APENDICE
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LAS
OBLIGACIONES Y LAS EXPECTATIVAS MUTUAS
ENTRE
MISSION
TO THE WORLD
Y
SUS EQUIPOS DE PLANTADORES DE IGLESIAS
Lo
que requiero de mis directores
Mi director respetará mi dignidad y mi
contribución al equipo.
Mi director apreciará el hecho de que, por
más limitado que sea mi experiencia o entrenamiento, tengo ideas que funcionan,
aun cuando él no piense así.
Mi director me animará a intentar
estrategias aun con el riesgo de errar, siempre dentro de los límites
mutuamente establecidos, con la condición de que yo aprenda de mi error, que
mejore, y que no perjudique o cause peligro a los ministerios de los demás
miembros del equipo.
Mi director no querrá que yo le siga
ciegamente la visión que él tiene para mí, mas comprenderá que yo necesito
participar en la formación de esa visión, y que, donde sea necesaria mi
participación, esté de acuerdo con el objetivo principal.
Mi director tomará en cuenta la diversidad
de dones y personalidades, y no requerirá que yo realice el ministerio de la
misma manera que él. Me motivará a encontrar mi estilo personal y a utilizar al
máximo mis dones particulares.
Mi director deseará que yo obre con éxito.
Si, después de sugerirme una forma que él cree mejor, yo escojo otra, me animará
a seguir.
Mientras yo no perjudique el ministerio de
mis colegas del equipo, me apoyará activamente, con la esperanza de que mi
ministerio sea eficaz. Ni resentirá mis éxitos ni me dirá, "Te lo había
advertido," si fracaso. Seré responsable ante él por mis procedimientos, y
si fracaso, requerirá que le relate lo que he aprendido para mejorar mi
ministerio en el futuro.
Mi director hablará positivamente de mí
ante otros. Tratará nuestras dificultades directamente conmigo. Me defenderá y
apoyará ante sus superiores, en cuanto lo pueda hacer bíblicamente.
Mi director deseará mi desarrollo personal
y hará todo lo posible por ayudarme a crecer y a ejercer mis dones con la
máxima eficacia dentro del cuerpo de Cristo.
Seré responsable ante mi director por mi
relación con los demás miembros del equipo y por mi actitud frente a ellos.
También seré responsable ante él por mi ministerio. Repasará conmigo
frecuentemente mi progreso, y cualquier problema real o percibido, y requerirá
que yo le diga claramente cualquier problema que yo tenga con él.
Mi director dejará el tiempo suficiente
para reflexionar sobre cualquier decisión que ha de hacerse.
Lo
que debo a mis líderes y colegas
Respetaré a mi director y hablaré bien de
él ante los demás de acuerdo con las Escrituras. Seré leal a él y le traeré
cualquier problema personal que tengo con él y lo trataré con él directamente.
En los informes que hago a personas fuera
del equipo seré lo más positivo posible sin mentir. No mencionaré problemas con
otros miembros del equipo y con la eficacia de mi director, sin primero
tratarlo con él y sin intentar sinceramente resolverlo antes.
Hablaré de los éxitos de mi director en
cuanto él sirva a nuestro Maestro. No retendré mis mejores esfuerzos a él ni al
equipo.
Si el equipo o el director emprende una
acción contra la cual he hablado, haré lo mejor, dentro de los límites de las
Escrituras, a ayudarles a que tengan éxito. Si fracasan, no les diré, "Se
lo advertí," sino que trabajaré por el bien repasando las lecciones
aprendidas con el equipo.
No permitiré que los demás socaven la
personalidad de mi director en mi presencia. Le apoyaré como yo deseo su apoyo.
Llevaré a cabo lo que mi director me
requiere en mi contribución al equipo y lo haré pronto. Mi labor será lo más
precisa, bien realizada y apropiada que Dios me lo permita.
No esperaré que el estilo de mi director
ni el de mis colegas refleje el mío, como tampoco quiero que ellos me impongan
el suyo.
Dejaré que mi director y el equipo
dispongan del tiempo suficiente para hacer cualquier decisión, y espero lo
mismo a ellos.
Haré todo lo que está dentro de mi poder
para contribuir al clima de confianza mutua y a fomentarlo, con respeto,
confianza y expectativas positivas dentro del equipo.