Fe Razonable

Por

Roger Smalling


Imaginé que 20 años de experiencia en el campo misionero haría de mi un hombre invencible con gran fe y poder. Aunque Dios me ha enseñado muchas lecciones, todavía encuentro áreas en que existe luchas de fe.

El ministerio misionero tiene cierta manera de infundir la fe en una persona. Algunas veces es la fe o fracasar; la fe o caer. A veces las circunstancias difíciles me han transformado en un estudiante indispuesto, y ocasionalmente me he sentido más como un conscripto que como un voluntario.

Me molesto cuando yo veo que algunos predicadores declaran su fe de maneras jactanciosas. En las charlas privadas con tales personas, he notado en ellos los mismos temores y frustraciones que nos acechan a todos nosotros.

Un evangelista compartió conmigo su dificultad de confiar en Dios con respecto a sus finanzas. Esta confesión humilde me bendijo y nos impulsó a una discusión de cómo nuestras fuerzas mutuas están designadas para compensar las debilidades de los demás. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros...”. Stgo. 5:16

La fe es una virtud delicada. Muchos acostumbran usar la palabra “fe” para describir una gran variedad de virtudes o actitudes, sin entender la enseñanza bíblica sobre ella. La fe tiene varias falsificaciones. Por lo tanto es imprescindible identificar la diferencia entre la fe y estas falsificaciones.

La Fe Está Involucrada Con Planificación Sabia

”Y les dijo: ‘Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo?’ Ellos dijeron: ‘Nada.’ Y les dijo: ‘Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.” Lucas 22:35-36.

Jesús expresa aquí dos clases de fe en la cual el creyente puede caminar. Primero, mandó a los discípulos en una aventura de fe, sin dinero, sin cambio de ropa. Salieron y predicaron, guiados por el Espíritu. Dios hizo milagros y proveyó todas sus necesidades.

Sin embargo, cuando regresaron, Jesús les dijo, “Pero ahora os digo...” ¿Por qué tal cambio de instrucciones? Cristo les estaba enseñando que andar sin preparaciones ordinarias, bajo una guía especial de Dios, era una clase de fe fuera de lo común. Pero la vida cristiana ordinaria es diferente. La vida de fe ordinaria está involucrada con una planeación adecuada bajo la guía del Espíritu, con la confianza de que Dios hará funcionar bien Sus planes.

A veces, nuevos misioneros caen en esta trampa. Van al campo misionero sin una ayuda económica adecuada, “confiando en Dios”. Siempre llegan a ser pobres, sin sostén adecuado. Sin embargo, Dios, por su misericordia, provee sus necesidades por medio de milagros de provisión. Pero esta clase de situación no es lo mejor para ellos. Necesitan aprender que el proceso de fe normal está involucrado con la buena planeación bajo la guía del Espíritu.


Algunos piensan en el maná del desierto como el ejemplo ideal de la provisión milagrosa y de la guía divina. Pero los judíos estuvieron en el desierto por causa de su incredulidad. Tal vida de desierto no era la vida de abundancia que Dios querría para ellos. ¿Qué sucedió, pues, cuando entraron en la Tierra Prometida? ¡Se terminó el maná! La provisión milagrosa se acabó. En lugar de eso, ellos plantaron mieses, planearon los días de fiesta, y trabajaron como cualquier pueblo. Su fe en Dios se manifestaba por el proceso ordinario de sembrar y cosechar. Esto, no el desierto, es la vida de fe.

Conozco una iglesia en Tejas que decidió construir una nueva Escuela Dominical, supuestamente “por la fe”. Compraron materiales y empezaron a cavar el cimiento al lado de la Iglesia, sin planos y sin dinero. Pronto vino la policía para preguntar, “¿Dónde está su autorización civil para la construcción?” Fin del proyecto.

