Dios. Nuestra doctrina de
responsabilidad humana requiere que en la tarea que se asigna a los
aconsejados, éstos hagan una pausa y se miren a sí mismos con precisión.
3. La doctrina de Dios
A
Susana le temblaba la voz. Su ansiedad era evidente: –Empezaré a ir al
consejero otra vez. Estoy terriblemente nerviosa. Ya he consultado a ocho
terapeutas. Fui hospitalizada y hasta me hicieron terapia electro-convulsiva.
He probado infinidad de tratamientos medicinales. He tratado de tomar
resoluciones al empezar el año. He ido de vacaciones. He tratado de conseguir
empleo y ver si mejoro. He probado grupos de apoyo. He acudido a especialistas
en sanidad interior para ver si las cosas espirituales podían curar mis heridas
internas. He cansado a todos mis amigos con tantos problemas que tengo. He
tratado.
¿De
qué manera la tarea que le asigne el consejero podría ayudar a Susana?
Los
consejeros bíblicos se diferencian de todo otro sistema porque creen que Dios
es quien cambia a las personas. El elemento distintivo de la consejería bíblica
es la confianza en un Dios redentor que tiene poder para cambiar
fundamentalmente el corazón del hombre. El consejero bíblico se ve a sí mismo
no como el creador del cambio sino como un instrumento en las manos de Aquel
que puede producir un cambio mejor del que todo consejero o aconsejado pueda
esperar o imaginar.
El
problema estriba en que en medio de la presión de las circunstancias y el
egocentrismo de la carne, la gente saca de su mira a Dios. Pero éste no es un
fenómeno novel. Cuando acampó frente al Mar Rojo, el pueblo de Israel se sintió
aterrorizado al ver que el ejército de Egipto los perseguía. Israel perdió de
vista a Dios, dejó de ver su amoroso control y su propósito redentor. Los
primeros versículos de Éxodo 14 dejan en claro que la situación no estaba fuera
de control, que Israel no había sido abandonada y que Dios tenía un propósito
para toda esa experiencia.
El
pueblo de Israel no difería mucho de Susana. Como había sucedido con Israel,
Susana perdió de vista a Dios y perdió de vista el señorío divino sobre las
circunstancias, y el poder divino para permitirle hacer todo lo que Él la había
llamado a hacer en medio de lo que Susana estaba experimentando. A menudo los
aconsejados no interpretan las circunstancias desde la perspectiva de la gran
verdad de que Dios existe, y continúa teniendo control amoroso y redentor sobre
todas las cosas. Y como no interpretan su situación de acuerdo a Dios, a su
carácter y a su obra, ellos responden a lo que sucede como si estuvieran solos.
El no estar conscientes de Dios moldea el razonamiento y el comportamiento de
los aconsejados.
La
tarea para el aconsejado proporciona una grandiosa oportunidad para que Dios
vuelva a estar en la mira. La tarea asignada que pone la mira en Dios y en la
obra de Dios por su pueblo, hace que Susana interprete las circunstancias de
manera radicalmente diferente. La tarea que le da al aconsejado conciencia de
Dios, ayuda a clarificar de qué cosas es responsable en la situación, y qué
cosas debe confiar a Dios. La tarea centrada en Dios suele hacer que el aconsejado
deje de depender en el consejero y entre en una más profunda y confiada
dependencia de Dios. El aconsejado que tiene a Dios en la mira, verá sus
propios fracasos, debilidades e incapacidades sin tener miedo; su esperanza
está en Dios, y puede prestar una atención disciplinada y tranquila a las cosas
que Dios lo ha llamado a hacer, mientras al mismo tiempo deja en manos de Dios
las cosas que no puede hacer.
Nuestros
aconsejados deben ver a Dios tal como Dios es. Susana debe comprender la parte
que Dios tiene en su vida. Ella debe empezar a entender qué es lo que Dios
quiere de ella como hija de Dios.
La
existencia de Dios y su obra deben ser los principales intérpretes de la
experiencia personal para el aconsejado. Se hacen vitales los estudios bíblicos
donde Dios ocupa un lugar central. Estos estudios deben incluir:
1.
Quién es Dios: su carácter y sus atributos;
2.
Cómo obra Dios: su proceso de santificación, su control soberano, y su gracia y
perdón;
3. La
relación del aconsejado con Dios: identidad en Cristo y adopción como hijos;
cómo tener un encuentro con Dios; cómo servir a Dios en el Espíritu Santo;
4.
Estudios de ejemplos en la Escritura: Dios obrando para bien de su pueblo. Dios
el que cumple sus promesas.
