El Camino De La Salvación
Por Arthur Pink
¿Qué debo hacer para ser salvo? ¿Salvo de qué? De Qué
deseas ser salvo? Del infierno? Eso no prueba nada. Nadie quiere
ir allá. El asunto entre Dios y el hombre es EL PECADO. ¿Quieres ser
salvo de ésto?
¿Qué es el pecado? El pecado es una especie de rebelión en
contra de Dios. Es auto-complacencia; es ignorar los reclamos de
Dios, y ser indiferente por completo al hecho de que nuestra conducta
puede agradar o desagradar a Dios.
Antes que Dios salve a un hombre, Él lo convence de su
pecaminosidad. No quiero decir con esto que él diga como muchos
dicen, -Si, todos somos pecadores, ya lo sabemos.- Más bien,
quiero decir que el Espíritu Santo me hace sentir en el corazón que
he estado toda mi vida en rebelión contra Dios, y que mis pecados
son tantos, tan grandes, tan negros, que temo haber transgredido
fuera del alcance de la misericordia divina.
¿Has tenido esta experiencia alguna vez? ¿Te has sentido total-
mente indigno para el cielo y alelado de la presencia de un Dios
Santo? ¿Percibes que en tí hay nada bueno, ni nada bueno acredi-
tado a tu cuenta; y que siempre has amado las cosas que Dios odia
y odiado las cosas que Dios ama?
¿Al pensar en estas cosas no se te ha quebrantado el corazon
ante Dios? ¿No te lamentas tu por haber hecho mal uso de Sus mis-
ericordias, de Sus bendiciones, por haber abusado del Dia del
Señor, por haber desechado Su Palabra, y por no haberle dado un
verdadero lugar en tus pensamientos, en tus afecciones y en tu
vida? Si no has visto ni sentido esto personalmente, entonces
actualmente no hay esperanza para tí, pues Dios dice, "Antes si no
os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente" (Lucas 13:3). Y si
mueres en tu condición actual, estarás perdido para siempre.
Pero si has llegado al lugar donde el pecado es tu mayor plaga,
donde ofender a Dios es tu mayor pesar, y donde tu mayor anhelo
es agradarle y honrarlo a Él; entonces tienes esperanza. "Porque el
Hijo del Hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido"
(Lucas 19:10). Él te salvará, si estás listo y dispuesto a abandonar
las armas de tu rebelión en contra de Él, te inclinas a Su Señorio, y
te rindes a Su control.
Su sangre puede limpiar la mancha más obscura. Su gracia
puede sostener al más débil. Su poder puede librar al que sufre con
pruebas y tentaciones. "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí
ahora el día de salud" (2 Co.6:2). Cede ante los reclamos de Dios.
Dále el trono de tu corazón. Confiá en Su muerte expiatoria. Amalo
con toda tu alma. Obedécelo con todas tus fuerzas, y Él te guiará al
cielo. "Cree en el Senor Jesucristo, y seras salvo tu, y
tu hogar" (Hechos 16:31).
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