La Fe Es Activa

Las personalidades pasivas son susceptibles a imaginar que su temperamento pasivo es un manifestación de fe fuerte. Suponen que la fe es una confianza apacible en Dios que no requiere actividad de su parte. Santiago Cap. 2 afirma que la fe, no acompañada con obras, permanece estéril.

Algunas iglesias predican poco sobre Santiago capítulo 2 por temor a que alguien pudiera pensar que están proclamando la salvación por obras. Sin embargo, la afirmación de Santiago de que “La fe sin obras es muerta” revela una verdad esencial. Debemos distinguir entre la mera aprobación mental versus la fe activa. Sin obras, la fe permanece estéril.

Observemos cómo Dios envió agua al Rey Josafat en II Reyes 3:16-17. Dios les hizo cavar fosos primero. ¿No pudo Dios cavar Sus propios fosos? Claro. Pero Dios quiso que ellos demuestren la realidad de su fe.

El orden correcto de eventos es importante. Primero, Dios les dio la promesa de que iba a enviarlos agua. Luego requirió una manifestación práctica de fe de parte de ellos. Una vez cavados los fosos, Dios envió la aguas.

La Fe Es Superior A La Esperanza

Aun el infierno podría ser tolerable si este tuviera esperanza. No minimizamos esta virtud importante. La esperanza es una cierta expectativa de que algo bueno podría suceder en el futuro. La fe, sin embargo, es una acción en un tiempo presente. La fe piensa en una promesa de Dios como un hecho legalmente realizado.

Las personas viven frecuentemente en esperanza, sin resultados, imaginándose que ellas están ejercitando la fe. ¡Qué trágico! Con un poco de instrucción en como acertar la voluntad de Dios y confiar en la promesa, la esperanza podría ser transformada en una fe productiva.

Una buena manera para poner a prueba esta diferencia es preguntarle a una persona, “Qué le ha dicho Dios con respecto a esto?” La mirada atónita de la persona revelará que la persona tiene una esperanza, no la fe.

A veces notamos este malentendimiento en los enfermos que piden oración para ser sanados. Piden con la esperanza de recibir mejoría, aunque viven en pecado, el hogar lleno de ídolos, y con poca intención de entregarse plenamente a Cristo. Luego, imaginan que la “fe” en Dios ha fallado. No se dan cuenta que la fe cuesta mucho más que la esperanza.

¿Qué es lo que cambia la esperanza en fe? Solamente una promesa de Dios puede hacerlo. Yo insisto que nuestros convertidos reconozcan promesas de Dios, las escriben y las revisan periódicamente. Sin un entendimiento de las promesas de Dios, un Cristiano no avanza espiritualmente.

La vida de Abrahán ilustra bien esta verdad. Abrahán deseaba un hijo mucho antes de que Dios le diera las promesas. Tenía la esperanza de que algún día Sara concebiría. Pero cuando vino la promesa, sus esperanzas se transformaron en fe, porque tenía algo mas sólido en apoyarse. Sus esperanzas se transformaron en una fe sólida.

Tratar de tener fe sin una promesa de Dios es frustrante. Eso no es fe, sino solamente la esperanza. Es la promesa que da certeza a la esperanza y la transforma en fe. Así dice Hebreos 11:1-“...la fe es la certeza de lo que se espera...” El contexto del capítulo anterior confirma esto. En Hebreos 10:36-39, el escritor exhorta a los creyentes que se sostengan en las promesas de Dios. Al hacer esto, la esperanza se transforma en fe, como en el caso de Abrahán.

¿Es lícito usar la Palabra de Dios para obtener promesas personales como esa? ¡Claro! Tanto que uno no abusa del significado original del texto, apoyándose en el principio básico del texto, es aceptable. Es cuando añadimos interpretaciones imaginarias, o aplicaciones personales fuera del contexto, que estamos abusando de la Palabra de Dios.

La fe no es un Asunto de Personalidad o de Temperamento.


