SEMINARIO TEOLÓGICO
PRESBITERIANO
SAN PABLO
FILOSOFÍA
CRISTIANA
Capítulo I
Introducción
I. Definición de Filosofía
Cristiana
La palabra Filosofía viene del griego filos y
sofía. Filos es un derivado del verbo filein, que significa amar.
Sofía quiere decir sabiduría. Por tanto, la Filosofía es
el amor a la sabiduría. En la antigüedad griega se llamó
filósofo a todo aquél que tenía afición o tendencia
a los conocimientos más profundos acerca de la naturaleza, el hombre y
Dios.
La filosofía se preocupa por toda la realidad, su
interés abarca todo cuanto existe o puede existir. En cambio, las
demás ciencias sólo se ocupan de terrenos limitados, se refieren
con exclusividad a cierto grupo de seres. Debido a esto, son llamadas ciencias
particulares.
La filosofía estudia todas las cosas, toda la
realidad, todo ente (ente es todo lo que existe o puede llegar a existir), tanto
lo material como lo espiritual, lo orgánico como lo inorgánico, lo
mental y lo extramental, los seres naturales y los seres creados por el hombre
(artefactos, cultura, etc). A diferencia de las ciencias particulares, que
estudian las explicaciones inmediatas o causas directas de las cosas, la
Filosofía sólo se interesa por las causas supremas o explicaciones
últimas y definitivas de la realidad.
La mayoría de los cristianos piensan que la
Filosofía es sólo pensamiento secular y que, por consiguiente, no
puede existir una filosofía cristiana pues eso implicaría una
contradicción, ya que lo secular no es cristiano. Esta
aseveración nos lleva, por lógica, a la conclusión que toda
filosofía es contraria a la Biblia, estableciéndose de este modo
una condición de lucha entre la filosofía y la
Biblia.
Pero, ¿en realidad es contraria la filosofía
a lo que la Biblia nos enseña acerca de la naturaleza de la realidad y
las cosas? Antes de entrar más en este asunto, creo que sería
útil echar una mirada a lo que nos dice Colosenses 2:8, "Mirad que nadie
os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según
las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no
según Cristo." En otra versión de la Biblia leemos: "Tengan
cuidado; no se dejen llevar por quienes los quieren engañar con
teorías y argumentos falsos, pues ellos no se apoyan en Cristo, sino en
las tradiciones de los hombres y en los poderes que dominan este
mundo."
También puede ser traducido este pasaje de la
siguiente manera: "Mirad que no os tomen cautivos por una filosofía hueca
y engañosa, que depende en tradición humana y los principios
elementales de este mundo en vez de en Cristo."
Observemos en primer lugar que la Biblia dice: "No os
tomen cautivos por una filosofía hueca" (Col. 2:8), sino "sean cautivados
por Cristo" (2 Cor. 10:5). Es claro que cuando habla de filosofía hueca
está hablando de una filosofía que no tiene substancia, que no
ofrece consistencia, una filosofía que no puede resistir ninguna clase de
examen sin quedar expuesta. En segundo lugar, encontramos "filosofía
hueca . . . que depende en tradición humana y los principios elementales
de este mundo en vez de en Cristo." Esto nos aclara que no está en
contra de toda filosofía, sino de aquella que sigue la tradición
humana en vez de a Cristo.
Entonces cuando hablamos de la filosofía
cristiana nos estamos refiriendo a la actividad intelectual en la cual una
persona cristiana está dispuesta a pensar descriptivamente acerca de la
realidad y sus causas supremas en dependencia de la revelación divina.
La filosofía cristiana deshecha las respuestas falsas y declara que la
única filosofía válida es aquella que está de
acuerdo a Cristo. La filosofía humana excluye a Dios y a su
revelación, y pone al hombre como el juez supremo. Pero para la
filosofía cristiana, Dios y su revelación son el fundamento de
toda actividad filosófica y el criterio supremo de toda verdad. Como
podemos ver, la diferencia básica entre filosofía humana y
cristiana es su fundamento. Una fomenta la independencia de Dios y la otra, la
dependencia de él.
II. Ramas de la
Filosofía
La filosofía se divide en varias ramas de
estudio:
1. Ética. La Ética trata de
valorar la bondad moral de la conducta humana. Su objeto es capital en la vida
del hombre. Temas como la esencia de la obligación moral y su
fundamento, la esencia del valor moral, la libertad, la ley, etc. forman parte
de su campo de estudio.
2. Estética. Trata
temas como la belleza, la esencia del arte, la creación artística.
3. Cosmología. Trata problemas capitales
como la esencia de la materia, el fin y el origen del universo, la esencia del
tiempo, el cambio, el orden,
etc.
4. Ontología. Trata de la naturaleza
del ser. Responde a preguntas como ¿Cuál es la esencia de la
humanidad? ¿Qué es ser
cristiano?
5. Axiología. Trata del valor de
las cosas desde el punto de vista filosófico. Responde a preguntas como:
¿Qué es valioso? ¿Qué es
importante?
6. Epistemología. Es el estudio
del conocimiento. Responde a preguntas tales como: ¿Cómo conocemos?
¿Es posible conocer? etc.
III. Conceptos filosóficos
preliminares
Antes de pasar a cualquier discusión debemos
tomar tiempo para familiarizarnos con los términos más
comúnmente usados en las discusiones
filosóficas.
1. Esencia. Es la idea que
hace que algo sea precisamente eso, y no sea otra cosa. Es una estructura
necesaria, el constitutivo fundamental del objeto. Por ejemplo,
¿Qué hace que una silla siga siendo silla aunque yo le cambie el
color, el tamaño o el
diseño?
2. Especie. Es el concepto que
agrupa a los individuos de la misma esencia. Por ejemplo:
Pistola.
3. Género. El concepto que agrupa
las especies que tienen algo en común. Por ejemplo:
Arma.
4. Ente. Todo lo que existe o puede llegar a
existir. Por ejemplo, casa, niño, idea,
etc.
5. Concepto. Es una representación
mental de un objeto, sin afirmar ni negar nada acerca de él. Por
ejemplo: amor, verdad, hombre, casa, libro. Los conceptos suelen expresarse con
una sola palabra.
6. Idea Universal. Son
aquellas ideas que se aplican a todos los seres de la misma especie. Por
ejemplo: Todo regenerado es salvo.
7. Idea
Particular Son aquellas ideas que sólo se aplican a un número
específico de seres de una especie. Por ejemplo: Algunos cristianos son
ricos.
8. Juicio. Es la afirmación o
negación de una idea respecto de otra. Por ejemplo: Jesucristo es Dios;
Los hombres son salvos por medio de la
fe.
9. Proposición. Es la expresión
externa del juicio. Tiene tres elementos: sujeto, verbo y predicado. El sujeto
es la idea de la cual se afirma algo. El predicado es lo que se afirma o se
niego. El verbo expresa la misma afirmación o
negación.
10. Raciocinio. Es la
obtención de un conocimiento nuevo a partir de otros ya establecidos.
Por ejemplo: "Esa obra teatral está dirigida por Pedro; luego es
probable que tenga éxito". Lo característico del raciocinio es la
partícula luego o sus equivalentes (por lo tanto, en consecuencia), con
las cuales se expresa la ilación o inferencia entre lo que se afirma en
primer lugar y lo que se
deduce.
11. Deducción. Es el raciocinio que
va de lo general a lo particular. A partir de una idea general se llega a una
conclusión particular. Por ejemplo: Todo hombre es mortal;
Sócrates es hombre; luego Sócrates es
mortal.
12. Inducción. Es el raciocinio
en donde, a partir de la observación de una relación constante
entre fenómenos, se obtiene una relación esencial, y por lo tanto,
universal y necesaria para dichos fenómenos. La inducción es el
paso de lo particular a lo universal. De los casos particulares se capta una
esencia, de allí un nexo necesario, y luego una ley universal. La
inducción total se basa en una observación exhaustiva de los
hechos pertenecientes a una clase. La inducción parcial se basa en una
observación de casos particulares.
13.
Principio de no-contradicción. Se enuncia así: "Es imposible
afirmar y negar un mismo predicado a un mismo sujeto al mismo tiempo y bajo el
mismo aspecto". También puede enunciarse así: "Dos proposiciones
contradictorias no pueden ser a la vez verdaderas.
IV. Experiencia
Congnitiva
Una experiencia cognitiva es ese nivel de experiencia en
la cual puede ser dicho de nosotros que estamos conscientes de que el mundo
está constituido de cierta manera. Podemos hablar de varios niveles de
experiencia de nuestra realidad desde el punto de vista mental, estos
son:
1. Conocimiento. Es el nivel de la memoria.
El énfasis está en la reproducción precisa de datos. Este
nivel no es en sí defectuoso, sino una parte importante de la
educación y la
experiencia.
2. Comprensión. Es la
conceptualización y expresión propia y precisa de la idea
aprendida. Incluye proceso como la traducción y la
interpretación.
3. Aplicación. Es la
resolución de problemas tomando en cuenta las implicaciones
prácticas y teóricas del conocimiento
adquirido.
4. Análisis. Es la
separación de los varios componentes del todo para su estudio detallado.
Se estudian los elementos constitutivos de una cosa, se encuentran las
relaciones e interconexiones de las partes y se estudian los principios de
organización del todo.
5. Síntesis.
Implica un proceso de trabajar con elementos aislados, ordenarlos y combinarlos
hasta que lleguen a constituir un esquema o estructura que antes no estaban
presentes en forma clara.
6. Evaluación.
Supone la capacidad para formular juicios de valor de carácter
cuantitativo o cualitativo ya sea con criterios propios del estudiante o con
aquellos que le son sugeridos. Se expresa el valor de algo con base en
evidencias.
V. Marco Conceptual
Toda información, todo dato al que tenemos
acceso, es interpretado en nuestra consciencia. Los llamados "datos brutos"
son lo que son a causa de las suposiciones básicas que tenemos. En otras
palabras, los datos están siempre definidos por el contexto. Lo que
creemos que es un "dato bruto" siempre es definido y entendido dentro de un
marco conceptual. Experimentamos el mundo de la manera en la que lo hacemos
debido a que traemos a nuestra experiencia con el mundo, conceptos,
categorías, clasificaciones, modos de interpretar, maneras de pensar que
nos sirven como filtro para evaluar nuestra experiencia.
De esta manera, cada vez que estamos ante cualquier
información no sencillamente captamos los "datos brutos" sino que
constantemente estamos interpretando la realidad con base en nuestro marco
conceptual. Por ejemplo, Si cuatro personas entrasen a un cuarto donde hay una
muchacha llorando, las cuatro interpretarían el evento en maneras
diferentes. Uno podría pensar que la joven llora porque su novio la
abandonó. Otro pensará que llora porque se cayó y se
lastimó. El otro pensaría que la muchacha está fingiendo
estar triste; y el último interpretaría que la joven llora porque
está muy alegre y emocionada. ¿Por qué cada uno de los
observadores interpretó el mismo evento de distintas maneras? Porque
cada uno viene al evento con un marco conceptual distinto.
El conocimiento de que cada uno de nosotros tiene un
marco conceptual con el cual interpretamos la realidad nos debe llevar a dos
conclusiones. Primero, puesto que nadie puede sencillamente observar los datos
sin interpretarlos de acuerdo a su marco conceptual entonces la objetividad
absoluta y la neutralidad son un mito. Segundo, puesto que aun como cristianos
no estamos exentos a la influencia de nuestro marco conceptual, debemos estar
siempre alertas para que nuestras interpretaciones de la vida, la Biblia y el
mundo estén siempre bajo revisión constante.
VI La Gracia
Común
Como seguidores de Cristo, nosotros trabajamos en dos
comunidades. Primero, interactuamos con los seres humanos en general. En la
esfera de la gracia común, compartimos muchas cosas con otra gente, a
pesar de nuestras diferencias en convicciones religiosas. Vivimos en el mismo
mundo físico, compartimos muchos ideales culturales y trabajamos juntos
hacia metas comunes. Aunque no debemos ser presa de la corriente pecaminosa de
este mundo, estamos involucrados con el resto de la raza
humana.
La mayoría de nosotros reconoce la necesidad de
interactuar con la humanidad en general. Raras veces averiguamos las
convicciones religiosas del mecánico automotriz. Sencillamente lo
llamamos si tiene la reputación de ser honesto y trabajador. El
exterminador de plagas no tiene que ser cristiano. No pedimos hablar con un
policía cristiano cuando hablamos a la estación de policía.
En la vida diaria constantemente dependemos de personas que no comparten
nuestras creencias. Por lo tanto, no nos debe sorprender el que debamos
interactuar también con inconversos en el estudio de la realidad.
Hombres y mujeres que no profesan fe en Cristo, han hecho trabajos importantes
en muchas áreas relacionadas con estos estudios. Pero ¿Cómo
es que los no Cristianos pueden tener ideas importantes acerca de este asunto?
¿No están acaso desprovistos del Espíritu Santo quien es
esencial para la interpretación? Para responder a estas preguntas,
debemos darnos cuenta de que la Biblia presenta un perfil bipolar de los no
creyentes. A veces la Escritura los describe en términos de su sistema
de incredulidad, sus lealtades básicas y sus tendencias. Otras veces, la
Escritura los representa en términos de sus estilos de vida
reales.
Por un lado, en sus advertencias a los Colosenses, Pablo
revela la convicción fundamental de los no cristianos: "Mirad que nadie
os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según
las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no
según Cristo" (Colosenses 2:8). Los incrédulos tienen una lealtad
básica a la tradición humana, o autonomía humana.