La
tarea que centra la atención en estas verdades sobre Dios, pondrá en una
correcta perspectiva bíblica las circunstancias y problemas del aconsejado. La
verdad quita los ojos del aconsejado de los dilemas del momento y lo lleva a
mirar con confianza y esperanza al autor y consumador de la fe. Es importante
hacer más que simplemente decir estas verdades al aconsejado. Los aconsejados
deben tener parte en el proceso de examinar las Escrituras de manera que la
poderosa presencia de Dios se grabe indeleblemente en sus corazones. Nuestra doctrina de Dios requiere tareas
asignadas en que los aconsejados tengan un encuentro con Dios.
4. La doctrina del
pecado
Cuando
Diego y María vinieron en busca de consejos matrimoniales, resultó claro que
los problemas que tenían no eran nuevos. Su matrimonio siempre había estado en
conflicto. Diego era exigente, perfeccionista, un hombre demasiado volcado a su
trabajo que consideraba el fracaso como una maldición y el tiempo libre como
una evidencia de irresponsabilidad. Siempre exigía mucho de su esposa y la
juzgaba con dureza cada vez que el trabajo de ella no era un éxito rotundo. La
forma en que se comunicaba con María y con sus hijos era negativa y cínica.
Por
su lado María vivía enojada y diariamente se repetía la lista de las cosas
malas de Diego para con ella. Podía recordar dichos incidentes muy
detalladamente. A su manera le hacía la guerra a Diego todos los días. A su
manera le devolvía los golpes una y otra vez. Sin embargo, María no se veía a
sí misma como una persona enojada. Era bastante santurrona y farisaica, y se
consideraba una víctima desvalida que vivía un infierno constante. ¿Cómo
entendemos el problema de Mary? ¿De qué manera la tarea que ella haga
contribuirá a que tanto ella como el consejero vean las cosas tal cual son?
Los
problemas de los aconsejados van más allá de su comportamiento. Van más allá de
los sentimientos. Van más allá de los rótulos que nuestra sociedad le pone a
los problemas. Hay problemas más fundamentales que los hábitos, las acciones y
las palabras. La responsabilidad del consejero bíblico va más allá de cambiar
un comportamiento por otro, un sentimiento por otro, una percepción por otra. La
responsabilidad del consejero bíblico es ir a la raíz del problema del
aconsejado.
El
consejero bíblico tiene la característica de preocuparse por el «corazón», como
la Biblia lo define. Éste es un enfoque radical en una cultura que ni siquiera
cree que existe el corazón. En la psicología moderna el término sólo funciona
como anacronismo. En las psicologías cristianizadas el término está cargado de
todo tipo de bagaje secular: oímos que hay «corazones lastimados» o «corazones
necesitados» o que el corazón es un depósito de heridas reprimidas y recuerdos
penosos. Ninguna de estas definiciones es cierta. Cuando el control lo tienen
las categorías seculares, la causa de los problemas humanos inevitablemente
estará mal diagnosticada.
Por
cierto que nuestros aconsejados han recibido la influencia del debate cultural
contemporáneo sobre el problema. Para que haya un cambio fundamental y
duradero, el aconsejado debe entender el problema desde el punto de vista
bíblico. El aconsejado debe obtener una definición bíblica del pecado. Y dicha
definición no puede hacer otra cosa que incluir el tema del corazón.
La
Escritura declara que las raíces de los problemas humanos están en el corazón. Las
raíces del pecado están allí. Lo que produce el fruto de las palabras y las
acciones de una persona, es el sistema fundamental del corazón (He. 4:12; Gn.
6:5). Lo que controla el corazón moldea la conducta y tiene influencia sobre
cada aspecto de la vida de una persona.
Cristo
lo dijo de una manera clara y sencilla. Lo bueno proviene de lo bueno que ha
sido guardado en el corazón, y lo malo proviene de lo malo que ha sido guardado
en el corazón. Los problemas del fruto están directamente relacionados con los
problemas de la raíz. Sin embargo, pocos aconsejados llegan preparados para
examinar su corazón. Muy a menudo están dispuestos a lo externo. Quieren que el
«problema» situacional sea removido o arreglado, de manera sentirse felices
otra vez. O lo que desean que suceda en su interior es que simplemente
desaparezcan los sentimientos desagradables.
Ezequiel
14:5 dice que Dios tiene otro plan: tomar el corazón de quienes se han alejado
de Él. Él vuelve a ganarse el corazón de su pueblo para que su pueblo lo sirva
a Él y sólo a Él. El consejero bíblico también debe tener este objetivo en
cuanto al corazón.
Nuevamente
aquí la tarea asignada se vuelve importante. La Escritura actúa como un espejo.