Algunos nacen con una personalidad encantadora. Este don les abre puertas y les rinde una vida más fácil. El que tiene encanto anda en un camino con pocos obstáculos. Para nosotros los que no tenemos tal don, es una lucha mas fuerte. El encanto puede ser una fuerza maravillosa si Dios lo controla. Pero bajo el dominio de motivaciones carnales, es desastroso. Esto es cien veces verdad cuando personalidades encantadoras suben al púlpito.

Cuando los hombres encantadores entran al ministerio, ellos usualmente desarrollan un seguimiento ciego y leal. Todo lo que hacen se ve como correcto en los ojos de sus seguidores. Cada error es disculpado. Son vistos como sabios y sus opiniones son aceptadas. Desarrollan un estilo lleno de retórica entretenida. Por años he tratado de descubrir como logran esto. A pesar de que podríamos envidiar a tales personas, podemos comfortarnos en esto: El encanto mueve a las personas, pero la fe mueve las montañas.

Similares a los que tienen encanto, existen predicadores quienes suponen que las opiniones fuertes y las afirmaciones autoritarias son una manifestación de fe. Cuando una persona hace una afirmación fuerte acerca de la fe, pregúntese a sí mismo si ella tiene datos firmes equivalentes a la fuerza de sus afirmaciones.

Las personalidades fuertes normalmente están muy seguros acerca de lo que es la voluntad de Dios para otros a su alrededor. Esta tendencia a veces causa que empujen a las personas en direcciones contrarias a la voluntad de Dios. Si permitimos que nos hagan esto a nosotros, no estamos andando con fe, sino con intimidación. Tales personas son capases de mezclar un poco de voluntad fuerte, salpicado de temperamento desenfrenado, rociado con fervor, y luego le ponen a esta mezcla la etiqueta de “fe”. En realidad, lo que tienen es un formulario para el desastre.


La Fe Está Libre De Presunción

La falsificación más peligrosa de la fe es la presunción. Este se asemeja a la fe más que a cualquiera de los otros substitutos. Desde cierta perspectiva, son casi indistinguibles. La diferencia está en la voluntad revelada de Dios.

Hace años, se reportó que tres diabéticos arrojaron su insulina como un acto de “fe”, y murieron rápidamente. ¿Osamos afirmar que les faltó a ellos la fe? Si el arriesgar la vida de uno no es un acto de fe, entonces, ¿qué es? ¿Fracasó la fe? No, porque la fe no estaba involucrada. Era la presunción. Dios no les dijo que hicieran eso. Dios solamente cuenta como fe lo que concuerda con su voluntad revelada.

La presunción puede ocurrir por actuar en base de la experiencia ajena, en lugar de oír de Dios por si mismo. También puede venir por confundir la diferencia entre una promesa divina, y la manera en que se aplica en tu vida personal.

Los Israelitas aprendieron esto en una forma dura cuando ellos “subieron presuntuosamente a la montaña” a pelear con sus enemigos (Deuteronomio 1:43). ¿Qué estaba mal con eso? Ellos habían peleado antes con sus enemigos y habían ganado. ¿Y por qué no también esta vez? Seguramente Dios entendería las intensiones de sus corazones y pasaría por alto el hecho de que El les dijo que no lo hicieran. Pero los Amonitas vinieron “y los cazaron como abejas” y los derrotaron. La única diferencia real entre ese incidente y las batallas previas, era la voluntad revelada de Dios. Sí, Dios quiere que ganemos nuestras batallas. Pero solamente como y cuando El dice.

¿Cuál es, pues, una buena definición de fe? La fe es una dependencia activa en el poder de Dios para realizar su voluntad revelada. La fe, entonces, contiene tres elementos:
1. Está basada en las promesas de Dios.
2. Es activa, no pasiva.
3. Es dependiente, no presuntuosa.

Si cualquiera de estos tres elementos falta, no es realmente la fe, sino solamente una falsificación improductiva.