Está lealtad básica moldea la manera en que ellos piensan,
actúan y sienten acerca de todas las cosas. Ellos suprimen la verdad de
la revelación general (Romanos 1:18); aman las tinieblas y odian la luz
(Juan 3:19); su entendimiento se ha envanecido y entenebrecido (Efesios
4:17-18). Los efectos del pecado alcanzan aun los procesos de pensamiento. En
principio, la rebelión de los incrédulos en contra de Dios remueve
toda esperanza de entendimiento verdadero de Dios, del mundo y de la humanidad.
Mientras más consistentemente se adhieran a la autonomía humana,
más vanos y sin valor son sus esfuerzos.
Sin embargo, por otro lado, Dios no abandona a los
incrédulos a su propia suerte. En la gracia común El restringe
sus intentos de vivir consistentemente en rechazo de Cristo. Los no cristianos
viven inconsistemente con sus convicciones básicas y reflejan su
carácter como imagen de Dios. Tal como Pablo dijo: "Porque cuando los
gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley,
éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos" (Romanos
2:14). Todo incrédulo no cumple totalmente su convicción hacia la
autonomía humana. En cierto grado o en otro, ellos consciente o
inconscientemente se basan en "capital prestado", es decir, puntos de vista y
creencias importantes que sólo tienen sentido desde un punto de vista
cristiano. Estas inconsistencias son el resultado de las operaciones comunes,
no redentoras del Espíritu. Es por eso que los paganos gracias a la
gracia común pueden tener atisbos de la naturaleza de la
realidad.
Los evangélicos se van a los extremos al
considerar el trabajo de los incrédulos con la Biblia. Por un lado,
algunos de nosotros tenemos tanto miedo de sus ideas falsas que evitamos todos
sus comentarios y escritos teológicos. "Esos escritores no son
cristianos" decimos. "¡Manténte alejado de ellos!" Pero esto niega
las obras comunes del Espíritu. Consideremos el consejo de Calvino: "Si
consideramos al Espíritu de Dios como la única fuente de verdad,
no debemos ni rechazar la verdad en sí misma, ni despreciarla en
dondequiera que aparezca, a menos que deseemos deshonrar al Espíritu de
Dios."
Por otro lado, sin embargo, algunos evangélicos
olvidan que las lealtades básicas y las convicciones religiosas hacen una
marcada diferencia en la interpretación. Ellos manejan las opiniones de
incrédulos con muy poco examen minucioso. Pero las predisposiciones del
intérprete, especialmente su condición espiritual, influyen
profundamente sus interpretaciones. Nunca debemos olvidar que la adherencia a
la autonomía humana corrompe el trabajo de los incrédulos con la
descripción de la realidad.
Ninguno de estos dos extremos es apropiado. Debemos
reconocer las aportaciones valiosas de los incrédulos sin ignorar los
peligros de sus puntos de vista. El interactuar con incrédulos es como
excavar buscando oro. "Pepitas" de conocimientos valiosos están
mezcladas con toneladas de lodo y piedras inservibles. No debemos ser
engañados por oro falso, pero tampoco debemos ser tan tontos para pasar
por alto oro genuino, sin importar donde lo encontremos.
En 2 Corintios 10:5 leemos que el deber del cristiano es
llevar todo pensamiento a la obediencia a Cristo. La persona redimida hace
esto. El papel profético del pastor es mostrar la distinción
entre la mente de Cristo y la mala mente del mundo. Sólo Dios
está fuera de la influencia de un marco conceptual. Sólo
él nos da una verdadera opinión descriptiva de las cosas. La
filosofía cristiana es un intento de tener una verdadera
descripción de la realidad. Tratemos de tener la mente de Cristo para
que podamos distinguir entre la mente de Cristo y la mente del mundo. El
estudio de la filosofía cristiana es indispensable si queremos vivir bien
y tomar las decisiones correctas. Vale la pena el esfuerzo.
Capítulo 2 Filosofía
Antigua
I. Sócrates (470-400 a. de
C.)
Sócrates no escribió ningún libro,
razón por la cual es difícil interpretar lo que de él se
escribió, a raíz de su muerte. Fue condenado a muerte, acusado de
corromper a la juventud y de no creer en los dioses de la ciudad.
Transcurrió un mes desde el momento de la sentencia hasta el día
de la ejecución, y en ese tiempo sus amigos le propusieron un plan para
fugarse de la cárcel e ir a vivir lejos de Atenas. Respondió que
ese acto equivaldría a una injusticia contra las leyes de la ciudad, y
que, por tanto, prefería la muerte. Además, estaba convencido de
que la muerte era el inicio de una nueva vida, puramente espiritual, y, por lo
tanto, llena de felicidad para aquellos que habían buscado la virtud en
esta vida.
Podemos resaltar tres aspectos de la filosofía de
Sócrates: su método, su énfasis en lo moral y su
empeño en llegar a términos
definidos.
1. El Método Socrático.
A base de preguntas que obligaban a sus discípulos a pensar por cuenta
propia y encontrar la solución a los problemas, principalmente de
índole moral, Sócrates sostenía con sus amigos y conocidos
un diálogo lleno de ironía y de sana e inteligente
intención pedagógica. El mismo llamó a su método,
mayéutica, que significa "parto espiritual", y se comparaba con su madre,
que era partera. En efecto, su labor pedagógica consistía, no
tanto en enseñar, sino en lograr que sus discípulos reflexionaran
y extrajeran, por sí mismos, sus propias ideas, con la ayuda del maestro.
Comenzaba afirmando "Sólo sé que no sé nada", para luego
burlarse irónicamente del interlocutor que presumía saberlo todo.
Con sus preguntas lograba, primero, hacer caer en contradicciones a su
discípulo, y, en seguida, de un modo positivo, lo iba conduciendo,
siempre a base de preguntas, por el camino de la
verdad.
2. Énfasis de asuntos morales.
Enfatizó asuntos morales tales como la virtud, la excelencia, la
castidad, etc. Dijo: "La vida que no se examina, no vale la pena de ser
vivida". Así nos recuerda que debemos examinar nuestras vidas
constantemente. "Conócete a ti mismo", era el lema que Sócrates
acostumbraba repetir, para llamar la atención sobre la importancia del
conocimiento personal, en contraposición al conocimiento del mundo
externo. Debido a esto Sócrates es considerado como el fundador de la
Ética.
3. Términos definidos.
Sócrates estaba empeñado en llegar a conceptos definidos, a lograr
definiciones, por ejemplo, ¿Qué es un maestro? ¿Un juez, un
artista? Nosotros debiéramos preguntarnos: ¿Qué significa
vivir la vida cristiana? ¿Qué es un pastor? ¿Qué es
teología reformada? A veces parece que es cuestión de
semántica, pero es un asunto de análisis conceptual, de investigar
la realidad misma.
II. Platón (427 - 347 a. de
C.)
Aunque los escritos de Platón presentan muchas
dificultades de interpretación, es claro que él se oponía a
seis creencias comunes en sus
días:
1. Ateísmo. El punto de vista
de Platón acerca de Dios no es claro. En algunos pasajes en sus
diálogos se refiere a los "dioses" en otros escritos sugieren un
movimiento de su pensamiento hacia un monoteísmo ambiguo. Lo que es
claro, sin embargo, es que Platón rechazaba el
ateísmo.
2. Empirismo. Esta es la creencia
de que conocimiento humano puede ser derivado exclusivamente a través de
los sentidos corporales. Platón se oponía al empirismo
argumentando que es imposible que los sentidos humanos puedan traer conocimiento
al hombre.
3. Relativismo. Platón
creía en la existencia de estándares absolutos e inmutables que
eliminan toda forma de relativismo moral y epistemológico. Ni la verdad,
ni la bondad o la belleza son
relativos.
4. Hedonismo. Esta es la creencia de
que bien y el placer son cosas idénticas. Platón se oponía
al hedonismo diciendo que puesto que los hombres podían reconocer malos
placeres, entonces, el placer y el bien no podían ser
idénticos.
5. Materialismo. Platón se
opuso al materialismo argumentando que existía un mundo ideal e
inmaterial que existe independientemente del mundo
físico.
6. Naturalismo. Es la creencia de
que el mundo natural y material puede explicarse y bastarse por sí mismo.
Todo lo que pasa dentro del universo natural ocurre de acuerdo con las leyes y
los principios que operan mecánicamente. El punto de vista de
Platón era, en un sentido, teológico, porque el creía que
una inteligencia y propósito divino estaba operando en el
universo.
Una manera de entender la filosofía
platónica es verla en términos de un dualismo básico. El
sistema platónico se caracteriza por tres tipos de dualismo:
metafísico, epistemológico y
antropológico.
1. Dualismo
Metafísico. Es visto en la distinción que Platón
hacía entre dos mundos o dos niveles de realidad. Platón
creía que los seres humanos participaban en dos mundos diferentes. Uno
es este mundo físico que experimentamos con nuestros sentidos corporales.
Es decir, las cosas particulares (árboles, rocas y animales, etc.) que
son parte de este mundo que existe en el tiempo y el espacio. El otro mundo en
el que participamos es más difícil de explicar. Este es el mundo
de esencias inmateriales y eternas con las que tenemos contacto por medio de
nuestras mentes. El mundo de las ideas o mundo de las formas es en realidad
más real que el mundo físico, ya que las cosas particulares que
existen en el mundo material son copias o imitaciones de los arquetipos, las
formas. Para Platón una forma es una esencia universal, eterna e
inmutable. El creía que lo que encontramos en el mundo físico son
ejemplos imperfectos de absolutos inmutables entre los que contaba el bien, la
justicia, la verdad y la belleza, los cuales existen en un mundo ideal y
no-espacial. Estas esencias tienen existencia objetiva o extramental. Es
decir, que existen independientemente de que alguien las conciba o
no.
2. Dualismo Epistemológico. Como ya
sabemos la epistemología estudia el conocimiento humano. En
Platón encontramos un dualismo epistemológico por su
distinción radical entre la experiencia sensorial y la razón;
además el agrega que la experiencia sensorial siempre fracasa en su
intento de producir conocimiento. El verdadero conocimiento se obtiene
sólo por medio de la razón. Ya hemos visto que para
Platón existen dos realidades distintas: el mundo de las cosas
particulares y el mundo de las formas. En correspondencia con estos dos tipos
de realidad existen dos estados epistemológicos distintos: opinión
y conocimiento. Para que una persona pueda obtener conocimiento genuino el
objeto que va a ser conocido debe ser inmutable. Uno sólo puede tener
conocimiento de aquello que es inmutable. Pero Platón creía que
esa inmutabilidad es una propiedad de las formas y no de las cosas particulares.
Puesto que nuestros sentidos sólo nos informan de las cosas particulares
del mundo físico, se deduce que los sentidos nunca nos pueden dar
verdadero conocimiento. Lo más que podemos obtener de nuestros sentidos
es opinión.
3. Dualismo
Antropológico. Este dualismo es claro en su distinción radical
entre el cuerpo y el alma. Tal y como hay dos mundos (los particulares y las
formas) y dos maneras de aprehender esos dos mundos (la sensación y la
razón), así el hombre es una composición de dos partes (el
cuerpo y el alma). Para Platón, para obtener tanto conocimiento como
virtud depende de reducir el poder del cuerpo sobre el alma. La
filosofía de Platón adopta la creencia de que el cuerpo es la
prisión del alma. El cuerpo no simplemente es inferior al alma sino que
perjudica al alma en sus intentos de buscar la verdad y la virtud. Para
Platón el cuerpo humano es secundario e incidental para la humanidad. La
persona real es el alma la cual existe completa e inmortal en total aislamiento
de su cuerpo corruptible. El filósofo no debe temer a la muerte porque
sólo muriendo el alma es liberada de su prisión para poder obtener
la verdad y la virtud.
III. Aristóteles (384 -322 a. de
C.)
La esencia de la filosofía de Aristóteles
es un rechazo a los dualismos radicales de Platón. Aristóteles
rechazó la separación que Platón hizo del mundo de las
formas del mundo físico. Además se opuso al rechazo que
Platón tenía hacia la experiencia sensorial, y también
tuvo un punto de vista unitario o holístico de los seres
humanos.
1. Rechazo del dualismo Metafísico.
Al igual que Platón, Aristóteles creía que las formas o
universales en verdad existían. También creía que las
formas eran el único objeto del conocimiento humano. Lo que hizo
Aristóteles, sin embargo, fue traer el mundo platónico de las
formas abajo a la tierra. Aristóteles unió los dos mundos que
Platón separaba. Aunque las formas existen, éstas existen en este
mundo terrenal como parte de las cosas particulares que constituyen este mundo.
Mientras que para Platón la realidad primaria era el mundo de las formas,
para Aristóteles era este mundo de las cosas particulares.
Aristóteles pensaba que en este mundo la realidad primaria
es algo llamado Substancia. Es decir, cualquier cosa que existe o tiene ser.
Por lo tanto, la silla en la que estás sentado, el papel que lees y la
lámpara que te alumbra son substancias. Toda substancia, con la
excepción de Dios, está compuesta de dos factores: Forma y
Materia. La materia de cualquier substancia es de lo que esté hecha. La
materia de la silla en que estás sentado es madera. La forma de
cualquier substancia es el conjunto de propiedades esenciales que hacen que esa
cosa sea precisamente eso. Al igual que Platón, Aristóteles
creía que las formas son esencias inmutables, pero a diferencia de
Platón, él creía que las formas son partes esenciales de
las substancias a las que pertenecen.