A medida que el aconsejado se mira en ella con atención, se ve a sí mismo tal
como es. Hebreos 4:12 explica que la Escritura es la gran reveladora de los
misterios del corazón. La Escritura puede atravesar y descubrir los
pensamientos y las intenciones que están allí y que moldean la conducta del
aconsejado.
El
aconsejado necesita ver que su corazón está interactuando con todo lo que
sucede a su alrededor; y si su corazón no está controlado por Dios, el
aconsejado no habrá de responder a las circunstancias de la manera ordenada por
Dios. Por ejemplo, según el apóstol Santiago la causa del conflicto humano son
los deseos que batallan en el corazón (Stg. 4:1). En razón de estos deseos allí
arraigados, los seres humanos están en guerra unos con otros. Es crucial que el
aconsejado reconozca y admita los pensamientos y las intenciones de su corazón
ya que en base a esto se genera la respuesta a la vida. ¿De qué manera la tarea
específica para el aconsejado se basa en la doctrina del pecado?
Yo le
pedí a María que escribiera un diario de sus conversaciones con Diego. Le dije
que lo hiciera durante varias semanas. Yo sabía que el enojo sería uno de los
temas recurrentes, y estaba en lo cierto. Cuando leí el diario, marqué con rojo
todos los lugares donde se evidenciaba enojo. Había color rojo en todo el
diario. Y mientras María escribía su diario, le asigné como tarea que estudiara
Ezequiel 14:1-5, Lucas 6:43 y sig., y Santiago 4. Mary comenzó a ver su
corazón, comenzó a ver el enojo que regía su vida y la manera en que ese enojo
moldeaba su comportamiento hacia Diego.
Un
diario cuidadosamente planeado y organizado, unido a tareas bíblicas sobre el
corazón, obrará para que la preocupación del aconsejado sea asumir
responsabilidad por un cambio fundamental y de raíz. Obrará para corregir las
falsas creencias culturales sobre la causa del problema del aconsejado, y
atravesará la ceguera causada por el engaño del pecado.
El
pecado es identificado a la luz de las alternativas: rectitud, pacificación,
amor, obediencia, resolución de problemas. María se apega al evangelio de
Cristo, y a medida que identifica lo que está mal (lo abandona), también
comienza a ver lo que Dios quiere que ella haga (lo incorpora a su vida). La
tarea se vuelve específica y tiene que ver con la pacificación: búsqueda de
perdón, aprender a confrontar en amor y humildad, hechos de amor tangible aun
cuando el prójimo actúe como un enemigo. La tarea se convierte en la ocasión
para planear las «buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviéramos en ellas» (Ef. 2:10) en situaciones particulares. Nuestra doctrina de pecado requiere una
tarea que lleve a los aconsejados a repensar la manera en que entienden sus
problemas, y luego los conduzca a cambios específicos en la vida.
5. La doctrina de la
santificación progresiva
Miguel
dijo: —Pero ya lo he intentado. He hecho todo lo que Dios nos ordena hacer en
cuanto a la codicia, pero nada funciona. Me he arrepentido. He orado. Le he
entregado el control al Señor. He reprendido a Satanás. A veces creo que ya he
solucionado el problema para siempre, pero al mes vuelvo a caer.
El
consejero hizo más preguntas sobre otras cosas: las circunstancias en que
Miguel cayó en inmoralidad, si Miguel había compartido con algún cristiano
maduro cuáles eran sus luchas, y si Miguel estaba buscando algo que solucionara
las cosas de una vez y para siempre. Las repuestas fueron previsibles. Miguel
prácticamente no sabía nada sobre la manera en que funciona la vida cristiana y
los medios de gracia que emplea Dios.
El
teólogo Berkhof describe de esta manera el proceso de santificación: "...
la santificación es una obra cuyo autor es Dios, no el hombre.... Sin embargo,
se diferencia de la regeneración en que el hombre puede y debe esforzarse para
una santificación siempre en aumento usando los medios que Dios ha colocado a
su disposición. Esto se enseña claramente en la Escritura: 2 Corintios 7:1;
Colosenses 3:5-14; 1 Pedro 1:22».
¿Cuáles
son los medios que utiliza Dios para santificar a sus hijos? Los tres medios
más prominentes en el Nuevo Testamento son: la Palabra de Dios, la providencia
de Dios y el ministerio de edificación que tiene el cuerpo de Cristo. Estos
tres medios conforman la consejería bíblica. La consejería es el ministerio de
la Palabra de creyente a creyente en el contexto de lo que Dios está haciendo
en la situación de una persona. La consejería bíblica inmediatamente reconoce
la autoridad de la Palabra de Dios, la soberanía de Dios sobre las
circunstancias, y el llamado del cuerpo de Cristo a un ministerio personal de
un cristiano hacia otro.