La fe está vinculada con todo lo que somos. Ella obra por el amor, se mueve con paciencia, y anda con humildad. Fe Razonable

Por

Roger Smalling


Imaginé que 20 años de experiencia en el campo misionero haría de mi un hombre invencible con gran fe y poder. Aunque Dios me ha enseñado muchas lecciones, todavía encuentro áreas en que existe luchas de fe.

El ministerio misionero tiene cierta manera de infundir la fe en una persona. Algunas veces es la fe o fracasar; la fe o caer. A veces las circunstancias difíciles me han transformado en un estudiante indispuesto, y ocasionalmente me he sentido más como un conscripto que como un voluntario.

Me molesto cuando yo veo que algunos predicadores declaran su fe de maneras jactanciosas. En las charlas privadas con tales personas, he notado en ellos los mismos temores y frustraciones que nos acechan a todos nosotros.

Un evangelista compartió conmigo su dificultad de confiar en Dios con respecto a sus finanzas. Esta confesión humilde me bendijo y nos impulsó a una discusión de cómo nuestras fuerzas mutuas están designadas para compensar las debilidades de los demás. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros...”. Stgo. 5:16

La fe es una virtud delicada. Muchos acostumbran usar la palabra “fe” para describir una gran variedad de virtudes o actitudes, sin entender la enseñanza bíblica sobre ella. La fe tiene varias falsificaciones. Por lo tanto es imprescindible identificar la diferencia entre la fe y estas falsificaciones.

La Fe Está Involucrada Con Planificación Sabia

”Y les dijo: ‘Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo?’ Ellos dijeron: ‘Nada.’ Y les dijo: ‘Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.” Lucas 22:35-36.

Jesús expresa aquí dos clases de fe en la cual el creyente puede caminar. Primero, mandó a los discípulos en una aventura de fe, sin dinero, sin cambio de ropa. Salieron y predicaron, guiados por el Espíritu. Dios hizo milagros y proveyó todas sus necesidades.

Sin embargo, cuando regresaron, Jesús les dijo, “Pero ahora os digo...” ¿Por qué tal cambio de instrucciones? Cristo les estaba enseñando que andar sin preparaciones ordinarias, bajo una guía especial de Dios, era una clase de fe fuera de lo común. Pero la vida cristiana ordinaria es diferente. La vida de fe ordinaria está involucrada con una planeación adecuada bajo la guía del Espíritu, con la confianza de que Dios hará funcionar bien Sus planes.

A veces, nuevos misioneros caen en esta trampa. Van al campo misionero sin una ayuda económica adecuada, “confiando en Dios”. Siempre llegan a ser pobres, sin sostén adecuado. Sin embargo, Dios, por su misericordia, provee sus necesidades por medio de milagros de provisión. Pero esta clase de situación no es lo mejor para ellos. Necesitan aprender que el proceso de fe normal está involucrado con la buena planeación bajo la guía del Espíritu.

Algunos piensan en el maná del desierto como el ejemplo ideal de la provisión milagrosa y de la guía divina. Pero los judíos estuvieron en el desierto por causa de su incredulidad. Tal vida de desierto no era la vida de abundancia que Dios querría para ellos. ¿Qué sucedió, pues, cuando entraron en la Tierra Prometida? ¡Se terminó el maná! La provisión milagrosa se acabó. En lugar de eso, ellos plantaron mieses, planearon los días de fiesta, y trabajaron como cualquier pueblo. Su fe en Dios se manifestaba por el proceso ordinario de sembrar y cosechar. Esto, no el desierto, es la vida de fe.

Conozco una iglesia en Tejas que decidió construir una nueva Escuela Dominical, supuestamente “por la fe”. Compraron materiales y empezaron a cavar el cimiento al lado de la Iglesia, sin planos y sin dinero. Pronto vino la policía para preguntar, “¿Dónde está su autorización civil para la construcción?” Fin del proyecto.