2. Rechazo
del dualismo epistemológico. Aristóteles ciertamente
reconoció la diferencia entre la razón y la experiencia sensorial.
Pero mientras que Platón denigró los sentidos sensoriales humanos
y argumentó que no pueden proporcionar conocimiento, Aristóteles
sostuvo que el conocimiento humano es más complejo. Para
Aristóteles el mundo de las formas no estaba en otro mundo al que
sólo se podía llegar por medio de la razón, sino que las
formas existían como partes esenciales de las cosas particulares que
nosotros aprendemos por medio de los sentidos. Así, Aristóteles
rechazó la separación extrema que Platón hizo de la
razón y los sentidos, tomándolos como partes integrales del
proceso del conocimiento. El conocimiento humano tiene dos componentes: el
intelecto pasivo que recibe la información de los sentidos, y el
intelecto activo que efectúa la aprensión de la forma de la cosa
particular que se ha percibido con los
sentidos.
3. Rechazo del dualismo
antropológico. Aristóteles rechazó la separación
radical del cuerpo y el alma. El enfatizó un punto de vista que
considera al ser humano como un todo. Los seres humanos no son compuestos de
dos substancias diferentes, sino que son una unidad holística. Tanto el
cuerpo como el alma son aspectos esenciales de los seres
humanos.
Las Cuatro Causas.
En el mundo a nuestro alrededor observamos que las cosas
cambian constantemente. ¿Cómo podemos explicar estos cambios?
Aristóteles sugiere cuatro causas (o explicaciones) de todas las
cosas.
1. La causa formal. Esta determina lo que es
una cosa
2. La causa material. Esta determina de
lo que está formada una cosa
3. La causa
eficiente. Esta determina qué o quien produjo una
cosa
4. La causa final. Esta determina el
propósito para lo cual una cosa fue hecha.
El primer motor inmóvil
Aristóteles creía en un ser supremo porque
pensaba que habían ciertas cosas del universo que no podrían
explicarse sin la existencia de un Dios. Aristóteles creía que
debía existir un ser no-causado e inmutable que es la causa suprema de
todo lo que existe. Si esta causa última cambiara o se moviera en
cualquier forma, entonces no podría ser la causa suprema porque nos
veríamos forzados a preguntarnos porqué cambió o qué
la cambió. Su Dios entonces debe ser completamente inmaterial y es una
inteligencia que sólo piensa en sí misma. Cualquier otro objeto
de pensamiento sería inadecuado para la perfección suprema. No
conoce a ninguna otra cosa, por lo tanto no conoce al hombre ni al mundo. En
consecuencia, Dios no se ocupa del universo, ni de los acontecimientos
humanos.
IV. Estoicismo
Zenón de Citio y Epicteto fueron los principales
representantes de esta escuela filosófica cuyo nombre se deriva de una
palabra griega que significa pórtico, porque Zenón enseñaba
bajo uno.
Los estoicos negaban la posibilidad de la suerte o el
libre albedrío. todo ocurría necesariamente. La libertad es
sólo una ilusión. No hay nada que una persona pueda hacer por
alterar su futuro; no hay manera de evadir tu destino.
Todos los hombres están determinados por el logos
(fuerza o razón universal impersonal). Todos los eventos están
determinados por el orden del universo, todo ocurre de acuerdo a lo planeado.
Por lo tanto, para los estoicos la palabra clave es la apatía (ausencia
de pasiones o emociones). La persona buena es aquella que sabe que no puede
cambiar su destino y en lugar de pelear contra él, lo acepta con
tranquilidad. Su propósito es vivir de acuerdo con la naturaleza,
aceptando la voluntad de su dios impersonal. La persona verdaderamente virtuosa
elimina toda pasión y emoción de su vida hasta que llega un punto
en el que nada le afecta.
En resumen, un estoico es una persona que vive en un
universo materialista controlado por una razón impersonal. Es un esclavo
de su destino que aprende el secreto de la única vida buena posible:
eliminar las emociones de tu vida y aceptar lo que el destino de
traiga.
V. Gnosticismo
La palabra Gnóstico viene de la palabra griega
gnosis, que significa conocimiento. Los gnósticos pretendían
tener un conocimiento esotérico o secreto especial que les ganaba la
salvación. Podía llegar a tenerlo solamente el segmento de la
humanidad que era "pneumática" o espiritual. Solamente ellos eran
llevados de regreso inevitablemente al reino de la luz del Dios supremo.
Había una segunda clase de hombres, los que eran solamente
"psíquicos" y no podían ir más allá de la fe. Una
tercera clase representaba a la abrumadora masa de la especie humana. Ellos
eran los "hílicos" personas que estaban sujetos a la materia. Este era
uno de los peores rasgos del gnosticismo, la elevación de un
número limitado a una clase especialmente privilegiada, y la
consignación de la mayoría absoluta de la humanidad a una
destrucción de la cual no podía ser redimida.
Consideraban que la materia era mala y por lo tanto,
Jesús no pudo haber tenido en realidad un cuerpo sino que sólo
tuvo la apariencia de tener un cuerpo (Docetismo). El Cristo histórico
era sólo un hombre, pero era poseído por el Cristo celestial que
era el más brillante de todos los aeones. Este Cristo celestial
actuó en el hombre Jesús, pero nunca se encarnó. El Cristo
celestial regresó al cielo antes de la crucifixión de tal manera
que fue solamente un hombre el que murió en la cruz.
Es curioso, pero el calvinismo, precisamente por su
énfasis en la educación y el conocimiento, tiene una fuerte
tendencia hacia el gnosticismo. Algunas veces, parece que si no aprendes ya no
puedes alcanzar la salvación y ésta se vuelve propiedad de los
intelectuales. Pero Pablo advierte contra los peligros de pensar de esta
manera, pues entiende que el Gnosticismo está equivocado. Aunque nadie
negar el hecho de que el evangelio posee un contenido que debe ser entendido y
aprendido, no es por conocer que uno alcanza la salvación, sino por
depositar su confianza en la obra salvífica de Cristo efectuada en la
cruz.
VI. Hedonismo
Los hedonistas proponen el placer (en griego
hedoné) como valor supremo y al cual se han de subordinar todos los
demás. La regla práctica es pues: "Procura el máximo de
placer, con el mínimo de dolor." Sus principales exponentes fueron
Epicúreo y Lucrecio.
Los hedonistas proponían el placer con el
estándar del bien, pero que no todos los placeres tienen el mismo valor.
Ellos distinguían entre los placeres del cuerpo y de la mente.
También diferenciaban los placeres de acuerdo a su intensidad y
duración. Ellos concluían que los placeres más intensos
eran transitorios y que generalmente los placeres del cuerpo a la larga producen
dolor. Aconsejaban buscar los placeres de la mente que no son tan intensos son
los más durables.
Aun cuando Epicúreo nunca proclamó el
libertinaje, de hecho el hedonismo, en la práctica, es el modo de vida
más corriente entre el común de la gente, cuyo ideal consiste en
gozar el máximo de placeres, apartándose del
dolor.
VII. Escepticismo
El escepticismo consiste en la duda acerca de todo. El
escéptico prefiere abstenerse de juzgar, oscila entre la
afirmación y la negación.
Un escéptico no puede argumentar nada, pues, con
eso, automáticamente se traicionaría. Argumentar significa
proponer alguna verdad con razones, y eso es justamente lo que rechaza el
escéptico: que podamos alcanzar la verdad.
Los escépticos notaban que los hombres que buscan
la verdad pueden ser clasificados en tres grupos. Primero, aquellos que piensan
que han encontrado la verdad (los dogmáticos); segundo, los que confiesan
que no la han encontrado y declaran que no puede ser hallada (también los
consideraban dogmáticos); finalmente, aquellos que se mantienen en la
búsqueda de la verdad (los escépticos). El escepticismo no es la
negación de la posibilidad de encontrar la verdad ni es la
negación de los aspectos básicos de la experiencia humana, sino es
un proceso continuo de búsqueda en la que cada experiencia es
cuestionada. En resumen, el escéptico no puede estar seguro de
nada.
VIII. Eclecticismo.
El eclecticismo consiste en conservar una postura
abierta a todas las influencias, de tal manera que, por principio, se evite la
actitud cerrada ante ciertos autores y corrientes filosóficas. El
ecléctico sabe que la verdad puede ser poseída por todo
filósofo, y, por lo tanto, analiza y escoge las tesis que
adoptará, entre los tantos pensadores estudiados.
Por otro lado, el ecléctico puede ser la persona
que sin ninguna unidad, estructuración, o espíritu crítico,
se dedica a estudiar y a mezclar cuantas corrientes diversas va encontrando en
los libros. Al final se halla en posesión de un cúmulo de
teorías sin organización ni coherencia interna.
Históricamente se suele decir que Marco Tulio Cicerón (106- 43 a.
de C.) fue un típico caso de eclecticismo. De él se comenta que
"sería más filósofo si hubiera leído menos, y
meditado más."
Capítulo 3 Filosofía de
la Edad Media
I. San Agustín (
354-430)
Verdad
En encendidas controversias con los escépticos
hizo triunfar San Agustín la posibilidad de conocer la verdad. Los
escépticos dicen: "No existe verdad; de todo se puede dudar".
Agustín responde: "Se podrá dudar de todo lo que se quiera; de lo
que no se puede dudar es de esta misma duda." Existe, pues, verdad, con lo
cual queda refutado el escepticismo. Más tarde Descartes usaría
un argumento semejante.
Agustín es muy conocido por su doctrina de la
iluminación divina. En manera concreta el dice: "Presente en nosotros
existe la luz de la razón eterna, en cuya luz las verdades inmutables son
vistas". Lo que es claro es que para Agustín la iluminación viene
de Dios así como el sol irradia su luz. Esta luz no es tanto la fuente
de nuestras ideas, sino mas bien es la condición bajo la cual nosotros
reconocemos lo verdadero y eterno que son nuestras ideas. En resumen, la
iluminación divina no es un proceso por el cual se infunde el contenido
de las ideas en nuestra mente, sino que consiste en la iluminación de
nuestra razón para que seamos capaces de discernir que ciertas ideas
contienen verdades necesarias y eternas. Dios, la fuente de luz, es perfecto y
eterno, y el intelecto humano opera bajo la influencia de las ideas eternas de
Dios. La doctrina de la iluminación significa que las limitaciones del
conocimiento causadas por lo cambiante de los objetos físicos y por lo
finito que es el hombre, son superadas por medio de la iluminación
divina.
Dios
Para Agustín Dios es el ser supremo; no existe
alguien más excelente o sublime que él. Dios es el ser perfecto,
lo cual significa que su existencia depende de él mismo, es inmutable y
eterno. Dios es descrito como ser puro, sugiriendo con ello que en Dios no hay
cambio de "no-ser" a "ser" o de "ser" a "no-ser".
Creación
La doctrina distintiva de Agustín fue que Dios
creó todas las cosas ex nihilo, de la nada. Agustín
enfatizó que el mundo es el producto de los actos libres de Dios, por
medio de los cuales el hizo de la nada todas las cosas que componen el mundo.
Todas las cosas, entonces, deben su existencia a Dios. Sin embargo, existe una
gran diferencia entre Dios y las cosas que él creó.
Agustín dice que Dios dio el ser a cosas que no existían antes.
Dios no pudo haber creado de una materia existente porque la materia, aun en una
forma primitiva, ya sería algo. Todo, aun la materia, es el producto de
la obra creativa de Dios. Agustín rechazó la noción de que
cualquier cosa en el orden de la creación puede ser
intrínsecamente malo, pues todo ha sido creado por la bondad de
Dios.
Libre Albedrío
El hombre debe escoger entre volverse hacia a Dios o
alejarse de él. El es libre. Cualquier cosa que el hombre escoge lo
hace con la esperanza de encontrar la felicidad. El es capaz de dirigir sus
afectos exclusivamente hacia cosas finitas, personas o él mismo y se
aleja de Dios. Agustín dice que "este alejarse no es algo forzado sino
voluntario". El mal o el pecado es un producto de la voluntad. A pesar del
hecho del pecado original, todos los hombres todavía poseen la libertad
de su voluntad. Esta libertad (liberum) de la voluntad no es lo mismo que la
libertad espiritual (libertas), porque la verdadera libertad espiritual ya no es
posible en su totalidad en esta vida. El hombre utiliza ahora su libertad para
escoger el mal; pero aun cuando el hombre escoge correctamente, no posee el
poder espiritual para hacer el bien que ha escogido. El tiene que ser ayudado
por la gracia de Dios. Mientras que el mal es causado por un acto de libre
voluntad, la virtud, por el otro lado, es el producto no de la voluntad libre
del hombre sino de la gracia de Dios.
La ciudad de Dios
La raza humana puede ser dividida en aquellos que aman a
Dios aquellos se aman a sí mismos. Aquellos que aman a Dios,
Agustín los llama la ciudad de Dios; aquellos que se aman a sí
mismos él les llama la ciudad del mundo. Esta división no es
idéntica con la división iglesia - estado.
Con Agustín la idea de la providencia divina hace
su aparición en la Filosofía. Los filósofos griegos
habían sostenido el concepto de Dios demasiado trascendente, que no se
ocupa de los hechos humanos. Para Agustín, en cambio, Dios ordena los
hechos históricos hacia el triunfo final de su reino. La historia
presente está involucrada entre la tensión de la ciudad del mundo
y la ciudad de Dios. Pero hay que recordar que nada pasa sin estar sujeto a la
providencia de Dios.