¿De
qué manera esto se relaciona con las tareas que se asignan al aconsejado? Dichas
tareas proporcionan una oportunidad para que el aconsejado entienda el
propósito santificador de Dios y participe en ese proceso. La tarea pide del
aconsejado participación en las disciplinas de santificación, particularmente
el estudio de la Palabra, persistencia al aplicar la Palabra de Dios en
acciones de fe y obediencia, y sumisión al ministerio de edificación, ánimo y
exhortación que tiene el Cuerpo de Cristo.
La
tarea le enseña al aconsejado que el crecimiento en la gracia no ocurre con
rayos y truenos ni encuentros mágicos sino con una humilde, sincera, obediente
y práctica aplicación de la Palabra de Dios a la situación específica de la
experiencia diaria. En la santificación, ¿a qué llama Dios a sus hijos sino a
seguir, a no ceder, a abandonar, confiar, despojarse y vestirse, correr,
obedecer, dar muerte, estudiar, huir, resistir, etc....? La tarea toma este
llamado de Dios y lo aplica con especificidad a la situación del aconsejado. La
tarea asignada pide que en el contexto de la circunstancia particular, el
aconsejado haga lo que Dios lo ha llamado a hacer como participante de su
misericordia santificadora.
La
tarea para el aconsejado también es adecuada para el prolongado proceso de la
santificación. Las metáforas que en la Escritura hallamos sobre la
santificación --por ejemplo correr la carrera, crecer de la niñez a la adultez,
y el crecimiento de la semilla hasta ser una planta madura-- describen la
santificación como un proceso prolongado. En realidad, es un proceso que abarca
toda nuestra vida. La tarea ayuda a cortar con la expectativa de una solución
instantánea. La tarea ayuda al aconsejado a creer en un proceso de cambio paso
a paso. La tarea va marcando la importancia de cada paso que se da en el nombre
de Dios, erigiendo mojones a los que se puede volver a mirar en alabanza a
Dios. Un diario o un cuaderno de notas funcionará como un registro alentador
del progreso que ha tenido lugar a medida que Dios ha usado el ministerio de
consejos para continuar su obra de santificación.
Por
último, la tarea asignada por el consejero presenta un desafío a la actitud de
tener «derecho a la vida privada» según manifiestan muchos cristianos en su
experiencia cristiana. A menudo a la santificación se la considera un asunto
privado entre la persona y Dios. Pero es imposible leer Efesios 4 y 1 Corintios
12 y llegar a la conclusión de que la santificación es un asunto individual. La
esencia de la tarea que asignan los consejeros es que demanda responsabilidad y
sumisión ante otros cristianos. Requiere que el aconsejado sea sincero ante
Dios y ante el consejero, uno de sus instrumentos de redención. La tarea se
asigna para que el aconsejado la lleve a cabo durante la semana y la comente
con el consejero en la sesión de consejos. Requiere que, con gratitud a Dios,
el aconsejado abandone el orgullo y el temor que lo llevan a esconderse de
aquellos a quienes Dios ha levantado para ayudar y actuar. Nuestra doctrina de santificación progresiva requiere asignaciones de
tareas que animen a los aconsejados en el proceso de cambio y los conecten a
otras personas de una manera continua.
Resumen
Nuestra doctrina de la Escritura
requiere que en tareas asignadas, los aconsejados vayan a la Biblia.
Nuestra doctrina de responsabilidad
humana requiere que en la tarea que se asigna a los aconsejados, éstos hagan
una pausa y se miren a sí mismos con precisión.
Nuestra doctrina de Dios requiere tareas
asignadas en que los aconsejados tengan un encuentro con Dios.
Nuestra doctrina de pecado requiere
una tarea que lleve a los aconsejados a repensar la manera en que entienden sus
problemas, y luego los conduzca a cambios específicos en la vida.
Nuestra doctrina de santificación
progresiva requiere asignaciones de tareas que animen a los aconsejados en el
proceso de cambio y los conecten a otras personas de una manera continua.
La
tarea asignada es una parte esencial de la consejería bíblica. Utilizarla está
de acuerdo con las doctrinas que proporcionan el fundamento para un ministerio
de consejos verdaderamente bíblico, como he ilustrado en los cinco ejemplos de
más arriba. La tarea proporciona una manera para que esas doctrinas se
conviertan en los principios prácticos que operan en la vida diaria de cada
aconsejado.
Pablo
David Tripp es Director Académico de la fundación de Consejería y Educación
Cristiana y maestro de consejería de Westminster Theological Seminary en
Filadelfia, EE.UU.
Tomado del Journal
of Biblical Counseling (Vol. 11, Número 2, Invierno 1993), usado con permiso.
Traducido y adaptado para AP por Leticia Calçada