La Fe Es Activa

Las personalidades pasivas son susceptibles a imaginar que su temperamento pasivo es un manifestación de fe fuerte. Suponen que la fe es una confianza apacible en Dios que no requiere actividad de su parte. Santiago Cap. 2 afirma que la fe, no acompañada con obras, permanece estéril.

Algunas iglesias predican poco sobre Santiago capítulo 2 por temor a que alguien pudiera pensar que están proclamando la salvación por obras. Sin embargo, la afirmación de Santiago de que “La fe sin obras es muerta” revela una verdad esencial. Debemos distinguir entre la mera aprobación mental versus la fe activa. Sin obras, la fe permanece estéril.

Observemos cómo Dios envió agua al Rey Josafat en II Reyes 3:16-17. Dios les hizo cavar fosos primero. ¿No pudo Dios cavar Sus propios fosos? Claro. Pero Dios quiso que ellos demuestren la realidad de su fe.

El orden correcto de eventos es importante. Primero, Dios les dio la promesa de que iba a enviarlos agua. Luego requirió una manifestación práctica de fe de parte de ellos. Una vez cavados los fosos, Dios envió la aguas.

La Fe Es Superior A La Esperanza

Aun el infierno podría ser tolerable si este tuviera esperanza. No minimizamos esta virtud importante. La esperanza es una cierta expectativa de que algo bueno podría suceder en el futuro. La fe, sin embargo, es una acción en un tiempo presente. La fe piensa en una promesa de Dios como un hecho legalmente realizado.

Las personas viven frecuentemente en esperanza, sin resultados, imaginándose que ellas están ejercitando la fe. ¡Qué trágico! Con un poco de instrucción en como acertar la voluntad de Dios y confiar en la promesa, la esperanza podría ser transformada en una fe productiva.

Una buena manera para poner a prueba esta diferencia es preguntarle a una persona, “Qué le ha dicho Dios con respecto a esto?” La mirada atónita de la persona revelará que la persona tiene una esperanza, no la fe.

A veces notamos este malentendimiento en los enfermos que piden oración para ser sanados. Piden con la esperanza de recibir mejoría, aunque viven en pecado, el hogar lleno de ídolos, y con poca intención de entregarse plenamente a Cristo. Luego, imaginan que la “fe” en Dios ha fallado. No se dan cuenta que la fe cuesta mucho más que la esperanza.

¿Qué es lo que cambia la esperanza en fe? Solamente una promesa de Dios puede hacerlo. Yo insisto que nuestros convertidos reconozcan promesas de Dios, las escriben y las revisan periódicamente. Sin un entendimiento de las promesas de Dios, un Cristiano no avanza espiritualmente.

La vida de Abrahán ilustra bien esta verdad. Abrahán deseaba un hijo mucho antes de que Dios le diera las promesas. Tenía la esperanza de que algún día Sara concebiría. Pero cuando vino la promesa, sus esperanzas se transformaron en fe, porque tenía algo mas sólido en apoyarse. Sus esperanzas se transformaron en una fe sólida.

Tratar de tener fe sin una promesa de Dios es frustrante. Eso no es fe, sino solamente la esperanza. Es la promesa que da certeza a la esperanza y la transforma en fe. Así dice Hebreos 11:1-“...la fe es la certeza de lo que se espera...” El contexto del capítulo anterior confirma esto. En Hebreos 10:36-39, el escritor exhorta a los creyentes que se sostengan en las promesas de Dios. Al hacer esto, la esperanza se transforma en fe, como en el caso de Abrahán.

¿Es lícito usar la Palabra de Dios para obtener promesas personales como esa? ¡Claro! Tanto que uno no abusa del significado original del texto, apoyándose en el principio básico del texto, es aceptable. Es cuando añadimos interpretaciones imaginarias, o aplicaciones personales fuera del contexto, que estamos abusando de la Palabra de Dios.

La fe no es un Asunto de Personalidad o de Temperamento.