II. San Anselmo
(1033-1109)
Anselmo no estaba tratando de descubrir la verdad acerca
de Dios a través de la razón exclusivamente, sino que
quería emplear su razón para entender lo que ya creía. Su
método por lo tanto era la fe buscando entender; "No busco entender para
poder creer, sino que creo para poder entender." Dejó bien en claro que
su empeño en demostrar la existencia de Dios no podía ni siquiera
empezar a menos que él tuviera de antemano la creencia en Su existencia.
La mente humana no puede penetrar la profundidad de Dios. El decía:
"Deseo sólo comprender un poco la verdad que mi corazón cree y
ama."
El Argumento Ontológico
Antes de presentar el argumento ontológico de la
existencia de Dios, Anselmo pide a sus lectores que "entren a los compartimentos
internos de sus mentes y alejen todas las cosas, excepto a Dios y cualquier cosa
que pueda ayudarte en la búsqueda de Dios". Claramente podemos ver que
Anselmo está seguro de la existencia de Dios antes de empezar su
búsqueda. El decía: "A menos que crea, no
entenderé."
Su argumento va de la siguiente manera. Anselmo dice,
nosotros creemos que Dios es el ser más grande que puede ser concebido.
Es posible concebir tal ser en el intelecto. Es más grande existir en la
realidad que en el intelecto, por lo tanto, Dios tiene que
existir.
En el mismo escrito, un poco más adelante,
Anselmo desarrolla lo que ha venido a conocerse como el "argumento de
necesidad". El dice: Dios es eso del que nada más grande puede ser
concebido. Es posible concebir un ser que no exista. Tal ser no es el
más grande que pueda ser concebido. Un ser que no pueda ser concebido
como "no-existente" es más grande que uno que pueda ser concebido como
"no-existente". El ser más grande que uno pudiera concebir,
tendría necesariamente que existir. Es necesario que observemos que para
que esta prueba funcione se requiere que Dios sea eso que nada más grande
pueda ser concebido.
III. Santo Tomás de Aquino
(1224-1274)
Santo Tomás es el gran maestro de la
escolástica. La filosofía escolástica fue un intento de
elaborar un sistema coherente del pensamiento tradicional. El método de
la escolástica consistía en un proceso que se apoyaba
básicamente en deducciones lógicas que se disputaban de una forma
dialéctica en la cual la Teología gobernaba a la Filosofía.
Tomás intentó reunir la fe y la razón en su sistema.
Aunque aceptaba las verdades teológicas tradicionales, al mismo tiempo se
esforzaba por proveer argumentación racional para hacer que estas
verdades fueran comprensibles para la mente racional.
El conocer
La doctrina sobre el sentido y el origen del
conocimiento humano no comienza en Santo Tomás con una referencia a los
fundamentos eternos en la mente de Dios, como en San Agustín o San
Buenaventura. Santo Tomás piensa, por el contrario, que lo primero que
conocemos en esta vida es la entidad de las cosas materiales. Mientras san
Agustín dice que se ha de buscar la verdad en el interior del hombre,
santo Tomás invita a buscarla fuera. Consiguientemente, da especial
importancia al conocimiento sensible. La percepción sensible nos aporta
representaciones de fuera, sin las cuales no puede pensar el alma. Ésta
luego extrae o capta la esencia de las cosas. Entonces para Tomás el
conocimiento comienza con los sentidos, pero se consuma en el
intelecto.
Fe y Razón
Aquino notaba diferencias específicas entre la
Filosofía y la Teología, entre la fe y la razón. La
Filosofía comienza con los objetos captados por la experiencia y la
razón luego trabaja para forjar los principios hasta llegar hasta el
concepto de Dios. Por el otro lado, la Teología comienza con una fe en
Dios e interpreta todas las cosas como creación de Dios. Encontramos,
pues una diferencia metodológica. Mientras que el filósofo llega
a sus conclusiones a partir de sus descripciones racionales de la realidad, el
teólogo respalda sus demostraciones en la autoridad de las verdades
reveladas. La Teología y la Filosofía no se contradicen, pero no
todo lo tratado en filosofía es importante para los fines religiosos del
hombre. La Teología estudia lo que el hombre necesita saber para ser
salvo por medio de la revelación. Algunas verdades de la
revelación jamás hubieran podido ser descubiertas sólo por
medio de la razón, en tanto que otros elementos de la verdad revelada
pudieron haber sido descubiertos con tan solo la razón, pero fueron
reveladas para asegurar el que fueran conocidas. Por esta razón, existe
cierto traslape entre la Filosofía y la Teología. Sin embargo,
casi en su totalidad la Filosofía y la Teología son dos
disciplinas separadas e independientes. Dondequiera que la razón sea
capaz de conocer algo, la fe, estrictamente hablando, es innecesaria; y lo que
la fe conoce únicamente a través de la revelación no puede
ser conocido sólo por medio de la razón natural.
Pruebas de la existencia de
Dios
Tomás formuló cinco pruebas o vías
para demostrar la existencia de Dios. Aquí sólo analizaremos
cuatro de ellas. Tomás decía que todo conocimiento debe comenzar
con nuestra experiencia de los sentidos. Aquino apoyó sus cinco pruebas
en ideas derivadas de un entendimiento racional de cosas ordinarias que
experimentamos con nuestros sentidos. Para demostrar que Dios existe, Aquino se
apoyó, entonces, primero en su análisis de las experiencias
captadas por los sentidos y, segundo, en su noción de que la existencia
de estos objetos requiere una serie finita de causas que llevan a una causa
primaria, o Dios.
1. Prueba derivada del
Movimiento. Podemos estar seguros que en el mundo algunas cosas están en
movimiento. También es igual de evidente que lo que sea que esté
en movimiento fue movido por algo más. Si una cosa está en
reposo, nunca se moverá a menos que otra cosa la mueva. Cuando una cosa
está en reposo, entonces sólo está potencialmente en
movimiento. El movimiento es la transformación de potencialidad a
realidad. Nada puede ser llevado de potencialidad a realidad por algo que
también esté en un mero estado de potencialidad. Por lo tanto, si
vamos a explicar el origen del movimiento, no podemos ir hacia atrás en
una regresión infinita. Tiene que haber un primer movedor que fue el
origen el movimiento pero que él mismo no fue movido. Este, por
supuesto, es Dios. Por lo tanto, Dios
existe.
2. Prueba derivada de la causa eficiente.
Experimentamos varios tipos de efectos, y en cada caso le asignamos una causa
eficiente a cada efecto. La causa eficiente de una estatua es el escultor que
la hizo. Si quitáramos la actividad del escultor, entonces no
tendríamos el efecto, es decir la estatua. Pero hay un orden de causas
eficientes; los padres del escultor son su causa eficiente. Los picapedreros
son la causa eficiente de la pieza de mármol que utilizó el
escultor. En resumen, existe un orden complejo de causas eficientes en serie.
Tal serie de causas es necesario porque ningún efecto puede ser su propia
causa. Una causa es antes que su efecto. Por lo tanto las efectos demandan una
causa anterior. No podemos hacer una regresión infinita de causas y
efectos, sino que debe existir una causa primera eficiente que ha causado todo
lo demás. Esta causa primera es
Dios.
3. Prueba derivada de los grados de
perfección. En nuestra experiencia encontramos que algunos seres son
más buenos, nobles y verdaderos que otros. Pero esta comparación
es posible sólo porque las cosas se asemejan o no a algo que es tomado
como el máximo grado o nivel de bondad, nobleza y verdad. Por lo tanto,
Dios existe porque debe existir ese criterio a la luz del cual se comparan todas
cosas y hace que la comparación entre los grados de perfección de
las cosas sea posible.
4. Prueba derivada del orden
del universo. Observamos que las cosas que no poseen inteligencia propia, tales
como las cosas del mundo natural o el cuerpo humano, se comportan en una manera
ordenada. Actúan de una manera predecible y especial para lograr ciertas
metas o funciones. Pero las cosas que carecen de inteligencia no pueden
desempeñar su función a menos que estén dirigidas por algo
que sí tiene inteligencia. Por lo tanto, debe existir un ser inteligente
que dirige todas cosas naturales para que cumplan su función y metas.
Este ser es Dios.
El Hombre
Aquino tenía una concepción particular del
hombre. El hombre es una substancia física. Aquino insistía en
mantener la unidad de la naturaleza humana. El alma del hombre depende del
cuerpo y el cuerpo del alma. El hombre es la unidad del cuerpo y el alma. Sin
el alma, el cuerpo no tiene "forma". Sin el cuerpo, el alma no tendría
sus órganos de sensación que requiere para conocer. Como
substancia física, el hombre está compuesto de alma y cuerpo. Los
ángeles son inteligencia pura y no tienen cuerpo, pero aunque el hombre
también es una criatura racional, su atributo especial es el existir y
funcionar como hombre sólo cuando su alma y cuerpo están unidos.
Capítulo 4
Epistemología
I. Racionalismo
Racionalismo significa literalmente filosofía de
la razón. El racionalismo es una postura epistemológica que
trabaja preferentemente con la razón o con la inteligencia, con el
pensamiento y con conceptos para explicar el origen del conocimiento humano. La
esencia del racionalismo puede ser expresada así: "Algunos conocimientos
humanos no surgen de la experiencia sensorial."
A. Descartes (1596-1650)
René Descartes ha sido el más famoso genio
del siglo XVII. Con él se coloca en la Historia una primera piedra
divisoria, con respecto al pensamiento antiguo y medieval, y por eso se le suele
llamar el "Padre de la Filosofía Moderna". Su idea central es la
creación de un sistema filosófico completamente incuestionable,
libre de las críticas de los pensadores subsecuentes y perfectamente
garantizado en su verdad y en su orden lógico, similarmente a lo que
sucedía en las Matemáticas, edificio mental sólidamente
estructurado e inmune a las simples opiniones de cualquier profano en la
materia.
Las Reglas del Método.
Para evitar el error, no basta la inteligencia, es
necesario saber aplicarla adecuadamente, es decir, se requiere un método.
Descartes pone especial énfasis en la necesidad de un método
racional, que por principio libere al hombre de la fácil caída en
el error. En el Discurso del Método describe sus famosas cuatro reglas
metódicas, como sigue:
• Regla de la
Evidencia: No aceptar como verdadero sino lo que es evidente. O, en otros
términos, tratar de captar intuitivamente el objeto propio de la
inteligencia, a saber, las ideas claras y distintas. En una palabra,
sólo se puede poseer la verdad cuando el espíritu capta las ideas
con toda su evidencia, de un modo fácil, inmediato, sereno y claro. Esta
evidencia ya no puede encerrar la duda y el
error.
• Regla del Análisis. "Dividir
cada una de las dificultades que se van a examinar, en todas partes como sea
posible y necesario para resolverlas mejor". Es decir, descomponer las ideas
complejas en sus partes más simples; pero, además, remontarse a
los principios más simples, de los cuales depende el asunto que se
está examinando.
• Regla de la
síntesis. "Conducir por orden los pensamientos, empezando por los
objetos más sencillos, más fáciles de conocer, para subir
gradualmente hasta el conocimiento de los más complejos. . ." Se trata
de la operación contraria a la anterior, y es su complementación.
Una vez dividido en partes un asunto, para su mejor comprensión, es
necesario reconstruir el todo, a partir de los principios
encontrados.
• Regla de las enumeraciones y
repeticiones. "Hacer enumeraciones tan completas y revisiones tan generales,
como para estar seguro de no omitir nada." Con esto se persigue una
intuición global del asunto tratado, de tal manera que la inteligencia
posea y domine la materia desde el principio hasta el fin, lo cual supone la
repetición o repaso del camino andado.
La duda Metódica.
Una vez establecido el método a seguir, Descartes
se propone edificar una Filosofía perfectamente estructurada, al modo de
las ciencias matemáticas. Para ello será necesario partir de una
verdad absolutamente indubitable, y de la cual se pueda derivar todo el edificio
filosófico.
Para encontrar esa primera verdad, es preciso borrar,
con anterioridad, todo conocimiento que no esté debidamente fundamentado.
Por lo tanto, hay que hacer caso omiso, o mejor, dudar, de todo lo que
percibimos por los sentidos y de todos los conocimientos
científicos.
La duda de que propone Descartes tiene como finalidad la
fundamentación de la nueva Filosofía sobre bases indubitables.
Por lo tanto, no se trata de una duda escéptica, en donde el fin es dudar
por dudar. Es una duda metódica, puesta solamente como un método
o medio, para llegar a un principio completamente evidente.
Sin embargo, Descartes insiste demasiado en los motivos
para dudar. Finge la hipótesis del "genio maligno". Supongamos, dice,
que hay un espíritu malévolo que está especialmente
dedicado a inducirnos al error y ala ilusión de la verdad. Y por otro
lado, es un hecho que hemos caído en errores, sin darnos cuenta de ellos.
Y por último, ¿Cómo podríamos cerciorarnos de que lo
que sucede ahora no es un sueño?
En estas condiciones, Descartes se lanza a la
búsqueda de su primer principio. El reflexiona "Puedo dudar de todo
menos del hecho de que estoy dudando." Si dudo es que pienso, y si pienso, es
que existo. De este modo llega a lo que parece su primer principio fundamental:
"Pienso, luego existo" (Cogito ergo sum). Todo el mundo puede dudar sobre lo que
quiera, pero no podrá dudar de su propia existencia. Si duda, es que
piensa, y si piensa, es que existe. Descartes pretende erigir sobre esta verdad
todo el cuerpo de verdades filosóficas. Su principio funcionará a
la manera de los axiomas de las ciencias matemáticas.
Dios
Descartes trata de probar la existencia de Dios
basándose solamente en su consciencia racional de su propia existencia y
pensamientos internos. En resumen podríamos resumir sus argumentos
así:
1. Tengo una idea de un Dios
infinito
2. Puesto que soy finito, no pude haber
creado esta idea yo mismo.
3. Para cualquier
efecto, la causa que lo produce debe ser tan real como el efecto
mismo.
4. Por lo tanto, la idea de un infinito
tiene que ser causada por un ser infinito.
Para no dejar cabos sueltos, Descartes, elabora otro
argumento:
1. No soy perfecto porque dudo (no tengo
conocimiento perfecto).
2. Para tener una idea de
imperfección, tengo que tener una idea lógica de
perfección
3. No pude haber creado esta idea
en mí mismo porque para cualquier efecto, la causa que lo produce debe
ser igual o mayor que el efecto mismo.
4. Por
consiguiente, la idea de perfección tiene que haber sido colocada en
mí por algo perfecto.
5. Dios el es el
único ser perfecto. Por consiguiente, Dios tiene que
existir.
Su razonamiento lo lleva irremediablemente a la
conclusión: Dios tiene que existir necesariamente para poner esa idea en
mí. Como vemos, Descartes primero establece la indubitabilidad de su
propia existencia, para luego arribar a la existencia de Dios. Lo que Descartes
llama una idea "implantada" por Dios acerca de Su propio ser, Calvino le llama
"La semilla de la Religión" (Rom. 1 y 2).
B. Spinoza (1632-1677)
El sistema de Spinoza, plenamente deductivo, es un
descenso a las cualidades de este mundo y del hombre, a partir de la
intuición de una sola substancia infinita, perfecta, que es Dios. En esa
intuición se tiene ya todo el conocimiento posible. Basta analizar
ordenadamente el contenido de ese objeto infinito, y con eso se tiene acceso a
toda la realidad.
Mientras que Santo Tomás parte del mundo para
llegar a Dios, y Descartes parte del yo para llegar a Dios, Spinoza inicia la
marcha directamente a partir de la substancia divina. Spinoza afirma que
existe una sola substancia, la divina, y todos los entes que captamos como
diferentes a ella, tan sólo son aspectos diferentes de la misma
substancia. Por lo tanto, no hay necesidad de explicar la comunicación
de substancias, puesto que todo es inmanente a una sola substancia, infinita,
eterna, perfecta. El hombre es también una manifestación de la
substancia divina.
De esta perspectiva se infiere que no hay un
auténtico libre albedrío en el hombre, pues todo está
rigurosamente determinado dentro de la substancia única. Lo que llamamos
libertad, no es sino la "necesidad comprendida". Un hombre capta las leyes que
lo rigen, las asimila, y entonces es libre. En cambio, el libre
albedrío, como poder de autodeterminación, es una pura
ilusión, dice Spinoza, debido a la ignorancia de las causas que nos
mueven.
El fin de la Ética no es, por lo tanto, lograr
que el hombre libremente escoja el Bien, no es una ciencia práctica. Es
una ciencia teórica que describe cómo es la felicidad humana. La
felicidad humana se logra cuando por medio de la intuición disolvemos
nuestra propia persona en el seno de la substancia divina, con una conciencia de
eternidad.
II. Empirismo
El Empirismo es la postura epistemológica que se
resume así: "Todo conocimiento humano surge de la experiencia sensorial."
Los empiristas clásicos ilustraban su postura diciendo que al nacer la
mente humana es una tabula rasa, una mesa vacía. Al nacer, la mente
humana es como un pizarrón en totalmente en blanco. Es decir, los seres
humanos no nacen con ninguna idea o conocimiento innatos. A medida que los
seres humanos crecen y se desarrollan, los sentidos surten a la mente con un
creciente montículo de información.
A. Bacon (1561-1626)
Francis Bacon es el promotor del empirismo, que luego se
continúa en Locke y Hume. La idea central de Bacon es la crítica
contra el silogismo y la apología de la
inducción.
Crítica de los
ídolos
Lo primero que hay que rechazar si se intenta una
sólida certeza en la investigación científica, es la serie
de prejuicios que suelen colarse en nuestros conocimientos ordinarios. Estos
prejuicios son llamados por él,
ídolos.
1. Idolos de la especie. Son los
prejuicios universales, propios del género humano, y debidos a la
tendencia antropomórfica de nuestro modo de juzgar las
cosas.
2. Idolos de la caverna. En recuerdo de la
alegoría de la caverna, de Platón, Bacon denomina así a los
prejuicios debidos al temperamento, carácter y gustos personales de cada
uno. El hombre se encierra en su propia caverna, y deforma la realiad de las
cosas.
3. Idolos del foro. Se recuerdan
aquí las antiguas discusiones en el ágora o plaza pública.
El prejuicio consiste en el abuso del lenguaje frente a las
masas.
4. Idolos del teatro. Cada sistema
filosófico, dice Bacon, es como una pieza teatral, en donde se debe
desempeñar un cierto papel. El prejuicio consiste en que cada sistema
filosófico impone actitudes diversas, que no son acordes con la
realidad.
Bacon proclama al método inductivo como la clave
para hacer progresar a las ciencias. Para construir la ciencia se debe proceder
a base de experimentación, con el fin de observar las causs de los
fenómenos, y poder dominar a la misma naturaleza. Para dominarla,
primero hay que se dócil a ella.
B. Locke (1632-1704)
John Locke se dio a la tarea de investigar el origen, la
certeza y la extensión del conocimiento humano. El asumía que si
podía describir de qué consiste el conocimiento y cómo se
obtiene, el podría determinar los limites del conocimiento y decidir
qué constituye certidumbre intelectual. Su conclusión fue que el
conocimiento se circunscribe a ideas, no las ideas o formas platónicas,
sino las ideas que son generadas por los objetos por medio de la experiencia.
El origen de las ideas es la experiencia, y la experiencia tiene dos formas, la
sensación y la reflexión. Sin excepción, entonces, todas
nuestras ideas vienen por medio de nuestros sentidos, a través de los
cuales experimentamos el mundo externo, para después reflexionar sobre
ellas, lo cual constituye una experiencia interna. Lo que Locke quería
dejar claro es que no podemos tener experiencia de reflexión sin haber
tenido experiencia de sensación. Esto significa la mente de cada persona
en el principio es como una hoja de papel en blanco sobre la cual sólo la
experiencia puede subsecuentemente escribir conocimiento.
Locke rechazó la teoría de las ideas
innatas. Para él esta doctrina era superflua porque no aportaba nada que
él no pudiera explicar en términos del origen empírico de
las ideas. Queda, pues, la experiencia (externa o interna) como la fuente
exclusiva de nuestros conocimientos. De aquí surge la regla de oro del
empirismo: Sólo es válido aquel conocimiento que esté
debidamente apoyado en una experiencia sensible.
C. Hume (1711-1776)
David Hume atacó lo supremacía de la
razón humana tratando de demostrar que ésta tiene límites
definidos. Todos los que intentan llevar la razón humana más
allá de los límites llegan a caer en absurdos y contradicciones.
Los Filósofos habían sido demasiado optimistas al evaluar los
poderes de la razón humana. La mayoría de las cosas importantes
que pensamos conocer, en realidad no las conocemos. Nuestras creencias
más importantes las tenemos debido al hábito, instinto y la
costumbre. Una especie de fuerza irracional nos compele a aceptar estas
creencias. Los juicios morales no se apoyan en la razón sino en la
naturaleza no-racional del ser humano.
La naturaleza, el instinto y el sentido común nos
llevan a creer en la existencia del mundo externo. De acuerdo con Hume, debemos
ignorar los argumentos racionalistas y confiar a nuestro instinto. El
conocimiento especulativo sobre temas de metafísica, teología y
ética deben ser evitados. Tales temas deben ser aceptados
basándose en la fe, no en el conocimiento.
Hume creía en la existencia de una mente divina
que era la responsable del orden del universo. Pero el creía que no es
posible conocer algo acerca de Dios, aunque es totalmente natural el tener fe de
que Dios existe. De hecho, la misma naturaleza que nos compele a creer en
muchas cosas nos lleva a creer en la existencia de Dios.
Pero la naturaleza no nos compele a ir más
allá de una creencia en la existencia de Dios y aceptar las declaraciones
teológicas que los ortodoxos añaden a esta creencia básica.
Estas declaraciones deben ser rechazadas porque van más allá de
los límites de la razón humana.
Resumiendo, la meta de Hume con respecto a su
discusión religiosa era demostrar que la razón es impotente de
convencer a alguien de la declaraciones religiosas. Su preferencia personal
parece ser el tener una fe no-racional en un dios que no puede ser demostrado
por la razón, la revelación, los milagros o cualquier tipo de
evidencia.
Hume, entonces, creó una especie de abismo. El
abismo se forma cuando el rechaza la posibilidad de conocimiento racional de
Dios y el objeto de la fe religiosa. Hume basaba la creencia en Dios en la
naturaleza no-racional del hombre. Como Kant, Hume estaba negando el
conocimiento para dejar lugar a la fe. Tanto para Hume como para Kant, la fe y
el conocimiento no tienen nada en común.
Algo parecido a lo que Hume proponía se
está infiltrando en muchas iglesias cristianas. Esto es evidente en el
desprecio a los Credos, en la búsqueda de Dios a través del
emocionalismo dependiendo de una experiencia mística. Hume se
sentiría cómodo en muchas iglesias, en las que la verdad de
Jesucristo se reemplaza con una charla de lo bonito que es tener una experiencia
con un dios del que nada definitivo puede conocerse.
III. Kant (1724-1804)
Emmanuel Kant consideraba su sistema como una
revolución copérnica en Filosofía. Tal y como
Copérnico había revolucionado el modelo del sistema solar, al
poner el sol en el centro en vez que a la tierra, así también el
sistema de Kant produciría una conmoción similar en la
Filosofía. Los filósofos anteriores a Kant habían asumido
que el conocimiento humano es posible en la medida que la mente se adapta al
mundo. Kant invirtió ese orden. En vez de que la mente se adaptara al
objeto de conocimiento, todos los objetos se adaptaban a la mente que
efectúa el acto de conocer. Las características universales y
necesarias de la realidad son conocidas como características de la
realidad en virtud de ser primero que nada características de la mente
que efectúa el acto de conocer. La racionalidad que los seres humanos
encuentran en la naturaleza está allí precisamente porque la mente
humana la pone allí.
Kant intentó ir más allá del
racionalismo y el empirismo al hacer que el conocimiento humano esté
compuesto de dos factores: forma y contenido. El contenido es dado por la
experiencia sensorial. De hecho, todo conocimiento humano comienza con la
experiencia, sin embargo, aunque el conocimiento empieza con la experiencia, no
se deduce que éste surge de allí. Lo que Kant quiere decir es que
aunque la experiencia sensorial es necesaria para el conocimiento humano,
ésta no es una condición suficiente para que se de el
conocimiento. Algo más debe ser agregado al contenido dado por los
sentidos. A menos que la mente de al contenido forma o estructura, el
conocimiento no sería posible. Kant dice: Los conceptos (la forma dada
por el entendimiento humano) sin percepciones (el contenido dado por los
sentidos) están vacíos. Las percepciones sin los conceptos
están ciegos. El conocimiento humano, entonces, tiene dos condiciones
necesarias: la forma provista por la mente y el contenido provisto por los
sentidos. Pero ninguna de estos dos es suficiente por sí mismo de
producir conocimiento.
Kant enseñaba que la forma o estructura que la
mente humana proporciona al conocimiento existe en forma de categorías o
aptitudes innatas para conocer. Puesto que todo conocimiento humano tiene que
ser mediado por estas categorías, los hombres no pueden conocer nada
directamente. La consecuencia desafortunada de esta posición, sin
embargo, es la disyunción radical entre el mundo como lo percibimos (el
mundo modificado por las categorías de nuestro entendimiento) y el mundo
como realmente es. De acuerdo con Kant, el conocimiento humano nunca nos pone
en contacto con el mundo real, el cuál el llamó el mundo
noumenológico. Lo único que alcanzamos conocer es el mundo
fenomenológico, el mundo que nosotros percibimos después de haber
sido modificado por las categorías de nuestro entendimiento. Puesto que
nuestro conocimiento siempre es percibido ya modificado por las
categorías de nuestra mente, el mundo real (noumenológico) no
sólo es desconocido sino imposible de conocer.
Hume estableció un abismo. Kant edificó
una pared. El sistema de Kant tuvo el efecto de crear una pared entre el mundo
que percibimos y el mundo real. El conocimiento humano está circunscrito
al mundo fenomenológico, el mundo aparente, el mundo modificado por las
estructuras de las mente que efectúa el acto de conocer. Es imposible
conocer lo que está detrás de la pared. La razón humana no
puede penetrar los secretos de la realidad suprema. Puesto que Dios no
está sujeto a la experiencia y las categorías humanas no pueden ir
más allá a la realidad trascendente, el Dios de Kant ni es
conocido ni puede serlo.
Irónicamente, Kant pensaba que su agnosticismo
con respecto a Dios era de ayuda para la fe cristiana. Kant en realidad pensaba
que estaba rindiendo un servicio a los intereses de la religión
cristiana. El escribió que había sido necesario negar el
conocimiento para dejar lugar a la fe. Aunque Kant y Hume salieron de distintos
puntos de partida, llegaron al mismo punto básicamente. Cada vez que la
mente humana trata de saltar el abismo de Hume o atravesar la pared de Kant, cae
en contradicciones. La mente humana no puede penetrar los secretos de la
realidad suprema. Para Kant la existencia de Dios era enteramente un asunto de
fe, a la cual Kant le dio un giro práctico. El cristiano debe abandonar
cualquier conocimiento acerca de lo trascendente y refugiarse en una fe basada
no en consideraciones teóricas sino en consideraciones morales y
prácticas.