Algunos nacen con una personalidad encantadora. Este don les abre puertas y les rinde una vida más fácil. El que tiene encanto anda en un camino con pocos obstáculos. Para nosotros los que no tenemos tal don, es una lucha mas fuerte. El encanto puede ser una fuerza maravillosa si Dios lo controla. Pero bajo el dominio de motivaciones carnales, es desastroso. Esto es cien veces verdad cuando personalidades encantadoras suben al púlpito.

Cuando los hombres encantadores entran al ministerio, ellos usualmente desarrollan un seguimiento ciego y leal. Todo lo que hacen se ve como correcto en los ojos de sus seguidores. Cada error es disculpado. Son vistos como sabios y sus opiniones son aceptadas. Desarrollan un estilo lleno de retórica entretenida. Por años he tratado de descubrir como logran esto. A pesar de que podríamos envidiar a tales personas, podemos comfortarnos en esto: El encanto mueve a las personas, pero la fe mueve las montañas.

Similares a los que tienen encanto, existen predicadores quienes suponen que las opiniones fuertes y las afirmaciones autoritarias son una manifestación de fe. Cuando una persona hace una afirmación fuerte acerca de la fe, pregúntese a sí mismo si ella tiene datos firmes equivalentes a la fuerza de sus afirmaciones.

Las personalidades fuertes normalmente están muy seguros acerca de lo que es la voluntad de Dios para otros a su alrededor. Esta tendencia a veces causa que empujen a las personas en direcciones contrarias a la voluntad de Dios. Si permitimos que nos hagan esto a nosotros, no estamos andando con fe, sino con intimidación. Tales personas son capases de mezclar un poco de voluntad fuerte, salpicado de temperamento desenfrenado, rociado con fervor, y luego le ponen a esta mezcla la etiqueta de “fe”. En realidad, lo que tienen es un formulario para el desastre.

La Fe Está Libre De Presunción

La falsificación más peligrosa de la fe es la presunción. Este se asemeja a la fe más que a cualquiera de los otros substitutos. Desde cierta perspectiva, son casi indistinguibles. La diferencia está en la voluntad revelada de Dios.

Hace años, se reportó que tres diabéticos arrojaron su insulina como un acto de “fe”, y murieron rápidamente. ¿Osamos afirmar que les faltó a ellos la fe? Si el arriesgar la vida de uno no es un acto de fe, entonces, ¿qué es? ¿Fracasó la fe? No, porque la fe no estaba involucrada. Era la presunción. Dios no les dijo que hicieran eso. Dios solamente cuenta como fe lo que concuerda con su voluntad revelada.

La presunción puede ocurrir por actuar en base de la experiencia ajena, en lugar de oír de Dios por si mismo. También puede venir por confundir la diferencia entre una promesa divina, y la manera en que se aplica en tu vida personal.

Los Israelitas aprendieron esto en una forma dura cuando ellos “subieron presuntuosamente a la montaña” a pelear con sus enemigos (Deuteronomio 1:43). ¿Qué estaba mal con eso? Ellos habían peleado antes con sus enemigos y habían ganado. ¿Y por qué no también esta vez? Seguramente Dios entendería las intensiones de sus corazones y pasaría por alto el hecho de que El les dijo que no lo hicieran. Pero los Amonitas vinieron “y los cazaron como abejas” y los derrotaron. La única diferencia real entre ese incidente y las batallas previas, era la voluntad revelada de Dios. Sí, Dios quiere que ganemos nuestras batallas. Pero solamente como y cuando El dice.

¿Cuál es, pues, una buena definición de fe? La fe es una dependencia activa en el poder de Dios para realizar su voluntad revelada. La fe, entonces, contiene tres elementos:
1. Está basada en las promesas de Dios.
2. Es activa, no pasiva.
3. Es dependiente, no presuntuosa.

Si cualquiera de estos tres elementos falta, no es realmente la fe, sino solamente una falsificación improductiva.

La fe está vinculada con todo lo que somos. Ella obra por el amor, se mueve con paciencia, y anda con humildad.