Hay por lo menos una semilla de verdad en la perspectiva
de Kant. Muchos aspectos de la experiencia ordinaria lo confirman. Por
ejemplo, Cuándo usted lee esta página ¿qué es lo que
ve? ¿Fotones saltando desde la página a los conos y varillas de su
retina, la cual manda impulsos eléctricos hacia el nervio óptico y
de allí al cerebro? (Aunque aún esto desde la perspectiva de Kant
también será una conceptualización). ¡Por supuesto
que no! Usted ve letras, palabras, y oraciones. Inclusive, usted entiende algo
de las secuencias de pensamiento que yo estoy experimentando mientras escribo.
Como un lector de Español, usted clasifica lo que ve de acuerdo con
ciertas reglas lingüísticas que usted ha adoptado. Además,
su entendimiento de esta página difiere del entendimiento de un
niño preescolar o de un adulto analfabeta. Sus categorías
mentales son diferentes, por lo tanto, su conocimiento de esta página es
diferente.
La educación, la cultura, disposiciones
psicológicas, y un sin número de otros factores influyen la manera
en que nosotros concebimos el mundo. Cierta medida de subjetivismo en el
conocimiento es inevitable.
Estas perspectivas epistemológicas han influido
altamente la interpretación del lenguaje y la literatura.
Basándose en Kant y a través de las obras de destacadas figuras,
tales como Schleiermacher (1768-1834), Dilthey (1833-1911), y Husserl
(1859-1938), hermenéuticas filosóficas recientes han enfatizado la
importancia de las presuposiciones del lector en la
interpretación.
En nuestro siglo, Martin Heidegger (1889-1976) trajo la
influencia de las presuposiciones al primer plano de la interpretación.
En una de sus primeras obras, Being and time, Heidegger insistió que las
experiencias previas en la telaraña de la vida afectan profundamente
nuestra interpretación de la misma. El postuló, "Cada vez que
algo es interpretado como algo, la interpretación estará basada
esencialmente en las presuposiciones y en lo que se tenía y se
había visto con anterioridad. Una interpretación nunca es una
simple aprehensión de algo presentado a nosotros".
Quizá la figura más importante en esta
línea de filosofía de la hermenéutica es Hans Georg
Gadamer, quien concuerda con muchos de los puntos de vista de Heidegger y
también enfatiza la importancia de la contribución del lector. En
su libro Truth and Method, rechaza la búsqueda de la racionalidad
objetiva producto de la Ilustración, denominándola como "el
prejuicio en contra del prejuicio". Desde su punto de vista el intento de la
Ilustración de escaparse de las presuposiciones era en realidad un
prejuicio en favor de presuposiciones racionales pobremente concebidas. El
argumentaba de que las presuposiciones en la hermenéutica no son
sólo inevitables sino esenciales para el entendimiento.
El impacto de estos puntos de vista hermenéuticos
se ha sentido de muchas maneras. Por ejemplo, el crecimiento de la escuela
literaria conocida como "Criticismo de la respuesta del lector", ha puesto su
atención en el lector como el principal foco de interés en la
interpretación. Desde este punto de vista, el significado depende menos
del escritor original o del documento (como en los métodos
gramático-histórico) y más en los procesos de entendimiento
del lector. No cabe duda que Kant tuvo influencia no sólo en la
filosofía sino en todas las áreas del
conocimiento.
Capítulo 5 Filosofía
Moderna I
I. Hegel (1770-1831)
Para comenzar a entender a Hegel, es preciso iniciar la
explicación desde la cumbre donde él mismo se coloca. Cualquier
ente individual que captamos, sensible o intelectualmente, no es otra cosa sino
un momento o fase de la evolución del Absoluto. Lo finito sólo
tiene sentido como inmerso en lo infinito. Todo cuanto existe es constituyente
del Absoluto, de tal manera que éste deja de ser algo trascendente o
separado del mundo, para venir a ser la totalidad sintética de todos los
entes.
En consecuencia, el Absoluto no está acabado,
está en proceso de evolución, es la misma evolución de las
cosas. Pero además, la naturaleza íntima de ese Absoluto es la
Idea o Espíritu. Todo comienza con la evolución o desarrollo de
la Idea, y así es como se produce aun el mundo material. El producto
supremo de esa evolución es el hombre, en donde toma conciencia de
sí misma la Idea que evoluciona.
De esta tesis central se desprenden los calificativos de
panteísta y panlogista. Es panteísta en la medida en que afirma
que todo queda asimilado con el Absoluto, del cual se origina el mundo entero.
En panlogista, en la medida en que identifica el ser con la idea y la
razón. "Todo lo real es racional, y todo lo racional es real". La
primera parte de este lema significa que la realidad entera está
identificada con la razón y con sus leyes, y que, por lo tanto, no hay
contingencia ni azar; todo ser y todo devenir están sometidos a la
necesidad de la ley dialéctica. La segunda parte de ese principio
significa que basta pensar lógicamente para estar cierto de poseer la
realidad. La idea es la verdadera realidad. La idea, en su conjunto, es lo
real.
La Dialéctica
Posiblemente, la teoría más famosa de
Hegel es la dialéctica. Debe entenderse como la ley universal del
devenir, e, inclusive, como el mismo proceso de cambio. Se aplica a todo ente,
sea espiritual o material; nuestro modo de pensar es dialéctico, y lo
mismo la historia del pensamiento, y los cambios de los cuerpos
físicos.
La evolución tiene lugar por la
contradicción. Cada ente, por ser finito, lleva en sí mismo el
germen de su propia negación. La dialéctica no es otra cosa sino
la tensión que hace saltar esos límites del ente finito, para dar
por resultado otro ente, en cierto modo opuesto al anterior; contrario, en
cuanto que presenta características que el primero no manifestaba
positivamente. La misma tensión logra la asimilación o
superación de los contrarios en un nivel o etapa superior. Ésta
es la síntesis, resultado de la evolución de la tesis y la
antítesis.
Lo más importante de este proceso, es que la
evolución se concibe, no como un dejar atrás o dar la espalda al
pasado, sino como una ascensión en donde el mismo pasado toma parte, pero
en un nivel superior. Con justa razón se llama síntesis a esta
etapa final del devenir.
Anteriormente se creía que Hegel negaba el
principio de contradicción porque tanta era la importancia que le
concedía a las contradicciones como motor del devenir. Sin embargo,
nótese que justamente es al revés, o sea, para salvarse de la
contradicción es como la dialéctica plantea la lucha de contrarios
hasta que se logra la superación en la tercera etapa o síntesis.
La cual vuelve a ser tesis de un nuevo proceso evolutivo.
B. Marx (1818-1883)
La doctrina de Carlos Marx es un materialismo
dialéctico. Y con ello en la base es como se han originado las
revoluciones comunistas. Sin embargo, el comunismo ruso fue una
interpretación de aquel marxismo, asimilado a las teorías de
Engels y pasado por el matiz de Lenin. Es tema de serias discusiones si acaso
el comunismo ruso fue fiel al espíritu marxista.
El Materialismo
El punto de partida del materialismo marxista es la
pregunta: "¿Qué es primero, la materia o el espíritu?" Engels
analiza las dos respuestas posibles. Si se dice que el espíritu es
primero, y que la materia es producto del espíritu, tenemos la base de la
Filosofía idealista, como la de Hegel o como el cristianismo. Si se
responde que la materia es lo primero, y que el espíritu es un producto
(refinado) de la materia, tenemos entonces la base del materialismo. La Historia
de la Filosofía, es una lucha entre estas dos radicales
posturas.
Claro está que los marxistas no niegan el
pensamiento, la cultura, la belleza y la inteligencia, pero todo lo espiritual
es un derivado de la materia. En realidad, el ser se reduce a materia. La
materia es el ser objetivo, que existe independientemente de la conciencia, se
capta por los sentidos y produce nuestros conocimientos. La conciencia y el
pensamiento son calificados como inmateriales; pero en el fondo, constituyen una
propiedad y un producto de la materia. Esta reducción de todo el ser a
la calidad de materia, es la teoría monista del
marxismo.
Lo que sí debe rechazarse desde el principio, es
la teoría idealista que postula la existencia de un espíritu puro
(Dios) que es el creador de todo cuanto existe (la materia). El materialismo se
opone resueltamente a esa tesis, y sentencia así: No es Dios quien ha
creado a la materia, sino que es el cerebro humano (materia) el que ha creado la
idea de Dios.
Naturalmente, el enfoque propio de los marxistas,
alrededor del materialismo, es su aplicación a las cuestiones
económicas. El materialismo es estudiado principalmente como una
teoría base y la raíz de las superestructuras culturales e
ideológicas, como la ciencia, la filosofía, la moral, la
religión, la política y el arte. Una persona, una sociedad, una
clase, y un época poseen superestructuras que dependen fundamentalmente
de las condiciones imperantes de producción económica
(estructura). Una vez más, la estructura material es la que origina la
superestructura ideológica. Los descontentos y revoluciones sociales
dependen de la velocidad de evolución y desfasamiento de la estructura en
relación con sus correspondientes superestructuras.
La dialéctica
La influencia de Hegel sobre Marx se deja ver, sobre
todo, en el método dialéctico, que utiliza éste como ley
fundamental del devenir de la materia.
El materialismo de Marx es diferente a los antiguos
materialismos, porque éstos son estáticos y mecanicistas, y el de
Marx es dinámico y evolutivo, es decir, considera a la materia en
continuo devenir.
Con su postura dialéctica, los marxistas
pretenden oponerse a todas aquellas teorías "metafísicas", que
habían considerado a la realidad de modo estático. Las
definiciones de esencias son fijas, y con eso matan lo más íntimo
de la materia, que es el cambio.
La dialéctica es la ley del cambio de la
realidad, y esta evolución tiene lugar de acuerdo con las tres etapas
hegelianas que son: tesis, antítesis y síntesis. Una primera
etapa de cualquier proceso evolutivo recibe el nombre de tesis, pero allí
mismo está contenido un contrario, que poco después se manifiesta
con mayor énfasis: tenemos pues, la antítesis; enseguida, la lucha
de esos dos contrarios provoca una tercera etapa, que es la síntesis, o
"negación de la negación".
La aplicación más importante de estas
etapas dialécticas está en la interpretación del devenir
histórico como una continua lucha de clases. La sociedad siempre ha
tenido clases sociales en pugna; según predomina una u otra, tenemos la
tesis y la antítesis. La lucha armada acelera el proceso evolutivo, y se
logra la síntesis. El motor de la Historia es la lucha de clases. Como
puede notarse, a partir de aquí la justificación de la
revolución resulta sumamente fácil.
La Alienación Religiosa
El marxismo pretende salvar al hombre de las
alienaciones que sufre. Una alienación, en general, es lo mismo que una
enajenación, o supresión de algún aspecto de la
personalidad humana.
Uno de los ideales marxistas consiste, pues, en suprimir
las alienaciones, es decir, lograr que el hombre viva de acuerdo con el nivel
que le corresponde como hombre, sin las explotaciones, opresiones y
tiranías a que ha sido sometido a lo largo de la
historia.
Entre estas alienaciones tiene lugar importante la
alienación religiosa, que según el marxismo, consiste en la
elaboración mental de la idea de Dios a partir de lo mejor que tiene el
hombre, para luego "hipostasiar" dicha idea, es decir, conferirle existencia
real, y enseguida, vivir sometido a la pseudolegislación originada en tal
Dios, cuya existencia se cree real y verdadera. En una palabra, la
religión es una alienación porque el hombre se somete a leyes
procedentes de un ser quimérico. Entre religión y
superstición no hay apenas diferencia. La religión es un producto
de la actividad psíquica del hombre en la que hombre se vacía de
sí mismo, y adora y obedece al Dios creado por la proyección
psíquica de dicha esencia. La miseria espiritual del mundo
terminará cuando la religión desaparezca.
Pero todavía hay más: "La religión
es el opio de los pueblos"; lo cual significa que, si se ha propagado tanto la
religión, y especialmente entre las clases trabajadoras, es debido al
consuelo que suele proporcionarles en medio de sus penalidades,
prometiéndoles una felicidad eterna, "en la otra vida", a cambio de
resignación y mansedumbre en esta vida.
El marxismo prosigue insistiendo en que no es
extraño que el capitalista está interesado en la
propagación de tal religión entre sus obreros; de esta manera
logra sus fines con mayor presteza, pues la explotación que ejerce sobre
ellos no tiene, así peligro de reaccionar en su contra. La
religión es como un sedante, que pacifica y logra hacer el sufrimiento
sin violencias ni reclamaciones. Es necesario, pues, quitar la alienación
religiosa.
La Alienación
Económica
La propaganda comunista comienza, generalmente,
delatando la explotación de que son objeto los trabajadores, por parte de
los capitalistas. Esa explotación, por lo cual el trabajador es
menospreciado en sus derechos, y obligado a vivir materialmente en un nivel
infrahumano, es la alienación económica.
En la base de esta alienación está toda
una teoría sobre el valor económico. Según Marx, el precio
de una mercancía está medido en función del trabajo humano
allí plasmado. De acuerdo con "las horas de trabajo socialmente
requerido" para elaborar un artículo, es como se debe fijar el precio del
mismo.
Ahora bien, el trabajador es el dueño natural de
ese artículo que ha elaborado. Pero en el sistema capitalista, el
trabajador es quien no posee nada; recibe un salario de hambre, quedando el
producto en poder del empresario, quien lo vende con un precio que incluye una
plusvalía, o utilidad del capitalista, es decir, un salario no pagado.
Mientras el trabajador queda confinado en la clase proletaria, absolutamente
inerme, sin derechos, y sin energías para exigirlos, el capitalista, por
su parte, se va enriquecido a velocidades cada vez mayores, vive en medio de
lujos y derroches y aún tiene par acumular y amasar "sus ahorros" en
nuevas inversiones de capital.
El origen del capital es, pues, el ahorro forzado que ha
sufrido el trabajador. Por lo tanto, expropiar al capitalista no equivale a una
usurpación de bienes, sino que es un acto de justicia, por el cual se le
devuelve a los obreros el salario no pagado, o plusvalía del capitalista.
En consecuencia, las empresas, fábricas y los capitales productivos, en
general, deben quedar en manos del proletariado, o de sus representantes, como
el Estado, por ejemplo. A partir de aquí surge la famosa tesis de la
propiedad colectiva de los bienes de producción, con la consiguiente
reprobación de la tesis de la propiedad privada de esos mismos
bienes.
C. Comte (1798-1857)
Augusto Comte es el fundador del Positivismo. El
Positivismo es la postura del siglo XIX que corresponde al empirismo de los
siglos XVII y XVIII. Nada más que ahora se manifiesta aliado de las
ciencias experimentales. La palabra "positivismo" merece una explicación
acerca de su sentido técnico, aquí empleado.
En primer lugar, el conocimiento positivo (según
Comte) se refiere a lo real, a los hechos, a lo que se constata con la
experiencia sensible externa. Por lo tanto, su objeto está en las leyes
que rigen a los fenómenos. Por "ley" debe entenderse una relación
constante entre fenómenos. De paso, hay que señalar que el
positivismo no estudia causas, al estilo de la Filosofía tradicional. La
palabra "causa" sólo tiene, allí, un valor descriptivo,
señala un fenómeno antecedente a otro; pero sin que se pretenda
que dicho fenómeno efectivamente ha producido al
segundo.
Por lo tanto, el positivismo rechaza la
Metafísica, en cuanto que ella pretende estudiar algo no constatable, y
que, por lo tanto, es vago y dudoso. La precisión y la certeza son metas
claras de la mentalidad positivista.
La segunda característica del positivismo es su
intención práctica. Expresamente lo señala su lema: "Saber
para prever, prever para proveer". O también este otro: "Ciencia, de
donde previsión; previsión, de donde acción". Nuevamente,
la especulación abstracta, sin fines prácticos, como la de la
Metafísica, no tiene cabida en el positivismo.
Y por último, el positivismo quiere mantenerse
dentro de un nivel relativo, y rechaza el conocimiento absoluto, como una
quimera. Textualmente, Comte asevera: "El único principio absoluto es
que todo es relativo."
Este triple carácter: realista (al modo
empírico), práctico (de tipo utilitarista), y relativista, le da
al positivismo la facilidad que debe poseer todo sustituto de la
Filosofía. En efecto, el positivismo se instala como una
Filosofía, consistente en la síntesis y ordenación de los
saberes adquiridos en las demás disciplinas.
La Ley de los tres estados
Con esta ley Comte quiere describir las etapas por las
que atraviesa el espíritu humano en su conquista del saber. Tales son:
el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o abstracto,
y el estado positivo o científico.
El estado teológico se caracteriza porque, en
dicha etapa, primitiva, el hombre trata de explicarse los fenómenos que
ocurren en la Naturaleza, acudiendo a los dioses, con sus iras y sus
complacencias. Los dioses son lo que envían las lluvias, los terremotos,
los eclipses y los cambios de estación.
En el segundo estado, el metafísico, la
explicación de los fenómenos quiere ser más racional; se
recurre a esencias, substancias, causas, y entidades ocultas. Las
teorías abstractas todavía están alejadas de la realidad;
pero ya muestran un avance, en relación con el recurso a los dioses
míticos.
Por fin, en los últimos tiempos, el hombre ha
logrado una explicación de los fenómenos, sin tener que recurrir a
entes extraños a ellos. Anteniéndose exclusivamente a los datos
proporcionados por la observación, siempre constatables, se han elaborado
leyes que relacionan unos fenómenos con otros. De esta manera la ciencia
está completamente basada en la realidad, se refiere a lo real, y se
constata de un modo preciso y cierto. Tal es el estado positivo, verdadera
superación de las etapas teológica y
metafísica.
D. Stuart Mill
(1806-1873)
Al igual que Kant, John Stuart Mill distingue entre el
valor moral de una persona (la clase de carácter que tiene) y la rectitud
o maldad de sus acciones. Lo último, de acuerdo a Mill, debe ser
evaluado de acuerdo con un principio que él llama: "El principio de la
Utilidad". Esta máxima dice que lo correcto o incorrecto de una
acción depende de si produce mayor placer que dolor para el más
grande número de personas, a largo plazo. Así, el motivo por el
que un agente actúa es irrelevante al calificar el mérito de la
acción misma.
El Utilitarismo (sistema de Stuart Mill) afirma que la
felicidad es deseable y la única cosa deseable como fin; las demás
cosas son deseables en la medida que sean medios hacia tal fin. Cada persona
desea la felicidad. Mill pensaba que los placeres diferían en clase y
calidad, y no sólo en cantidad (cómo pensaba Bentham su
antecesor). Los placeres del intelecto, de los sentimientos, de la
imaginación y de los sentimientos morales tienen un valor más alto
que los placeres de la mera sensación.
Debemos distinguir entre utilitarismo hedonístico
y utilitarismo ideal. En el primero, el énfasis está en la
felicidad o satisfacción personal, en la gratificación de los
sentidos; en el segundo, la felicidad está en la utilidad que reporte
algo a la sociedad.
El utilitarismo tiende a la democracia. El bien
común o el bien de la mayoría viene a ser el criterio de la
moralidad. En este punto empiezan nuestras diferencias como Cristianos. Lo
bueno o lo malo no depende de la mayoría. Otro problema es el de la
justicia. Siguiendo este principio se puede llegar a cometer injusticias en
contra de la minoría. Por último, otro problema es el de la
intención. El utilitarismo sugiere que el resultado final justifica los
medios (la intención no se toma en cuenta). La ética cristiana
demanda intención correcta no sólo el acto
correcto.
E. Nietzche (1844-1900)
Friedrich Nietzsche escribió su filosofía
más con la intención de provocar pensamiento serio que con la
intención de dar respuestas. No produjo ningún sistema
filosófico formal porque pensaba que para hacerlo se tenía que
tener verdades totalmente evidentes sobre las cuales construir el sistema. Pero
era su convicción que construir un sistema es falta de integridad, puesto
que el pensador honesto debe desafiar siempre precisamente esas supuestas
verdades sobre las cuales los sistemas se construyen. Uno debe involucrarse en
la dialéctica y estar a veces dispuesto para declararse opuesto a sus
propias ideas previas.
Mientras que otros veían en la Europa del siglo
XIX los símbolos del poder y la seguridad, Nietzsche predijo el inminente
colapso de los valores a los que el hombre moderno se había sujetado. El
ejército prusiano había hecho de Alemania una potencia en el
Continente, y el optimismo había despertado avances asombrosos en la
ciencia y la tecnología, sin embargo Nietzsche con denuedo profetizaba
que se avecinaban luchas políticas y guerras sucias en el futuro. Lo que
le hacía llegar a esta conclusión, no era el poder o la ciencia,
sino el hecho de que la creencia en el Dios cristiano había declinado al
grado que se podía decir : "Dios está muerto".
Aunque Nietszche era ateo, el consideraba la "muerte" de
Dios con reacciones mezcladas. Por un lado, estaba consternado por las
consecuencias que vendrían cuando todos tuvieran conciencia de la muerte
de Dios, lo cual todavía no había sido descubierto por el hombre
moderno. Además al mismo tiempo consideraba el colapso de la fe
religiosa y el aumento en la creencia de la teoría Darwiniana de que las
especies evolucionan infinitamente. El podía ver en esta
combinación de eventos la destrucción de cualquier
distinción que pudiera haber entre el hombre y el animal. Lo cual
traería guerras como nunca antes había visto la humanidad. Por el
otro lado, Nietzsche veía la "muerte" de Dios como un nuevo amanecer, un
nuevo día en el que la ética cristiana con su negación de
la vida sería reemplazada con una filosofía de afirmación
de la vida. En la búsqueda de un nuevo fundamento para los valores en un
día cuando Dios ya no podía ser la meta y el criterio de la
conducta humana, Nietzsche se tornó hacia la dimensión
estética de la naturaleza humana para encontrar una alternativa muy buena
en lugar de la religión. Solamente como un fenómeno
estético la existencia y mundo son justificados
eternamente.
Apolo vrs. Dionisio
Nietzsche encontró en el relato de Homero acerca
de Apolo y Dionisio que el nacimiento de la tragedia griega, es decir, el
surgimiento del arte y el desarrollo pleno del elemento estético en el
hombre, fue el resultado de una fusión de dos principios que estos dos
dioses representaban. Su filosofía gira alrededor de lo apolíneo,
es decir lo estático, lo equilibrado y lo racional; y lo
dionisíaco, es decir lo turbulento y pasional. No sólo al arte se
aplican estas dos categorías, sino a la esencia misma del hombre. Para
Nietzsche, lo valioso es lo dionisíaco, en cambio, lo apolíneo es
un obstáculo a la libre expansión de la vida, especialmente la
ética cristiana con su negación a la vida de
libertad.
La esencia del hombre y del mundo está en lo
dionisíaco y desgraciadamente, a partir de Sócrates, lo racional
pretendió sustituir el ímpetu de la vida. Lo bueno es la vida, el
devenir, la "voluntad de poder". Todo lo que se oponga a ello es malo. Por lo
tanto, la ética, con sus normas prohibitivas, que obstaculizan la vida y
su libre expansión, no tiene validez.
La moralidad de los siervos y los señores, y
la "voluntad de poder"
Nietzsche rechazó la noción de que existe
un sistema universal y absoluto de moralidad el cual todos debemos obedecer. La
gente es diferente y al concebir la moralidad en términos universales es
menospreciar las diferencias básicas entre los individuos. No realista
pensar que existe sólo un tipo de naturaleza humana cuya dirección
puede ser prescrita por un conjunto único de reglas. Sin embargo, existe
una cosa que sí caracteriza a todos los seres humanos y esto es el deseo
de dominar su ambiente. Esta voluntad de poder es más que simplemente la
voluntad de supervivencia. Es un deseo interno de expresar una
afirmación vigorosa de los poderes del hombre. Un deseo de ser el
más poderoso. Entonces, cuando alguien propone una regla universal,
inevitablemente está negando la expresión plena de las
energías del hombre. Por lo tanto, el Cristianismo y Judaísmo es
contrario a la naturaleza básica del hombre y con su moralidad
antinatural debilita al hombre produciendo sólo vidas
frustradas.
Nietzsche distingue dos tipos de hombre: los siervos y
los señores. Los Señores son libres, superiores, poderosos,
autónomos; hacen las leyes y dirigen a los demás. Los Siervos han
nacido para obedecer; necesitan ser mandados; sólo para ellos
tendría validez la Ética normativa. El reclamo de Nietzsche era
que la sociedad moderna había exaltado los valores de la moral de los
siervos que no viven de acuerdo con "la voluntad de poder" sino con los valores
mediocres del cristianismo.
Por lo tanto, es necesaria una revaluación de
todos los valores. Nietzsche no estaba proponiendo una nueva tabla de valores,
sino un guerra en contra de los valores aceptados en el presente. Puesto que la
moral tradicional es un rechazo de la moral natural, la revaluación debe
consistir en rechazar la moral tradicional en nombre de la honestidad y la
precisión. El decía que lo que el hombre moderno ha llamado
"bueno" no era para nada virtuoso, sino que la llamada verdad no era más
que un disfraz del egoísmo y la debilidad. Es necesario que surja el
nuevo hombre, el Superhombre.
El Superhombre
Ya hemos visto que Nietzsche rechaza el concepto de
igualdad. También él afirma que la moralidad debe ir de acuerdo
con el tipo de hombre que sea (siervo o señor). Ahora Nietzsche dice que
la humanidad está en continua evolución, y vendrá la
época del "Superhombre" último producto de la evolución
animal. Esto sucederá cuando la humanidad tenga el coraje para revaluar
sus valores y responder con libertad a su voluntad de poder interna. "El hombre
es algo que será sobrepasado" y es el Superhombre quien representa el
nivel más alto de desarrollo y la expresión de la fuerza
física, intelectual y emocional. El Superhombre será hombre libre
verdadero para quien nada está prohibido excepto aquello que obstruya su
voluntad de poder. El será la representación misma de la
afirmación de la vida.
La humanidad actual tiene como objeto servir de puente
entre la bestia y el Superhombre. Para acelerar el advenimiento del
Superhombre, es necesario aniquilar a los débiles, a los enfermos
incurables, a la gente inferior.
F. Pragmatismo
El pragmatismo emergió al final del siglo XIX
como la contribución más original del pensamiento americano a la
empresa filosófica. Este movimiento comenzó inicialmente con las
formulaciones teóricas de Carlos Peirce (1839-1914); más adelante
William James (1842-1910) le dio popularidad con sus ensayos, y John Dewey
(1859-1952) le dio una aplicación práctica en la
educación.
Peirce comenzó el pragmatismo como una
teoría del significado. Decía: "Si quieres saber lo que un
concepto significa, considera entonces los efectos de tal concepto y ese es su
significado." Si efectuamos una operación con esa cosa, concepto,
obtenemos una sensación, un resultado. Esto es llamado definición
operacional. Por ejemplo: Si pones sal en tu lengua obtienes una
sensación o diamante es algo con lo que se pueden rayar los metales.
Entonces, como vemos, el significado de las palabras está atado a sus
efectos. Si al efectuar una operación con algo tienes una experiencia,
la descripción de esa experiencia es el significado del
término.
La teoría pragmática de la
verdad
William James tomó esta teoría y la
cambió en una teoría de la verdad. De acuerdo con James, una
declaración es verdadera si creyéndola se obtienen resultados
satisfactorios. En otras palabras, una idea es verdadera en la medida en que se
coloque en una relación satisfactoria con otras partes de nuestra
experiencia. En pocas palabras, una idea es verdadera si funciona. De esto se
deduce que una idea tiene un valor efectivo; las ideas se vuelven verdaderas en
la prueba de la experiencia.
James decía: "La verdad es algo que le ocurre o
le pasa a una idea". Lo que quiere decir es que la verdad no es un atributo
intrínseco de una idea (como creen otras corrientes filosóficas)
sino es algo que le ocurre desde el exterior a una idea. Las ideas llegan a ser
verdaderas; son hechas verdaderas por los eventos. La experiencia es la que
hace que una idea llegue a ser verdadera. Las ideas llegan a ser verdaderas en
la medida en que nos ayuden a hacer conexiones exitosas entre las diversas
partes de nuestra experiencia. La verdad, por lo tanto, es parte del proceso de
nuestra vida. La verdad se hace por medio del proceso de experiencias exitosas
o satisfactorias.
Pragmatismo como Método
Para James, la función de la filosofía es
ayudar al individuo en su vida práctica. Su énfasis está
en las cosas concretas de la vida, en cómo la filosofía afecta mi
vida en este momento. Pero el pragmatismo no contiene ningún contenido,
no tiene ninguna información especial acerca del propósito de la
humanidad. James decía, el pragmatismo es sólo un método.
Ese método nos ayuda a encontrar el propósito en la vida. El
pragmatismo no tiene dogmas excepto con respecto a su método. El
pragmatismo se niega a arribar prematuramente a conclusiones y desea ser guiado
hacia nuevos conceptos conforme el hombre va descubriendo nuevos horizontes.
Por lo tanto, ninguna conclusión en la ciencia, teología o
filosofía debe ser considerada como la última palabra; todas las
conclusiones teóricas son sólo aproximaciones a la realidad. En
el análisis final, el significado de estas teorías no debe ser
buscando en su consistencia verbal interna, sino en su capacidad para resolver
problemas. Cuando el pragmatismo encuentra una teoría que no afecta de
una manera u otra la vida práctica, dicha teoría es abandonada.
Jame redujo prácticamente el método pragmático a la
pregunta: ¿Funciona o no?
John Dewey
Para Dewey todo se centra en la relación siempre
constante entre los humanos y su ambiente. Pensar no es una búsqueda de
alguna verdad que existe allá afuera estática, independiente de
nosotros. Pensar es un instrumento que usamos en nuestro intento de resolver
problemas. El pensamiento nunca ocurre sin estar relacionado con problemas que
necesitan ser resueltos. Entonces, las ideas son instrumentos o planes de
operación que nos ayudan en los intentos de resolver problemas. Por lo
tanto, para Dewey, la verdad es una idea que funciona, una idea que nos ayuda a
resolver un problema.
Dewey era relativista, secularista y naturalista. Para
el no existía verdad absoluta, no existía Dios ni el ámbito
espiritual, y veía al hombre sólo en su capacidad como organismo
biológico. El subordinaba lo que otros consideraban como mental y
espiritual al aspecto físico y biológico.
Dewey, con su marco de referencia empírico
creía que el método científico, no la revelación
divina era el árbitro final en todas las cuestiones de hechos. En la
aplicación de este método al asunto de la realidad
transempírica, estaba tan opuesto a los liberales como lo estaba a los
conservadores en la comunidad cristiana. Se dio cuenta que si uno admite la
existencia de los sobrenatural, el cristianismo evangélico tiene un caso
razonable.
Partiendo de un punto de vista de la realidad centrado
en el hombre, el pragmatista no tiene dificultad en aceptar un punto de vista
naturalista y evolutivo del origen de las cosas. Aunque todos los hombres son
diferentes, como cada aspecto de la naturaleza es único (de allí
el énfasis pragmatista en las diferencias individuales en la
educación), no hay nada del hombre (su intelecto, sus emociones, su
voluntad) que no sea de las mismas piezas que el resto de la naturaleza. El
hombre es una aspecto individualizado de la naturaleza. No tiene ninguna
dimensión espiritual. El "hombre total", a quien el pragmatista enfatiza
tanto en la literatura sobre educación, no tiene alma. Es simplemente,
un organismo conductual que interactua con otros organismo
conductuales.
El hombre está encerrado en el mundo de su propia
experiencia, interactuando con otros seres humanos en un ambiente que cambia
constantemente. Esa es la realidad. Para tal persona, entonces, la meta en la
vida es enriquecer su propia experiencia y hacerlo de tal manera que de lugar a
la posibilidad de enriquecimiento posterior de su experiencia. La meta de la
vida es la meta de la educación. "Educación" decía Dewey,
"debe concebirse como una reconstrucción continua de la experiencia."
Otro principio básico del punto de vista
pragmatista es que el método científico debe ser aplicado a cada
uno de los problemas del hombre. La vida del individuo está en
movimiento continuo. Mientras las cosas se deslicen suavemente, todo
está bien. Inevitablemente, el flujo de la experiencia en movimiento
encuentra un obstáculo o un problema. Este es un momento crítico
porque encara a uno con la ocasión de hacer una decisión y tomar
una acción que afectará toda la experiencia
subsiguiente.
Cuando la experiencia de una persona ha sido
interrumpida por un problema, si actúa con inteligencia empezará
por observar todos los hechos en la situación que sean relevantes al
problema. Hay un límite para la cantidad de datos que puede coleccionar
porque el problema brota de una necesidad sentida en una situación
particular, siempre cambiante. Debe actuar inteligentemente porque la
experiencia no se deslizará suavemente otra vez sino hasta que el
problema esté resuelto.
La observación de los datos sugiere una
solución o un patrón de soluciones para el problema. La
solución o hipótesis proyectadas es pesada contra otras soluciones
sugeridas, en términos de las posibles consecuencias. La solución
es considerada satisfactoria si causa que la experiencia fluya suavemente de
nuevo, abriendo así el camino para nuevas y crecientes
experiencias.
El conocimiento obtenido de la aplicación del
método científico a un problema particular puede ser útil
al encontrar problemas similares, pero no debe ser considerado verdad absoluta.
El conocimiento es tentativo y relativo y debe estar sujeto siempre a la
experiencia presente.
Más importante que el conocimiento obtenido por
el uso del método científico es la habilidad adquirida por el uso
de ese método. Desde este punto de vista, el método es más
importante que la materia estudiada. En lo que al pragmatista concierne, una de
las más importantes funciones que una escuela puede ejecutar es proveer
al estudiante con la oportunidad de tener experiencia en la solución de
problemas. Los cursos de estudios deben ser arreglados de tal manera que traten
con problemas de aritmética, problemas de lectura, problemas de ciencias,
etc.
H. Existencialismo
No existe una escuela existencialista uniforme, sin
embargo, podemos resumir el existencialismo en tres premisas
básicas.
1. La Existencia precede a la
esencia. El hombre está puesto en el mundo sin tener esencia, solamente
existe. Por lo tanto, no podemos hablar de naturaleza humana universal.
2. El hombre tiene que escoger para definirse a
sí mismo. El hombre está condenado a la libertad; tiene que
escoger, no hay manera de posponer la decisión. Él se tiene que
crear a sí mismo.
3. No hay guías
racionales o teológicas para ayudarnos a escoger. No hay nada de lo que
podamos depender, estamos solos. Este es un pensamiento aterrador. Este
pensamiento produce angustia, desesperación, soledad y abandono. Camus,
un existencialista, decía que la realidad es absurda, sin sentido y sin
propósito. No solamente no hay naturaleza humana inherente, sino que
tampoco hay sentido en la estructura del mundo. Por lo tanto aconsejaba el
suicidio. Los hombres para sobrevivir ponen "colchones" entre ellos y el
absurdo. Por ejemplo, el materialismo, el alcohol, las drogas, la
religión, la filosofía, etc.
Kierkegaard (1813-1855)
Soren Kierkegaard reaccionó violentamente contra
el hegelianismo y contra todo el que intentara reducir la vida a una fría
sistematización. Pero no debe olvidarse que lo hizo en nombre de la
religión. El problema que trata es el de cómo se llega a ser
cristiano. No se nace ni se es cristiano: se llega a serlo. Pero
entendámoslo bien, no por el esfuerzo de la razón, porque el
cristianismo no es pensamiento sino vida.
La especulación filosófica se desarrolla
en el ámbito de la razón y no tiene influencia sobre la vida. La
verdad del cristianismo debe basarse en la vida total, porque ella misma es
vida, existencia como diríamos hoy. La verdad de la filosofía es
neutra, indiferente; la del cristianismo es una "verdad para mí". El ser
abstracto que quieren los filósofos no existe en ninguna parte, porque
sólo se dan seres existentes y concretos. De ellos, pues, debemos
ocuparnos. En un sistema se tiende a universalizar, a eliminar las diferencias.
El individuo desaparece y con él desaparece la libertad, que existe en lo
particular y concreto y desaparece toda religión que sólo se da
para un individuo concreto.
La existencia se desarrolla en una de tres esferas: la
estética, donde el individuo vive para sí y busca su goce en la
belleza o el placer; la ética, donde adopta las normas generales y se
universaliza; y la religiosa, donde vuelve a individualizarse, adquiriendo su
relación con Dios. Quiéralo o no, el hombre vive en esas esferas
y todo lo hace en relación a la que libremente ha escogido. La
diferencia entre una y otra no es cuantitativa, no es un conocimiento o una
experiencia que se agrega sino que es cualitativa, o sea que es algo
completamente distinto. No se pasa paulatinamente de una a otra, sino por medio
de un "salto". Por eso, después de saltar, el individuo pierde toda
relación con su vida anterior. Kierkegaard resalta la vida religiosa
como la auténtica existencia humana. En ella el hombre, vive bajo el
signo de la fe bajo la mirada de Dios. La razón es absurda frente a los
dictámenes de la fe.
Kierkegaard adoptó la posición más
extrema posible cuando dijo: "La subjetividad es la verdad." El sólo se
refería a la esfera religiosa de la existencia. En ese ámbito, lo
que vale para mí, es sólo lo que es "verdad para mí", lo
que Dios me revela a mí. Eso no quiere decir que esa verdad deba
necesariamente ser distinta a la que se presenta a otro, pero sí quiere
decir que vale, no porque sirva a otro o a muchos, sino porque me sirve a
mí.
La verdad subjetiva es paradójica. No se puede
entender sólo se vive. Se acepta por medio de la fe. La fe es lo que
nos permite dar el "salto" a la esfera religiosa, donde entendemos lo que antes
era una paradoja. La fe es el momento en que me juego todo, en que hago
libremente mi decisión absoluta; arriesgo en ello toda mi existencia y
doy el salto de fe.
Sartre (1905-1980)
El mismo Jean-Paul Sartre ha definido su existencialismo
como la postura que lleva hasta sus últimas consecuencias un franco
ateísmo como punto de partida.
Sartre explica que el hombre es existencia. Con dicha
existencia se va forjando su propia esencia, que es su propia
autobiografía. Así se entiende la tesis central del
existencialismo: "La existencia precede, y es superior a la esencia". El hombre
no tiene una esencia universal, la misma para todos, sino que se va fabricando
su propia esencia singular, su propia historia o autobiografía, que no
coincide con la de los demás.
El hombre no tiene libertad, sino que es libertad. Para
Sartre no hay ser en potencia, todo lo que existe está en acto. Con la
libertad, el hombre se fabrica su propia esencia y le da sentido a las cosas.
El hombre no tiene naturaleza hecha; en esto se distingue de cualquier objeto.
Pero la libertad es el fundamento de la esencia que el hombre se va
formando.
El hombre que efectivamente vive su libertad, siente el
peso aplastante de la responsabilidad, y eso le produce angustia. Por tal
motivo, la gran mayoría de la gente prefiere evadir la existencia
auténtica, que es libre, responsable y angustiada, y se refugia en los
valores y reglas ya hechas. De esta manera ya no tiene angustia pero tiene una
existencia inauténtica. Ni las leyes, ni los valores hechos, ni la
supuesta propia naturaleza o carácter, ni el inconsciente, se pueden
constituir como guías de la libertad. Esta es autónoma, o no es
libertad.
Para Sartre no hay valores con validez universa. No es
libertad la que ha depender de los valores, sino al revés, son
éstos los que surgen por la libertad. La libertad crea valores, lo cual
significa que el único valor es el mismo acto libre, y precisamente en
cuanto que es libre.
Sartre niega la existencia de Dios porque si Dios
existiera el hombre ya no podría ser libre, pues Él como ser
infinito y creador, estaría en posesión de todas las esencias que
crea. El hombre sería, pues, una esencia ya hecha, determinada,
incompatible con la libertad. Puesto que hombre es libre, según Sartre,
Dios no puede existir.